⠀⠀⠀⠀「♡♡♡」 | CHAPTER TWENTY-SEVEN

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Por la tarde, la fiebre de Dick no había bajado, los medicamentos no habían hecho efecto, y luego de la transformación a su lobo, Dick había quedado con menos energía.

Así que ahora estaba débil y en cama.

Jason estaba siendo muy cariñoso y suave con él, más de lo normal.

Cómo almuerzo, el beta le había preparado un cuenco con frutas, yogurt y cereales, pero le habían dado náuseas en los primeros cuatro bocados y permaneció acostado porque no quería vomitar, sabía que necesitaba comida y energía pero no podía más, haría un esfuerzo más tarde, para comer un poco más.

Pero por más que descansó un rato largo, dió dos bocados más y volvió a sentirse mal, así que se rindió con eso.

Así que para la hora de la merienda, Dick seguía recostado, sin comer nada, tenía un trapo frío sobre su frente para calmar un poco su fiebre, lo único que parecía medianamente resultar.

Jason se sentó a su lado, dejando mimos con una mano y con la otra cargando su café.

Tim tenía un chocolate caliente y se notaba mucho menos bromista que al principio, estaba muy serio y no había tomado casi nada de su bebida.

Volvía a sentir dolores físicos por toda la carga emocional, le dolía el estómago, ya tenía náuseas por todo el malestar que le provocaba la situación, no creía poder comer algo.

—Escucho a un lobo llorar —murmuró Dick.

—Soy yo —dijo Tim, por lo bajo.

—No, no eres tú... Este es pulgoso.

Jason se avergonzó, bajando la vista, sus mejillas tomaron color, se sorprendió cuando Dick llevó una mano a su rostro y acarició su mejilla, lo miró, viéndolo sonreír con paz.

—Nos vas a hacer llorar a los dos —murmuró Jason.

—A los tres —añadió Tim.

Dick rió de forma penosa.

—Están hechos unos sentimentales —murmuró, se giró para tomar a Jason por su camisa y traerlo más cerca de sí, hasta que el mayor quedó acostado en la cama y él se acomodó sobre su hombro, abrazando su cintura.

Tim sonrió enternecido.

—Vamos, alégrense un poco —dijo Dick, intentando animarlos—. Hay algo por lo que estar alegres, diganlo —murmuró, cerró sus ojos color cielo y frotó su nariz de botón en el hombro del beta.

Los dos permanecieron en silencio, no buscaban nada que fuera alegre.

—Yo estaba pensando en cuando... Corríamos libres, sobre el pasto, entre los árboles... En qué aullabamos hasta que nuestras gargantas dolieran, y perseguimos pájaros y ardillas y a cualquiera que se nos cruzara... —contó Dick—. El aire era fresco, y el clima era tibio, y todo era cálido, porque estábamos juntos, estaba Wally... Y Timmy... Y también Jason, y yo también.

—Dickie, ¿Cuándo fue eso? —Tim frunció el ceño, no recordaba tanto.

Había ido a correr con Dick y Wally un par de veces, cuando visitaban a la familia del pelirrojo, y salían a correr por los campos y bosques cercanos.

Pero no estaba Jason.

Antes de que el omega hablara, parecía no haber escuchado la pregunta de Tim, sus ojos continuaban cerrados y una sonrisa se plantaba en su rostro, Jason miró al alfa y negó, para indicarle que lo dejara seguir.

—¿Qué más pasaba, pequeño? —lo alentó a seguir, su lobo estaba emocionado en su interior, su parte humana un poco más preocupada.

Los delirios eran comunes en la fase terminal de un lazo roto.

OUR LAST DAYS ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora