-Siempre tienes que mantener tu guardia bien arriba -me dice Oriel al blandir su espada mientras está parado frente a mí en el jardín trasero -. Recuerda que debes revisar bien los movimientos de tu oponente antes de atacar, pero también tienes que ir más allá, Arlene. Tienes que ver quién está frente a ti y tus posibilidades.
-Pero ¿qué pasa si no puedo hacerlo? -pregunto con la voz de una versión mucho más joven de mí sosteniendo la empuñadura de un arma que me dobla en altura y peso -. Así como padre y madre me lo recuerdan siempre.
-¡Arlene! -Susurra potente una voz conocida que recorre el jardín. Una voz que no debería estar aquí. Miro hacia varias direcciones del Reino y Oriel aclara su garganta antes de hablar.
-No eres como ellos, Arlene. Este es tu camino. Debes aprender a defenderte -Oriel me muestra una sonrisa pícara, esa que dice que me entiende, que sabe que mi libertad es más importante que las estúpidas leyes del Reino, pero no hay nada que él pueda hacer; esa que me da cuando madre toma la decisión de no dejarme salir del Reino y él no está de acuerdo y de igual manera me saca a escondidas cada vez que puede - Madre y padre nunca han entendido que, aunque los muros sobrepasen el Reino y las bestias se queden del otro lado, habrá siempre monstruos mas grandes entre nosotros.
-¡Despierta antes de que comiencen a devorarte! -Los árboles a mi alrededor se sacuden y una fuerte brisa me peina el cabello hacia atrás para luego azotarlos contra mi rostro y el corazón me da un vuelco -¡Ahora!
Abro los ojos de golpe y ahogo un grito cuando el sueño se desintegra. No estoy en el jardín del Reino. Estoy en el barranco, en el bosque de los susurr...
-¡Levántate! -otra vez ese susurro.
Muevo con desesperación la pierna en el instante que una pequeña ave de carroña está dando picotones en mis pies, logrando que levante vuelo de inmediato y se aleje de mí.
Había oscurecido, otra vez de noche, un día entero inconsciente. ¿Cómo es que los lobos no me habían olfateando? ¿Por qué el Caburé me miraba desde lo alto de aquella rama sin atreverse siquiera a herirme?
Los cuervos levantaron vuelo haciendo un sonido extraño con el golpeteo incesantes de sus alas, encima de mi cabeza volaban y graznaban como si se estuvieran burlando de mi sufrimiento. Los relámpagos anunciaban la tormenta, dándole un aura lúgubre al ambiente. Mi pierna ardía. El charco de sangre aún seguía allí y mi mente seguía confusa. Intenté levantarme y me exalté cuando un relámpago iluminó una imponente figura delante de mí, un hombre fornido, con su rostro cubierto por un pasamontañas oscuro igual que su capucha. Sus ojos se clavaron en cada rincón de mi rostro. Me observaba con su mirada acerada, vigilante, mordaz y penetrante.
Un dolor punzante me atravesó la cabeza llegando hasta la herida que el Carroñero había hecho en mi pantorrilla.
Intenté hablar y ponerme de pie pero, mis ojos sin previo aviso, se cerraron.
ESTÁS LEYENDO
ARLENE
FantasíaUn continente, cinco reinos, imponentes leyes y, una sola regla: no acercarse al bosque de los susurros. Arlene, una joven valiente y decidida, se encuentra en el centro de una lucha por el trono y el control del continente. La corona de espinas, sí...