Raptora / Apothecarion I

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El apotecario volvió a tocar la puerta tres veces como la primera vez, ambos marines espaciales esperaron pacientemente detrás de la puerta, uno de ellos se pasó la mano por el cabello presionando una vez más sus rizos ante la mirada tranquila del otro, solo se movieron cuando escucharon la voz de la mujer detrás de la puerta permitiéndoles la entrada. La mujer ya conocía al Jefe Apotecario sin embargo le pareció que en esta ocasión se había esforzado más en su apariencia, en su primer encuentro había vestido llamativamente, pero nada fuera de lo normal para la legión, en cambio ahora parecía casi portar un disfraz y su rostro también reflejaba que no está del todo cómodo con su atuendo.

Llevaba una prenda que la rememoradora no conocía, era similar a una túnica pero con mangas largas, botones al frente y un cuello alto, justo al tamaño de su garganta, cubriéndola, su complexión lo ayudaba a verse bien, si fuera más ancho la tela se tensaría sobre sus músculos por lo que definitivamente era uno de los pocos Astartes que podrían vestirlo decentemente, era de color arena y tenía los bordes tejidos con fino hilo rojo que formaban diseños espirales reminiscentes a flores, sus manos estaban decoradas con un par de anillos dorados, además portaba, como siempre, su collar de escarabajo alado, lo que más atrajo a la rememoradora fue el delicado maquillaje sobre su rostro, no parecía acostumbrado a él pero el delineado de sus ojos hacia resaltar aún más su par de tatuajes.

La mujer lo analizo rápidamente, pues no esperaba a su acompañante, quien la sorprendió aún más, el Jefe Apotecario se veía mejor que en su primer encuentro, pero su compañero lo dejaba muy por detrás en cuanto a belleza y porte. El marine de pelo castaño era todo lo contrario al primer acompañante del apotecario, con su delineado llamativo lograba resaltar sus ojos oscuros en su piel algo tostada, un rasgo característico de los Prosperinos y aun así, él era unos tonos más claros que la mayoría, lo que dejaba ver las pecas sobre el puente de su nariz recta además de destacar sus labios que claramente estaban coloreados con algún tono de rojo.

Su atuendo no se quedaba atrás, vestía una túnica corta que dejaba ver sus piernas y pies con sandalias que amarro a sus tobillos con varias vueltas dando la sensación de delicadeza a pies que serían capaces de aplastar cráneos sin problema alguno. La tela de un morado saturado cubría su torso pero no sus brazos aun así el marine llevaba un par de brazaletes dorados en cada muñeca de dónde sostenía una fina tela lila que estaba conectada a su túnica dando la sensación de ser una especie de alas, pese al espectáculo que presentaba, ni su atuendo, ni su maquillaje, ni sus joyas ocultaban un ápice de su fuerza, no era tan grande como el primer acompañante del apotecario pero definitivamente contaba con todas las características de un ángel de la muerte, rezumaba fuerza física a través de sus grandes manos, hombros anchos y músculos tensos.

Si la rememoradora no estuviera segura de su entorno podría asegurar que se encontraba ante un marine perteneciente a la tercera legión pero conocía los rasgos, los modismos y el acento de un hijo de Magnus el rojo, aun así, no pudo ocultar su sorpresa ante tales contrastes, el Jefe apotecario tenía una postura firme pero reservada, una mirada intensa pero humilde mientras que su compañero destilaba su orgullo con tanta pompa que podrían acusarlo de ególatra y pese eso, su sonrisa era sincera, su postura relajada y su aura brillante.

- Bienvenido de vuelta Jefe apotecario, es un honor que haya aceptado regresar - me incline después de un rápido vistazo, no esperaba que volviera, creo que disfruto nuestro primer encuentro sin embargo su compañero, Jnum, no lo hizo, y como solo había aceptado mi invitación con la condición de venir acompañado no pensé que regresaría, afortunadamente lo hizo y no lo hizo solo.

- Gracias Verero, el honor es mío, permítame presentarle a un buen amigo mío - me levanté para ver cómo se hacía a un lado para permitir que su acompañante se aproximara - Le presento a Bast Ankh, Practicus del maestro T'kar - su compañero solo sonrió y se acercó a mi extendiéndome su palma con una delicadeza inesperada en un gesto que esperaba una respuesta, le ofrecí mi mano poniéndola sobre la suya esperando no estar equivocada, afortunadamente si entendí su gesto, cuando tuvo mi mano cerro sus dedos sobre ella sin presionarme, solo sujetándome un poco después se agachó realizando una leve reverencia mientras se inclinaba, fue un pequeño gesto pero lo realizo de manera tan amable que me sorprendió, además es el primer marine espacial que me ha ofrecido un reconocimiento así.

La Serpiente de TizcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora