Capítulo 2

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A la mañana siguiente me desperté debido a que escuché un fuerte chillido, que supuse que era de Cloe.

Anoche me acosté yo sola en casa y esta mañana me he despertado con Cloe y con Céline en el piso.

Con la cara hinchada de dormir y mis pelos de loca, salí de la habitación para encontrar a Céline y a Cloe en la cocina haciendo tortitas. Cloe se había llenado toda la sudadera que llevaba puesta de masa, y enseguida entendí el porqué del chillido.

Las miré con el ceño fruncido mientras me rascaba el ojo derecho con la palma de la mano y ellas sonrieron culpables al verme.

–Lo siento por el grito– Sonrió Cloe.

–Es algo habitual en ella, ya te acostumbrarás– Me dijo Céline mientras echaba masa de tortitas sobre la sartén. Cloe, mientras tanto, frotaba trabajosamente la mancha de su sudadera.

Me senté encima de la barra de la cocina y me limité a mirar lo que hacían. Tenía demasiado sueño, ni siquiera sabía la hora que era.

–¿A qué hora volvisteis?– Pregunté mientras agarraba una manzana del frutero y le daba un mordisco.

–Más o menos tarde, tu ya estabas dormida y ni te enteraste– Respondió Céline.

–¿Y qué tal os fue?

–Bastante bien– Esta vez respondió Cloe–, pude ver a mi hermana después de casi un año porque está trabajando en Alemania y su marido y todo son de allí. Viene muy pocas veces a visitarnos.

–¿Y tus sobrinos dominan mejor nuestro idioma o el alemán?– Curioseó Céline.

–Antes nuestro idioma, ahora el alemán.

–Bueno el alemán no es un idioma fácil, eh– Comenté.

–Ya, yo no sería capaz de aprenderlo la verdad– Rio Cloe–, y tú qué, Céline, ¿qué tal con la abuela de Aaron?

–Muy bien, como siempre– Respondió–, ya están muy acostumbrados a verme por allí.

Seguía mordiendo la manzana mientras pensaba en mis cosas y miraba a un punto fijo y parece ser que se dieron cuenta con lo cual se quedaron calladas un momento.

Yo, al darme cuenta de ese silencio, aparté mi vista del punto fijo, es decir, del suelo, y las miré. Ellas me observaban expectantes como esperando a que yo dijera algo.

–¿Qué?– Es lo único que dije.

–¿Qué tal te fue ayer sustituyendome?– preguntó Céline.

Fue genial, sin duda, la mejor experiencia de mi vida, diez de diez, lo volvería a repetir.

Nótese el sarcasmo.

–Estuvo...– Tuve que contenerme para no decir lo que en realidad pensaba– ...interesante.

–¿Interesante?– dijo Cloe enarcando una ceja.

–¿Por qué es interesante?– Añadió Céline.

–Ese chico, tu compañero, es... – Busqué la palabra correcta, pero no la encontré– ...curioso.

Céline y Cloe se miraron con el ceño fruncido para después posar sus ojos en mí con esa misma cara.

–¿Curioso?– Repitió Céline.

–Cam te parece curioso– También repitió Cloe levantando las cejas y asintiendo con la cabeza.

La tortita se estaba quemando, por cierto.

Céline se dio cuenta y en seguida la apartó del fuego. Retiraron la masa e hicieron una pausa para dejar de hacer tortitas.

–O sea, no curioso de interesante– Empecé, y ellas parecían estar prestándome mucha atención–. Si no que, más bien, curioso de borde.

La chispa del odio || #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora