Lejos de desaparecer, los síntomas se repetían cada vez con más fuerza. Y tenía además, una angustia descontrolada: no dejaba de llorar, literalmente, no podía estar sola y buscaba abrazos y contacto físico todo el tiempo.
Claro, lo que hice después fue ir a un médico, y físicamente no encontraban nada. Vale recordar que esto era en los años noventa, y en ese momento se desconocían los ataques de pánico o ansiedad. No era común hablar de eso y no había muchas alternativas de ayuda más que ansiolíticos.
Sentía cada vez más la sensación física de lo que hoy llaman DESPERSONALIZACIÓN, todo se veía distante, los mareos eran muy fuertes, la calle daba terror y todo era muy real, aunque me dijeran lo contrario.
La dependencia con mi novio crecía y él hacía lo que podía para ayudar. Las amistades no sabían nada y cuando él se cansó, me dijo que cuando estuviéramos juntos yo no tenía que sentirme mal; obvio que esto me angustiaba más, pero lo intentaba por miedo a que me deje. Todo era horrible. El miedo a la muerte era inmenso. No dormía, no comía; estaba extremadamente delgada y triste, muy, muy triste.
omizxE
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Los Ataques De Pánico Salvaron Mi Vida
SpiritualBreve historia personal,en donde cuento cómo salir fortalecida de una traumática experiencia que termina siendo una de las mejores cosas que me sucede. La intención al darle orígen a esto,es compartir y ayudar a quienes sientan empatía con esto.