𝟎𝟎𝟕: 𝙰𝚋𝚞𝚛𝚛𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 ✓

365 43 24
                                    

Ya era tarde, Fang estaba acostado en la camilla como todos los días

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya era tarde, Fang estaba acostado en la camilla como todos los días. Quién sabe dónde estaba Edgar, había salido hace unas cuantas horas y aún no había regresado. Aunque el héroe nunca lo admitiría en voz alta, estaba empezando a preocuparse; el villano, antes de irse, había anunciado que llegaría tarde. Se había ido con sus serpientes robóticas y su traje.

El tiempo transcurría sin gloria y sin gracia. El reloj de cuco antiguo indicó las seis de la tarde; el cielo oscuro y nublado se veía a través de las altas y pequeñas ventanas, llovería pronto. El silencio solo era interrumpido por el insistente pitido de la máquina para medir su pulso. Este era firme pero lento, como si cada latido fuera un lamento y una queja silenciosa. Divagaba en su mente, pronto caería en los brazos de Morfeo. Arrullado por la lluvia que comenzaba a caer golpeando las ventanas y entrando por algunas goteras, su sistema se apagó y descansó.

Varias horas después, la lluvia había empeorado; ahora golpeaba con fuerza y el viento doblaba los árboles. Las goteras creaban charcos en el suelo y caían sin cesar, haciendo así una sinfonía. Fang estaba aburrido, miró la hora en el reloj antiguo y marcaban las diez de la noche. Había dormido cinco horas y ya no tenía más sueño; mirando el techo fue que se le ocurrió la idea del siglo. Edgar hace unos días, en busca de la cura, había creado una sustancia que le permitía a Fang estar 9 horas exactas sin estar conectado a una máquina. Fue un gran avance para descubrir cómo curarlo, pero ahora ese suero solo servía para que Fang estuviera un tiempo haciendo cosas de vida cotidiana. Pese a que estuvieran en una base secreta sin tener permitido salir, estaba muy bien equipada con los instrumentos necesarios para vivir cómodamente. Entonces, el héroe decidió que lo mejor era inyectarse algo de ese nuevo suero; no era para nada dañino, simplemente no era muy cómodo de usar y no era una cura permanente. Tomando la jeringa que estaba al lado de él en caso de emergencia que necesitara huir rápido. Inyectó el líquido en su cuerpo frunciendo el ceño; nunca le habían gustado las agujas.

En un santiamén, Fang estaba desconectado y listo para recorrer la inmensa guarida. Ahora que no estaba Edgar, podía recorrer a su antojo. El villano le había prohibido ir más allá de la puerta de su habitación y además estaba aún más prohibido intentar entrar a alguna puerta que tuviera un símbolo de peligro en su entrada. Fang no iba a negar que le daba cierta intriga pero su instinto de auto preservación era más fuerte que su curiosidad; era alguien bastante miedoso en algunos aspectos. Saliendo del gran laboratorio se dirigió a la cocina; tenía hambre y viendo que Edgar no regresaría a cocinar, se dedicó a prepararla él mismo. ¡Ah! Él tenía ganas de comer la comida de Edgar; cocinaba muy bien el chico pese a su edad; él solo quemaba el arroz. Mientras hacía unos simples huevos revueltos, su mente estaba distraída pensando en dónde y cómo estaría el villano. Detuvo sus movimientos, ¿desde cuándo se preocupaba por Edgar? Eran enemigos, bueno, gusto ahora tenían un alto al fuego, pero cuando su percepción hacia Edgar había cambiado, no sabría decirlo con seguridad.

-Probablemente es el inicio de una amistad -dijo el héroe a la nada. -Incluso capaz logré llevarlo al lado de la bondad -seguía hablando solo.

Terminó de hacer sus huevos revueltos y se sentó en la isla de la cocina. La misma cocina era espaciosa y alta, con varios muebles altos que guardaban utensilios, una gran heladera llena de comida y una isla en el centro hecha de mármol. Cabe recalcar que todas las superficies de la cocina están hechas de mármol, seguro habría salido muy caro todo. Pero Edgar era hijo de un multimillonario CEO de una empresa muy conocida, bueno, por lo menos conocida cuando aún funcionaba, ahora había pasado a ser dominio del estado y esta al borde de la quiebra. No tuvo un final muy bueno. Luego de comer, decidió caminar un poco. Si tenía toda la guarida para él, debía aprovecharla al máximo. Corrió por sus largos pasillos; estaba demasiado centrado en volver a sentir la energía en cada músculo, él era una persona que no paraba quieta, siempre deseando iniciar un nuevo proyecto. Sin darse cuenta, piso uno de sus cordones cayendo de cara al piso y chillando de dolor; su cuerpo aún era débil y los golpes repercutían más fuerte.

𝐥𝔫𝔳𝔢𝔯𝔬𝔰𝔦𝔪𝔦𝔩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora