Busqué ayuda terapéutica. Una psicóloga muy piola. Pero yo no le contaba todo por temor y vergüenza, y no avancé. Además me costaba muchísimo manejarme en la calle ya que tenía todas las fobias juntas y terror de descomponerme cuando iba, asique esa terapia terminó pronto.
Lo que más me asustaba era la fuerza con que latía mi corazón, nunca lo había sentido dar esos golpes en el pecho, como la masa de un albañil tirando una pared...Acá les cuento uno de esos momentos de mi vida:"Tren. Tarde a la noche. Ya tenía una leve mejoría de los síntomas. Visité a una amiga y volvía a casa; al subir, estaba un poquito nerviosa, pero nada que no pudiera manejar, pensé. El vagón casi vacío, las luces se me volvían tenues, pero no me dejaba ganar por mi cuerpo. El movimiento me hacía sentir mareada y asustada. Agarré fuerte mi mochila, y me puse los auriculares de mi viejo y querido walkman, pero no podía: la taquicardia se hacía presente y claro, cada vez más fuerte. Latía mi cabeza y todo el cuerpo temblaba. Miré alrededor, el clima no ayudaba, gente extraña, dos o tres personas.
A pesar de todo, me dije que iba a resistir, a llegar a destino .Mi cuerpo ya estaba en trance de locura, todos los síntomas a flor de piel.
El viaje era el infierno y el más largo de mi vida. No había posibilidad de bajarme antes de mi estación porque era una zona peligrosa y muy tarde. Tenía que aguantar. En tiempo real, fue media hora, treinta minutos de viaje, para mí, claro, eterno.
La estación deseada se acercaba .Estaba de ahí a ocho cuadras de mi casa, y no podía caminarlas porque estaba muy mareada. El miedo era paralizante y seguramente el cuerpo trabaja para sobrevivir ese momento sin que uno se de cuenta.
A lo lejos vi un bar. La luz me iluminó la vida. Entré sin dudar y pedí una gaseosa, me senté y dije que me había bajado la presión. Usé el tel. y llamé a mi madre, que sin dudar vino con su auto a buscarme. Agradecí al Sr. del bar y salí. En pocos minutos estuve en casa.
Otra pesadilla había pasado y se sumaba a las anteriores."
Ya más tranquila, llegó el enojo. El enojo de que esto,"el pánico", no se iba de mi vida. ¿Por qué?, pensaba y trataba de buscar culpables. Otra vez me sentía en el mismo lugar, otra vez como si no hubiera avanzado nada, otra vez ganaba el miedo y me paralizaba. Me sentía víctima en un mundo horrible y todo era un sin sentido.
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Los Ataques De Pánico Salvaron Mi Vida
SpiritualBreve historia personal,en donde cuento cómo salir fortalecida de una traumática experiencia que termina siendo una de las mejores cosas que me sucede. La intención al darle orígen a esto,es compartir y ayudar a quienes sientan empatía con esto.