Capítulo 8

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–Sí, estoy bien, mamá.

–Ah, bueno, no lo sabía, hija, como se te ha olvidado que tienes familia...

Puse los ojos en blanco y suspiré, ¿en serio?

–Sabes que no es así, mamá.

–No, hija, yo ya no sé nada.

Que dramática.

Mi madre estaba algo cabreada conmigo porque no la había llamado en dos días. No la juzgaba, pero se ponía demasiado dramática cuando no la llamaba. Eran las nueve de la mañana, y ya me estaba cayendo el rapapolvos del siglo.

Esa mañana cuando me desperté, Cameron ya no estaba ahí, así que supuse que se había marchado muy temprano porque tendría que trabajar, o ir a clase, o lo que fuera que tuviera que hacer. Como fuera, ya había vuelto la luz, y también la cobertura, así que por eso llamé a mi madre.

–Es que ayer hubo un apagón en toda la ciudad. Se cayó el wifi, y dejó de haber cobertura– Le expliqué tranquilamente para frenar su dramatismo.

–¿Un apagón en una ciudad?– Preguntó casi aguantando la risa–, ay, hija, ¿en qué mundo vives?

–Pero que es verdad– Insistí–, pregúntale a quien quieras.

–No hace falta– Concluyó–, tienes suerte, tengo que irme al trabajo, pero si no, seguiríamos hablando.

–Tranquila, mamá, ya hablaremos cuando puedas– Le dije, finalmente.

Me despedí de ella lanzándole un beso al móvil y le colgué. Dejé el móvil en la mesilla y antes de ponerme de pie suspiré de nuevo. Que vida más dura.

Irónicamente, claro.

Hoy sería otro día más sin ir a clase, por suerte, no tenía apenas clases obligatorias, así que podía saltármelas. Llevo faltando dos días, solo porque no quiero encontrarme con Teo. Ya lo sé, es algo que está mal hecho, y que no debería de hacer, además de que no podía estar evitándolo de por vida solo por un simple beso, ¿no?

Me puse de pie y me dirigía a la cocina, en la cual estaban Celine y Cloe, más contentas de la cuenta y susurrando, mientras miraban algo en el móvil. Fruncí el ceño al ver aquella extraña situación y carraspeé la garganta para que se dieran cuenta que yo estaba allí.

–¿Qué susurráis?– Dije, levantando una ceja y acercándome a ellas.

De inmediato, se pusieron más serias que un ajo y escondieron el móvil, o más concretamente, Cloe se sentó encima del móvil.

–¿Qué dices?– Dijo Céline actuando con normalidad. Hace un segundo estaban de risitas y ahora la cara les llegaba al suelo, ¿qué les pasaba?

–He dicho que porqué os reís tanto– Repetí.

–No, nada, un meme que he visto en instagram, y se lo he enseñado a Celine– Me explicó Cloe.

Céline asintió con la cabeza. Mientras, yo las miraba con mirada sospechosa entre cerrando los ojos, y ellas sonreían como un par de angelitos.

–¿A ver?– Dije mientras estiraba mi brazo para alcanzar el móvil de Cloe–. ¿Me lo enseñas?

–No, es que ya he apagado el móvil...– Dijo esta, agarrando el móvil con sus manos con toda su fuerza.

–Pues enciéndelo de nuevo– Mascullé, mientras hacía fuerza para arrancarle el móvil de las manos a Cloe.

–No tengo apenas batería...– Dijo Cloe tirando el móvil hacia sí misma.

La chispa del odio || #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora