PELEA ENTRE TOPS Y BOTTOM

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-Jejeje, si las miradas mataran-, dijo Jimin, notando las miradas penetrantes de las tres chicas sobre él. Ya habían pasado unos 15 minutos desde el pequeño incidente y Jungkook aún no había salido de la oficina, ni tampoco Ronald ni mucho menos Puppy. Lo único que se escuchó de dentro de la oficina fueron un par de gritos y una orden contundente de Jungkook de no entrar en la oficina. Al parecer, el trío de chicas le estaba recriminando algo con la mirada, pues no habían dejado de mirarlo desde hace un buen rato.

-Si saben que mirándome así no van a lograr nada, ¿verdad? -, dijo Jimin.

- ¿De qué hablas? Nosotros no te estamos mirando-, dijo Elisa.

Jimin volteó los ojos. Era obvio que lo estaban mirando, y de forma muy intensa. Aunque de cierta forma era gracioso, estas chicas ridículas intentaban intimidarlo.

-En fin, no hay nada interesante aquí. Mejor entro a la oficina-, dijo Jimin levantándose del gran sillón de espera que había en el piso.

-No puede pasar. Se nos ordenó a todos que no ingresáramos dentro. Usted no tiene derecho de estar ahí, más bien... Anna, entra y ayuda al CEO-, habló ponzoñosamente Ellen. Anna solo asintió.

-Disculpe, señorito, pero Ellen tiene razón. El señor Jungkook ordenó que no ingresara nadie-, habló Anna.

Jimin dio media vuelta y miró a la chica de cabellera marrón. Hasta ahora no se había detenido a verla con claridad. Fue tanto el odio que sintió hacia esa chica por quitarle a su marido que no se había fijado a detalle en cómo era. Antes de todo, Jimin veía a Anna como la típica chica amable e inocente que nunca haría nada que desafiara sus principios. Vaya, que se equivocó. Sin embargo, a pesar del profundo desprecio que sentía por esa mujer, tenía que reconocer que era muy bonita. Tez blanca perfecta, sin llegar al límite de la palidez, cabellos sedosos y de color marrón oscuro, ojos grandes y café, labios finos pero elegantes. Su vestimenta consistía en una falda típica de oficina de color negro y una blusa blanca. La chica tenía un buen cuerpo, pechos no muy grandes, una cintura delgada que se podía apreciar por la blusa, sin embargo, su trasero era de tamaño normal, pero en comparación al de Jimin, era un poco pequeño. Después de detallarla por unos minutos, Jimin pensó: -Una chica muy bonita y encantadora para muchos, por lo que veo. Quizás hubiese vivido una vida plena si es que no se hubiese metido con Park Jimin. Esa mujercita no me quitará a mi esposo. Es una lástima por ella, pero no debió meterse donde no fue invitada en primer lugar. -

-Exacto, prohibió a todos los empleados, pero yo no soy uno de ellos-, habló Jimin con una sonrisa altiva. Se dio media vuelta e intentó entrar.

-Señorito, insisto, no puede pasar. El señor Jungkook dio una orden y se tiene que acatar-, dijo Anna deteniendo a Jimin del brazo por unos segundos. La chica estaba un tanto desesperada. No sabía por qué, pero sentía que no debía dejar a Jimin muy cerca de Jungkook, no hoy. Lo sentía, su corazón lo decía, aunque su cabeza sabía perfectamente que no había peligro, pues confiaba mucho en su novio. Aun así, no podía evitar obedecer un poco a su corazón. ¡Grave error!

-Te lo dije claramente, se los prohibió a los empleados como tú, no a mí. ¿O es que crees que dejaste de ser una simple secretaria por acostarte con el jefe? -, dijo Jimin tranquilamente.

-Señorito Jimin, por favor-, habló Anna avergonzada.

-Solo te digo la verdad, eres una simple empleada. Te acostaste con mi ex esposo, por ello tienes ciertos privilegios en este lugar-, dijo Jimin mirando a los empleados a su alrededor, quienes bajaron la cabeza rápidamente. -Pero conmigo no te acostaste, así que te trato como lo que eres, una simple empleada a la que puedo despedir, golpear, torturar e intimidar sin que nadie me detenga-, terminó Jimin mirando fijamente a los ojos de Anna.

una apasionada venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora