había pasado la peor noche de mi vida y no estoy exagerando cuando digo la peor. La discusión con Lauren la noche anterior me dejó algo pensativo, no fui nada compresivo con ella y la lastime, en parte ella tenía la razón pero mi orgullo no me permitió dársela.
Preferí no ir a la fiesta, gracias a Camavinga me enteré que en la fiesta estaría Karen así que preferí quedarme en casa y cancelar todo lo relacionado con la fiesta. Solo tenía un nombre en mi cabeza y ese era Lauren, recordaba las hirientes palabras que le dije y su respuesta llena de ira y decepción y ni hablar de su mirada cargada de tristeza y amargura era una imagen que no podía borrar de mi mente por más que quisiera hacerlo.
La luz del sol filtrándose por las cortinas apenas lograba iluminar la habitación de Jude, creando una atmósfera sombría que reflejaba su estado de ánimo. Se despertó con un nudo en el estómago, recordando la discusión acalorada con Lauren la noche anterior y la sensación de vacío al no tener noticias de ella desde entonces. Con paso pesado, Jude se levantó de la cama y se dirigió hacia la cocina. El café recién hecho llenó la habitación con su aroma reconfortante, pero no pudo sacudirse la sensación de inquietud que lo invadía. Mientras tomaba sorbos de su taza, su mente divagaba entre recuerdos de la discusión.
El teléfono de Jude yacía en su mano, mientras miraba fijamente la pantalla esperando desesperadamente una respuesta que nunca llegaba. Los mensajes que había enviado a Lauren permanecían sin respuesta, como burbujas vacías flotando en el vacío.
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-Amor...
-Perdón, lo lamento
-Por favor escúchame
-Cariño
-Lau
-LaurenAustin
-Lauren, por favor, dime algo. Estoy preocupado. Necesito saber que estás bien.
-Lauren, esto no puede seguir así.
-Por favor, solo dime que estás bien.
-Estoy aquí para hablar y arreglar las cosas, pero necesito saber que estás bien.
Pasaron minutos que se sentían como horas, pero el silencio de su teléfono persistía, un eco sordo de su angustia y preocupación. Jude enviaba mensaje tras mensaje, cada uno más desesperado que el anterior, rogando por una señal de vida, una muestra de que Lauren estaba bien.
Cada mensaje enviado era seguido por un silencio ensordecedor, una respuesta vacía que cortaba como un cuchillo afilado. Jude se sentía atrapado en un torbellino de incertidumbre, incapaz de concentrarse en nada más que en la falta de respuesta de Lauren.
Finalmente, con un suspiro resignado, Jude dejó el teléfono a un lado y se dejó caer en el sofá, abrumado por una sensación de impotencia. No sabía qué más hacer. Su mente daba vueltas en círculos, buscando respuestas que parecían esquivarle a cada paso, la habitación se sumió en un silencio pesado, roto solo por el sonido lejano de su propio corazón latiendo con fuerza. Jude se aferraba a la esperanza de que recibiría una respuesta de Lauren, pero por ahora, solo podía sentarse en el silencio y esperar.