Robar era como respirar para mí, lo había hecho desde que tenía memoria y era algo que se me daba bien. Cada atraco, cada hurto, era una confirmación de mi habilidad para sobrevivir en un mundo que parecía estar siempre en mi contra. Había una parte de mí que encontraba algo de diversión en el riesgo y la emoción del robo.
Desde niño aprendí a sobrevivir en las calles, a depender sólo de mí mismo. Mis días se llenaban de luchas constantes por encontrar comida y un lugar seguro para dormir. Y para sobrevivir, debía adaptarme.
Fui a parar a un refugio para niños abandonados, que en realidad era una prisión disfrazada. Todos los días, todo el dia... encerrado en esas cuatro paredes grises y opresivas que parecían cerrarse cada vez más.
Cualquiera perdería la razón en un lugar asi.
Los que se habían pasado años alli ya habían perdido toda humanidad, convirtiéndose en monstruos que se alimentaban del sufrimiento ajeno. Mientras los más débiles se sumergían en su propia desesperación.
—¡Al fin te encuentro!—
Aquel cachorro de pelo rubio que siempre me seguía a todos lados, desde el día que llegó, nunca me dejó en paz. Siempre estaba ahí, con esa estúpida sonrisa en so rostro como si todo estuviera bien. Lo odiaba, pero me acostumbre a su compañia.
Al crecer juntos, empecé a notar cambios en mi vida. Su constante presencia me hizo ver que, incluso en el lugar más oscuro, podía encontrar algo de luz. Su optimismo y perseverancia comenzaron a influir en mí, y, sorprendentemente, logré hacer algunos amigos.
Aunque mi vida empezaba a ser menos miserable por un segundo, había algo en la adrenalina, en la sensación de peligro constante del robo, que no podía dejar atrás. La emoción de moverse en las sombras, de esquivar el peligro, era una adicción que me consumía.
Era algo que podía controlar, o al menos eso me decía a mí mismo. Cada atraco me hacía sentir vivo de una manera que nada más podía. La ciudad era mi campo de juego, y yo era el maestro de mi propio destino, o al menos eso quise creer hasta que llegó el día en que mi diversión salió terriblemente mal.
Pensé que sería una operación más, una oportunidad de ganar algo de dinero rápido. Era un plan sencillo: entrar, tomar lo que necesitaba y salir antes de que alguien se diera cuenta. Lo había hecho cientos de veces antes, y no había razón para pensar que esta vez sería diferente. Pero esta vez, las cosas no salieron como lo había planeado.
La situación se descontroló rápidamente. Lo que debía ser un golpe fácil se convirtió en un caos en cuestión de minutos y me vi rodeado de matones que, luego de darme una paliza, me encerraron durante varios días.
En ese cuarto frío y oscuro sin poder ver la luz del sol, no era tan diferente del orfanato pero no iba a dejar que mi historia terminara de manera tan insípida; eso no era mi estilo.
A duras penas logré salir vivo de esa situación, de camino a casa solo podía pensar que sería una gran historia para contarle a Mike cuando volviera. La adrenalina aún corría por mis venas mientras imaginaba su reacción, su sonrisa, la manera en que se reiría de mis locuras.
Y para cuando regresé...
—ya no está aqui— me dijo Acenix sin darle importancia. —Lo asesinaron, Flex—
Fue mi culpa. Los matones que me perseguían, seguramente se habían enterado de que Mike significaba algo para mí, en busca de saldar cuentas...
Ese momento fue como un nudo en el estómago, sentí como si el suelo se desvaneciera bajo mis pies. La noticia fue un shock tan brutal que me dejó sin aliento. La desesperación me inundó y antes de que pudiera detenerme a pensar, ya me encontraba muy lejos de aquel que un día fue mi hogar.

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Eres mio~ (Mikeno)
FanfictionEl pasado no marca el futuro. Siempre tienes la opcion de romper las cadenas y no cometer los mismos errores que cometieron contigo Este es un fan-fiction del personaje de Mikellino y Mike.exe, creado por Miguel B. Montes (Mikecrack) youtuber españo...