Capítulo 78

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—¡¡¡TÚ SOLO ERES UN GRAN ERROR!!!— dijo el rubio con una frialdad calculada que ocultaba su propio tormento interno.

Ambos se quedaron en silencio, mientras las palabras de Mike.exe resonaban en la mente de Mikellino. Mike, por su parte, lo miraba con una mezcla de determinación y dolor, luchando contra sus propios sentimientos y el remordimiento que comenzaba a hacer mella en él.

—Así que cuando ese maldito portal se abra, vete... vete lejos y nunca regreses— dijo el rubio lagrimeando, sus palabras cargadas de desesperación y furia.

Con lágrimas corriendo por sus mejillas, Mikellino dio un paso atrás y tragó saliva sintiendo cómo su corazón se rompía en pedazos.

—¡SOLO LÁRGATE Y DEJAME EN PAZ!— Las palabras de Mike.exe resonaron en la habitación como una bofetada, cargadas de un dolor y frustración tan profundos que hicieron que el aire se volviera denso y pesado; su corazón palpitaba con la intensidad de lo que acababa de decir y el dolor que sentía.

—Bien...— Mikellino habló con una seriedad que contrastaba con su voz quebrada. —Si eso es lo que quieres, yo me rindo...—

El de pelo claro estaba sorprendido y petrificado por la avalancha de emociones que se encontraban en el aire. Cada palabra, cada gesto del azabache resonaba con un dolor palpable.

—He intentado de todo para que puedas creerme cuando te digo que lo que siento por ti es real— continuó Mikellino, su voz cargada de una tristeza profunda 

He rogado, he esperado, he luchado, he intentado ser de utilidad para que te des cuenta cuánto me importas y lo mucho que significas para mí— el de pelo negro se quedó paralizado por el peso de las palabras del exe hundiéndolo aún más en la desesperación; herido y desolado, temblaba bajo el peso de la emoción cruda y la herida abierta. 

—Me aferré a cada pequeña señal, a cada palabra amable, creyendo que en lo profundo podrías sentir algo por mí... pero no puedo hacerlo más, ya no puedo seguir así— 

Mike.exe estaba paralizado, sus emociones desbordando dentro de él. Quería correr hacia Mikellino, abrazarlo con fuerza y asegurarle que nada de lo que había dicho era cierto. Deseaba con todo su ser que pudieran ser felices juntos, que los problemas y el rechazo fueran solo ilusiones pasajeras.

Pero el peso de sus propias inseguridades y temores lo mantenía inmóvil. Las palabras de Mikellino lo habían golpeado con una fuerza implacable, dejándolo atrapado entre el deseo de consolar y el miedo de hacer más daño. Cada intento de hablar se quedaba atascado en su garganta, las palabras no podían salir.

Finalmente, Mikellino, con un suspiro cansado, desvió la mirada, incapaz de soportar el dolor de la incertidumbre. —Yo renuncio a ti, Mike.exe... En cuanto se abra el portal, me iré y por fin podré dejarte en paz— concluyó, con una tristeza que parecía pesarle en el corazón y sin otra palabra, se dio la vuelta y salió de alli.

 Mike.exe se quedó inmóvil, el silencio que siguió a la partida de Mikellino llenando la habitación con una sensación abrumadora de vacío y arrepentimiento. Mientras miraba el pastel de chocolate medio comido. Sus pensamientos volvían una y otra vez a las palabras que había intercambiado con Mikellino.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por el rostro de Mike.exe, su dolor y arrepentimiento manifestándose en la soledad que lo envolvía. El espacio que Mikellino había dejado parecía estar lleno de una tristeza palpable, una prueba de la profundidad de los sentimientos que se habían enfrentado y la dolorosa separación que ahora marcaba sus vidas.

La culpa y la tristeza se mezclaban en su pecho, pero también una firme resolución. No podía dejar que Mikellino se quedara en un lugar donde no pertenecía, no importaba lo que eso significara para él.

Mikellino de camino a casa, atravesó el bosque intentando alejarse de todos sus pensamientos, tratando de aclarar su mente. Las palabras de Mike.exe lo seguían atormentando, y la confusión y el dolor se reflejaban en sus ojos. 

Desde la rama de un árbol, Itzel observaba al de pelo negro. Sabía que la verdad, cuando finalmente saliera a la luz, sería devastadora. 

—Bien hecho mapache— Con una sonrisa de satisfacción, sacó un radio comunicador de su bolsillo.—todo va de acuerdo al plan jefe—

—Excelente— dijo con satisfacción la voz al otro lado de la linea —en poco tiempo, todo esto va a terminar—

Guardó el comunicador y se recostó contra la pared, su mente maquinando los próximos pasos. Sabía que la confusión sembrada en Mikellino había funcionado pero la verdadera tormenta aún estaba por desatarse, y cada movimiento estaba meticulosamente planeado para lograr el objetivo.

Eres mio~ (Mikeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora