Tres planetas verdes

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Salkar Mec Prime amaneció con el rugido de millones de pieles verdes clamando por guerra, los espesos bosques del planeta se vieron colmados por el sonido de sus pisadas, tambores y armas, una cacofonía que ni siquiera la lluvia constante era capaz de frenar, sin embargo, desde ese día la fuerza unida de dos legiones astartes se uniría al coro bélico del planeta, en una conquista planetaria donde ninguna de las dos fuerzas estaría dispuesta a perder ni un metro del territorio ganado.

Los Portadores de la Palabra llevaban varios meses en el planeta, conteniendo a las crecientes fuerzas orkas, incapaces de hacerlos retroceder pues sus compañías se encontraban divididas en el resto del sistema. La Fidelitas Lex dominaba sobre los tres mundos principales, denominados "La Trinidad", de la poderosa nave gris surgían pequeños navíos a borbotones, algunos en dirección a las rocas más lejanas del cinturón de asteroides que rodeaba al sistema en una media luna protectora, otros tan solo subían y bajaban del planeta principal llevando municiones para después subir supervivientes.

Sin embargo, no era suficiente o tal vez lo sería con el tiempo, pero no contaban con él, los ojos del Imperio los juzgaba, pero más importante para ellos, el Emperador, amado por todos, desaprobaría sus fallas, fallas que condujeron a este incidente.

Por lo que, la llegada de la quinceava legión fue recibida con apreció, la diecisieteava podía confiar en sus primos más cercanos, ellos no vendrían a juzgarlos por su manera de hacer la guerra, tampoco serían indiferentes o directamente agresivos, no, los hijos de Prospero llegarían a iluminarlos en el campo de batalla. Ese pensamiento se esparció guiado por las palabras de su Primarca y capellanes, provocando que al verse ayudados, la legión de gris reanudara la guerra con una mayor resolución que antes, volviendo a la selva con feroces gritos llenos de consignas que clamaban por la victoria en el nombre del maestro de la humanidad, la gloria para su padre genético y por la salvación de los mundos del gran Imperio.

Sin la misma pasión exaltada pero con una resolución similar, la quinceava legión arribo a la zona de guerra con ordenes e intención de asistir a sus primos, fueron dispersados en el sistema de forma estratégica y metódica, aun así, en cuanto chocaron las armas con los alienígenas quedo claro para todos sus ansias de venganza. Venganza contra aquella raza que los había hecho sangrar recientemente, era evidente ya que la legión, acostumbrada a ser discretos con sus habilidades ahora no parecían interesados en contenerse, más de un orko termino incinerado al correr hacía un Pyrae, otros implotaron manchando las armaduras de los Pavoni y los Raptoras, mientras que los Athanaean y los Corvidae evitaban terminar cubiertos de sangre xeno al acabar con ellos de manera precisa al conocer previamente todos sus movimientos.

Del otro lado de la lucha, los alienígenas no se detendrían por la llegada de otra fuerza, al contrario, se lanzaron a los centros de población en busca de pelea como solo su raza la deseaba. En los antiguos invernaderos nacían xenos cada vez más grandes, entre la tierra cenagosa por la lluvia y la suciedad, los squigs surgían a borbotones, donde antes se erguían fábricas de procesamiento de comida ahora los mecánicos creaban ídolos a sus dioses, avatares de metal corroído que, sin explicación lógica, eran capaz de moverse por la espesura, sin embargo, debido al crecimiento exponencial, los orkos no contaban con un líder, los primeros en llegar se concentraron en pelear contra los defensores planetarios, y después de consolidar su territorio empezaron a salir de La Trinidad para dominar los mundo adyacentes, robando naves imperiales o contaminándolas con esporas, en Salkar Mec Prime los especímenes más grandes se mataban en pantanos de azufre por el liderazgo, situación que se repetía en el resto de mundos, los caudillos que surgían de los combates eran rápidamente superados por otro grupo, cada uno con diferentes objetivos, solo un detalle se mantenía en la mayoría de planetas, los mecánicos, estos se habían atrincherado en las fábricas y eran hábilmente protegidos pues llenaban de pinchos a cualquiera que les pagará además habían empezado a decorar las armaduras con cascos grises, el resto de orkos no tardaría en llevarles cascos rojos para lucirlos.

La Serpiente de TizcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora