love song reverse [Matienzo]

Capítulo 3 - Celos [Reverse]

Me da miedo cuando sales
Sonriendo pa' la calle
Porque todos pueden ver
Los hoyuelitos que te salen

Agustín se acercó a Enzo, aquel omega alto que olía tan rico, y empezó a hablar con él. El omega se veía ligeramente alterado, aunque pareció calmarse con la superficial conversación que entablaron. Le parecía amable y bonito y definitivamente le interesaba seguir conociéndolo.

Podía sentir la mirada de aquel otro alfa más joven y bajito, Matías Recalt, taladrándole la nuca. ¿Qué se creía aquel alfa posesivo? Enzo no era de nadie, no estaba marcado y Matías no era el único que podía oler su aroma a miel y a manzanas ni ver lo hermoso que era. Sonrió, pensando que no se lo pondría fácil a su, al parecer, rival.

***

Enzo respondía las preguntas del alfa aquí y allá. Le resultaba agradable hablar con él y Agustín era genuinamente amable y abierto, pero podía oler el interés que tenía en él y Enzo no era tonto. ¿Qué les pasaba a los alfas con él ese día?

Podía notar los ojos de Matías sobre ellos, asesinando con la mirada al alfa que le coqueteaba ligeramente. Aquel era su alfa, y él lo sabía, pero no quería que lo fuese.

No es como si el destino le fuese a poner fácil evitarlo.

***

Sus personajes no tenían tantas escenas juntos, así que el omega podía evitarlo casi en su totalidad a pesar de estar constantemente en el mismo espacio. El alfa interior de Matías gruñó al ver a Pardella -aquel maldito alfa- caminando hacía Enzo, llevándole la comida.

"¿Crees que puedes conquistar a mi compañero?" pensó molesto, y es que al parecer sí que lo creía. La parte más racional de Matías, aquella que no era su alfa interior retorciéndose de celos y rabia, sabía que realmente no era culpa de Agustín Pardella. Después de todo, él no tenía forma de saber que Enzo era su compañero destinado, sólo los compañeros podían reconocerse entre sí por el olor.

Lo cual llevaba directamente al otro tema que lo traía fastidiado: ¿por qué su omega lo evitaba? ¿Por qué no parecía tener interés en conocerlo? ¿Acaso había algo mal con él? ¿Era por su aspecto físico?

Las preguntas no dejaban su mente mientras observaba como su omega aceptaba la comida ofrecida por otro alfa -un claro signo de cortejo- y como el alfa pasaba brevemente su mano por la espalda baja de Enzo.

Su alfa interno prácticamente rugió y esta vez se empezó a caminar en dirección al omega.

***

–¿Podemos hablar?

Lo sorprendió la voz de Matías a su espalda. Bueno, en realidad no, no era como si no pudiese oler el enfado, la tristeza y la frustración que emanaba Matías y que él le parecía que inundaba la sala entera. No se había esperado que lo confrontase cara a cara, tenía la esperanza de que no lo hiciese, pero sabía que le debía respuestas.

–Está bien, vamos fuera.

Sin esperarlo comenzó a andar, notando sus niveles de ansiedad ascender. Quería mentirse a sí mismo, pero sabía bien que su omega interno ronroneaba cada vez que veía a Matías, cada vez que este sentía celos de otro alfa, cada vez que lo veía intentar alcanzarlo.

– ¿Por qué?

Enzo miró a los ojos al alfa -su alfa- e inspiró profundamente. Estaban fuera, donde nadie podía verlos, con un frío mortal, pero él solo sentía la calidez de los ojos avellana del alfa y leía bien su dolor en ellos.

–¿Por qué, qué? –intentó desviar el tema, solo para ver la ira cruzar brevemente por la expresión de su alfa.

–¿Por qué no me quieres?

La pregunta lo dejó sin aliento. Los ojos cariñosos del alfa se veían heridos, su expresión rota, ya no era el alfa enérgico que llegaba al set, daba su mejor actuación y después se marchaba. No, este era el corazón de su alfa desnudo.

–¿Qué tengo de malo? ¿Por qué ni siquiera quieres estar cerca de mi? ¡Sé que sabes que somos compañeros!

Enzo tenía un nudo en la garganta, que se hizo más grande a medida que podía oler las emociones de Matías. Dolor, tristeza, desilusión, desamor, autodesprecio. Y él era el causante.

–No hay nada malo en ti, Matías –murmuró calmadamente, y la respuesta pareció calmar un poco al alfa. No sabía que su omega iba a destrozarlo con la siguiente frase.

–Pero tengo pareja y no quiero lastimarla. No quiero un compañero, nunca pedí uno. Lo siento.

Empezó a caminar para volver dentro del set. Podía literalmente oler el dolor puro que atravesaba a su alfa y a él lo destrozaba también. Era lo mejor, se dijo.

Entonces notó como le agarraban con fuerza la muñeca.

***

Matías no podía creerse la respuesta del omega. Tenía pareja, lo cual podía entender. Muchos compañeros tenían una pareja antes de conocer a su igual, parejas que eran instantáneamente olvidadas más tarde.

No sucedía eso con Enzo y le dolía, le dolía por encima de todo el rechazo, el no sentirse suficiente, suficientemente bueno como compañero -Enzo no deseaba uno- suficientemente bueno como alfa, como amante, como confidente, como el apoyo incondicional que él se sabía capaz de ser.

Dejó que su alfa interno se deslizase en su interior y sin pensarlo agarró la muñeca de Enzo, que se había alejado unos pasos de él, lo volteó y lo besó, poniéndose de puntillas y apoyándose en sus hombros. No le importaba ser más bajo que él, lo quería y encontraría la manera de tenerlo.

Su omega se congeló durante unos segundos, pero después su otra mano le tocó la mejilla. Liberó la mano que aún sujetaba y esta fue directa a su cuello, Enzo correspondía el beso con la misma intensidad. Podía oler sus emociones desenfrenadas, amor, felicidad, tristeza, dolor, compañero, todo mezclado.

Y entonces se separó de él, lo empujó lejos y con lágrimas en los ojos le dirigió una frase que lo perseguiría durante semanas.

–No cambia nada, Matías. No quiero un compañero, no eres mi compañero y nunca lo serás.

Cuando pensaba que su alfa interno no podía llorar de dolor, descubrió que sí podía.

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Y más reverse, para que no me sigan diciendo que Matías siempre es el traumadito y Enzo el que lo persigue xddd