Prólogo

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El tiempo será nuestro testigo, el inexorable mañana se cierne sobre los Mil Hijos y por primera vez el futuro se esconde de nosotros, al menos, es lo que tememos todos aquellos que vemos más allá del velo de la realidad y el tiempo. Porque al cerrar los ojos veo oscuridad donde antes hubo luz, distingo sombras tras la humanidad buscando alcanzarla, consumirla, las certezas del pasado se desdibujan en una pesadilla eterna, la incertidumbre me acerca al precipicio de la duda, recordándome que la vacilación es la condena de los hombres, pero prevalezco, nos imponemos, no por ego o ceguera, la desobediencia nace de nuestro amor, amor al ideal, amor al sueño, amor a la Humanidad.

Eso es lo que busca transmitir este libro, amor, una palabra vetada de nuestro vocabulario, excluida de tertulias, de libros, de reportes, olvidada en casa, guardada en las bóvedas del Palacio Imperial, lejos de cualquiera que ose mancillarla, pero sigue ahí, la dejamos atrás hace tantos años para protegerla, cuidarla de devotos que en su ignorancia corromperían su significado, resguardarla de nuestra ira, envidia, deseo y corrupción. Las ordenes han sido claras, debemos mantenerla en desuso, esperar, mantener la calma hasta erradicar a nuestros enemigos para proclamarnos dueños de la galaxia una vez más, cuando ese momento llegué tal vez podamos recordar.

Y sin embargo, nos alarma que sea demasiado tarde para hacerlo, nosotros que estamos tan expuestos a ese sentimiento, a todos, nos vemos sumergidos en ellos, no es algo que se pueda evitar o que se desee, es un hecho, inamovible, otra de las verdades humanas, nacemos cerca de la barrera entre la realidad y lo abstracto, nos formamos viendo más allá de lo físico, vivimos envueltos en lo irreal, lo respiramos como aire, lo necesitamos como agua, fluye por nosotros cual sangre llenándonos de vida. La verdad es que lo hace en todos los humanos de este basto Imperio, está ahí, un manto invisible, la única diferencia es que nosotros podemos percibirlo, esa es la razón de nuestra preocupación, deseamos iluminar a los seres humanos con ese conocimiento con el único fin de evitar más daño por su ignorancia y obtener a cambio beneficios que nos harán trascender como individuos, alcanzar una hermandad más allá de la raza, alcanzar la idea de un Imperio que prevalezca a través de las estrellas y los milenios.

Ese es el motivo de los Mil Hijos, existimos más allá del campo de batalla como el resto de las legiones astartes, cada una forjada por las manos del Emperador para construir el futuro. La lógica, la razón, argumentaría que si ese también es un hecho, la jerarquía debería preferir las palabras del Señor de la Humanidad, yo obedezco este mandato, yo que nací en la Cuna de la raza humana, a mí que me moldearon como un ángel a su servicio bajo la luz del primer satélite, yo que al llegar al mando de mi padre llevaba ya conmigo las ordenes de luchar y morir en nombre de la esperanza, todo eso me impulsa a solicitar comprensión para mis hermanos, para todos aquellos que no tuvimos elección, porque tanto para ellos como para mí, el Inmaterium es la lógica y la razón, más allá de eso, es el sentimiento, la fuerza inexplicable que guía cada paso.

Lo leerán en cada página si nos permiten llegar a ustedes, es el móvil de la autora de esta historia, remarcar nuestra más grande virtud y debilidad, que a pesar de que no tuvimos la elección de sufrir por nuestra propia mano o ajena, de tener que recluirnos en un planeta lejos del resto, ocultarnos de aquellos quienes se niegan a dejar de temer aquello que desconocen, negarnos a cerrar nuestros propios ojos, desconfiar de nuestros sentidos, a pesar de todo eso seguimos peleando. Inicie este prólogo con sinceridad, ahora solo veo llamas, una condena de oscuridad sobre aquellos menos culpables pero mis hermanos no caen en eso, mi padre no cree eso, la autora se niega a tal pesimismo, ellos siguen vislumbrando el futuro como siempre lo han hecho, brillante, con la confianza que confiere conocer tu meta y aferrarte a ella.

Volveremos, seguiremos velando por el conocimiento, por la razón que acabe con el miedo, con el odio e ignorancia, nunca dejaremos de creer en el potencial humano. Esas son nuestras convicciones, solo espero que esta vez las convicciones no sean más peligrosas que las mentiras, y si resulta ser así, que en estas palabras, que en nuestras vivencias, encuentres consuelo, hermano mío, para después liberarte de nuestro recuerdo, dejar de usar nuestro nombre, enterrarnos permitiendo nuestro olvido, para que tú puedas seguir en la batalla, los psíquicos prevalecieron en el Primer Milenio, en la Edad Oscura de la Tecnología, durante la Larga Noche, en la Gran Cruzada ,nosotros no somos su inicio, ni seremos su final, solo somos estudiantes que tratan de llegar a ser maestros, fallar en eso es más noble que nunca haberlo intentado.

Jnum, Corvidae de la legión de los Mil Hijos.

La Serpiente de TizcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora