⠀⠀⠀⠀「♡♡♡」 | CHAPTER SEVEN

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Sus dedos tocan la piel de su compañero, al que no ha visto desde hacía muchas vidas atrás, el Omega sigue teniendo su color dorado rodeandolo, no ha perdido su brillo en todos esos siglos, su cabello negro como la noche, su sonrisa de perlas y sus amables ojos azules lo miran con alegría.

Su alma gemela sigue pareciendo su sombra, su cabello oscuro contrastaba con la luz de su eterno amado, pero ahora con un particular mechón resaltando.

Y sonríe para él, y sus dedos acarician su rostro, sus miradas se encuentran.

El Beta mira la marca, visible por el amplio cuello de la remera, sigue como si estuviera fresca.

El Omega le sonríe de cerca y le contagia el burbujeante sentimiento que acaricia su interior.

—Tanto tiempo —murmuró el joven dorado, y juntó sus labios de nuevo, finalmente.

Se pierden en el beso, se gozan después de tantas vidas y tanta distancia, el Beta acaricia su cabello y el Omega sus mejillas y lo toma de la nuca, hasta que la mano pálida baja al cuello del otro, roza la marca con sus dedos sin querer y la piel arde y quema...





Dick se levanta de golpe con un grito de dolor, lleva su mano automáticamente a su marca, y llora con desconsolación por el ardor que emana de aquel lazo roto.

Solloza con dolor, Jason se despierta con confusión y tarda unos segundos en reaccionar, algo asustado del parecido de Dick con el chico de sus sueños.

—Dick, Dick, suelta... —el enfermero toma su brazo y lo separa a la fuerza de la marca, lágrimas cubren su rostro y suelta gemidos dolorosos entre sus lamentos—. Espera, espera, no te toques, mantente ahí.

Jason sale de la cama con rapidez, yendo hacia su bolso, revolviendo hasta sentir el pequeño pote con el ungüento que siempre tiene guardado para los casos como los de Dick, se acerca de nuevo a él, quitando la tapa.

—A ver, a ver, pequeño —dice, colocándose a su lado, tomando una generosa cantidad con sus dedos—. Mantente tranquilo, Dick, sólo falta que cambies de forma, ya... Respira —le ruega, acerca con sus dedos y lentitud a la marca, que está de un color rojo oscuro, y se ve irritada alrededor.

Dick sisea cuando el ungüento toca su piel, pero se calma con respiraciones pesadas mientras aquel remedio calma su dolor.

—J-Jason...

—Shhh, tranquilo, estoy aquí... —dejó ungüento de más, ya que no quería tocar demasiado, cerró el frasco y lo miró con atención—. ¿Estás más calmado?

Dick asintió.

—¿Q-Qué es eso? —preguntó, curioso de la magia que había utilizado para aplacar su ardor en segundos.

—Una receta secreta con muchas plantas naturales —respondió el pelinegro—. Un amigo las fabrica, aunque ya no está aquí, se me está agotando.... Vamos, lávate las manos, haré lo mismo.

Salió del nido por segunda vez, se volteó para esperar a Dick, quien fue con paso lento hasta el baño.

Lavó sus manos y miró la excesiva cantidad de crema que Jason había colocado, principalmente para no tocar demasiado la marca, y le dolió la imagen.

Jason limpió los restos de ungüento de sus manos, Dick lo esperó en la puerta del baño, mirándolo con una extraña sensación, como de una imagen ya vivida, un viejo sueño repetido.

—¿Dick? ¿Jason? —la adormilada voz de Tim se hace presente, ambos voltean a él—. ¿Pasa algo?

—Dick comenzó a tener irritación en la marca —comentó Jason con normalidad—. Es muy común, pero nada que un ungüento no pueda calmar.

—Ya veo —murmuró, mirando la crema en su cuello y hombro, alzó su mano y acarició el cabello de Dick, el omega le dedicó una sonrisa amable— ¿Estás bien?

Dick asintió, mirándolo con gratitud.

—Si, Timmy... No te preocupes por mí, descansa tú, no te hará mal.

—Sí —respondió el menor, Dick notó su estado de ánimo y lo abrazó sin dudar, su amigo correspondió—. Te quiero mucho, Dick.

—Yo también te quiero, Timmy —concordó y escuchó al alfa sorber sus mocos—. Deja de llorar, que te vas a enfermar de llorar tanto.

—Si, sí... —Tim asintió, se separó de él y se secó sus lágrimas—. Yo... Volveré al sofá —murmuró, los dos asintieron—. ¿Jason, podría...? ¿Hablar contigo un segundo?

—Claro que sí —el beta asintió, Dick hizo una seña que iría a la cama y el enfermero sólo fue con Tim hasta la sala—. ¿Qué pasa?

Tim se notaba nervioso.

—Pues... Mira, mi abuela, tú la conociste —Jason asintió—. Ella conocía muchas leyendas antiguas, y una de ellas es la del omega y el beta que eran predestinados.

Jason frunció el ceño, con una mueca.

—¿A dónde quieres llegar con esto, Tim?

—Sólo, por favor, escúchame... Dick y tú, tienen una conexión, ¿No lo sientes?

Jason negó.

—Yo la veo, lo noto y mucho de lo que han hecho... Es como en esa leyenda, de Bich y Neul.

—Eso es un cuento de niños —Jason negó—. Hasta tiene una película animada, Tim, no quiero sonar bruto pero no me voy a dejar molestar.

—No, no, no hablo de esos cuentos estúpidos, está leyenda es real, en serio, mira —el menor buscó el cuaderno y arrancó la página de un tirón, extendidola hacia él—. Es la leyenda, como lo decía Abu.

Jason miró la hoja y suspiró, negó, y apartó su mano de él.

—Tim, yo vine aquí hace unas horas, es tarde en la madrugada y estoy aquí para cuidar a Dick en sus últimos días... No me vengas con un viejo cuento de niños diciendo que es una leyenda antigua, porque no voy a creerlo.

Tim se veía decepcionado.

—Soy un hombre de ciencia, Tim —Jason se encogió de hombros—. No creo en predestinados, no hay pruebas de ellos, y mucho menos voy a creer en un beta y un omega de oro como pareja destinada, ni en leyendas... ¿Está bien?

Tim apretó sus dientes, bajó la vista, asintió sin siquiera mirarlo

—Volveré a hacer lo que me contrataste, ¿Bien? Descansa, nos vemos mañana —dijo, se alejó de él con frialdad, regresando al cuarto.

Al entrar al cuarto en silencio, se encontró con Dick sin remera, esperando sentado en la cama.

—¿Tu pijama tocaba mucho la marca?

Dick asintió.

—No se salió tanta crema, pero sí algo.

—Te puse de más a propósito, tranquilo —Jason colocó una mano en el hombro del omega, sonrió levemente—. ¿Todo está bien? ¿Quieres dormir?

Dick asintió, se acomodó de espaldas, ya que del otro lado la cama tocaría el ungüento y sólo lo quitaría.

—Jason, abrázame —pidió, y el beta no mostró objeción, rodeando su cintura con sus brazos, sus piernas detrás de las del omega, su pecho pegado a su espalda, lo que en una ocasión normal sería "haciendo cucharita".

Acomodó su rostro cerca de la nuca del omega, su olor a fresas y a flores lo calmaron. A los pocos minutos, aún algo despierto, aunque Dick estaba completamente dormido, pudo sentir el olor de la miel.

OUR LAST DAYS ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora