Fragmento del pasado.

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La larga ventana dejaba a la vista la inmensidad del espacio, pequeñas estrellas lejanas resplandecían tenuemente mientras que el planeta más cercano brillaba con mayor intensidad que el resto, aún se podía ver el liliáceo color de su superficie a la distancia en la que se encontraba el Photep, nave insignia de la quinceava legión. La habitación que brindaba esta vista no era más que una bodega de carga o al menos ese había sido su uso antiguamente, ahora se había convertido en la sala de trabajo para una de las primeras rememoradoras de la legión, la cual se paseaba nerviosamente por la sala mientras esperaba a sus invitados.

Agradezco la "nueva oficina" pero no creo tener suficiente espacio para más de dos astartes aunque eso puede ser una ventaja, voltee a ver la ventana, si, definitivamente me agrada este lugar, rara vez las naves tienen ventanas y si las tienen solo están en la cubierta principal, es claro que el Primarca hizo muchas variaciones a la típica manufactura del Imperio, sus enormes pasillos con columnas, las bibliotecas, en plural, que son una excentricidad en cualquier otra flota pero aquí parecen una necesidad, o este tipo de iluminación con antorchas, cuando pedí algo más brillante para esta habitación no esperaba esto y pese al fuego sigo teniendo frío, la ventana es hermosa pero el espacio roba calor.

La mujer se acercó a las llamas que iluminaron su corto cabello rubio que ya se veía interrumpido por un millar de canas, no le molestaba como tampoco lo hacían las tenues arrugas que revelaban en parte su edad, era mayor de lo que aparentaba pero gracias a diversos tratamientos seguía manteniendo una apariencia con la que se sentía cómoda sin engañar tanto a los que la miraban, por eso también prefería no usar guantes, dejaba que todos mirarán las marcas de su amada profesión, la escritura, que se veía reflejada en un manojo de pequeñas cicatrices en sus palmas, prefería el método clásico de sujetar una pluma y manchar el papel con sus palabras aun así con los años fue cediendo a algunos instrumentos de grabación de datos.

Me alegro de haber logrado ascender a rememoradora, estoy segura de que con este cambio mi vida será más tranquila, después de todo Wallace lo vio y sucedió, la tropa expedicionaria veintiocho me reclutó en cuanto abandone el frente de batalla en el Secmentum Pacificus, además por lo que escuche de mis compañeros estoy haciendo algo sin precedentes, entrevistar a un astartes y no solo me quedé con el honor de ser la primera, no nunca podría limitarme a tan poco, entrevistar a dos astartes dónde uno ostenta el nuevo puesto de Jefe Apotecario.

Seguiré trabajando con entrevistas, en mi tiempo como itineradora fueron bastantes útiles, publique miles de pequeños retratos de generales, capitanes, artilleros y hasta de soldados de infantería, un poco maquillados a veces por órdenes de mis superiores pero ahora por fin tengo mayor libertad editorial, él único que puede censurarme ahora es el mismísimo Primarca.
Por eso esto debe ser perfecto, al fin un astartes se digna a dirigirme más que un seco "Hola" o " Retírese por favor" la mayoría son amables pero a contados les he sacado más que unos minutos de plática, es una suerte que el Jefe Apotecario al fin cediera, le mandé solicitudes desde su nombramiento pero no fue solo hasta que le di la posibilidad de realizarla junto con otro marine que me respondió y acepto.

El perfil de la mujer podría demostrar su edad pero esto se veía opacado por su entusiasmo palpable al hablar, sus manos rápidas al escribir y sus ojos vivaces que recorrían cada detalle de sus entrevistados, reconociendo los detalles que forman una buena historia, los que hacen a una persona, ella podía verlos, ya que detrás de su mirada se ocultaba un dote que le daba una ventaja en su línea de trabajo o desventaja en la vida al ser capaz de ver la verdad de cada ser.
Sus pasos se detuvieron abruptamente mientras que sus ojos azules se clavaron sobre la puerta cuando escucho tres pequeños toques, sus invitados al fin habían llegado, se acomodó un poco la ropa para después permitir a sus invitados dentro de la habitación

La Serpiente de TizcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora