Irinia no siempre fue el monstruo que conocemos, ella era feliz una mujer alegre que contagiaba a todos de alegría sin importar que hubiera sangre enemiga en sus manos.
— Buenos días muchachos. — Parecía una niña en el cuerpo de una bella mujer de ojos miel con su cabello negro bien peinado.
— Oh, capitana Irinia, bienvenida a nuestra central. — Saludan unos cuantos soldados. — ¿Qué nacionalidad trae?
— Muchas gracias. Libanesa, si me disculpan me voy a presentar con el ministro.
Hasta que se topó con los Morgan. Esos ojos profundos que podían llevarte directo al infierno si te metías en su camino. La hipnosis que sintió cuando vio al coronel Morgan fue infinitamente mayor a lo que pudo soportar.
Los Morgan son codiciosos aún más cuando te topas con un rayo de alegría como lo era ella. Tienen el deseo de consumir cada fibra de felicidad, chuparla como si fueran los dementores de unos libros para niños.
— Lo siento. Pero no me gusta involucrarme con gente de mi trabajo. — Rechazarlo con una sonrisa fue su error.
— Solo es sexo, una noche. — Masculla.
— No puedo hacerlo. Pero muchas gracias por querer elegirme para algo como eso es alagador. — Sus palabras su condena.
El rechazo no le iba por ninguna parte a los Morgan, menos si era el niño malcriado del ministro, el único nieto de los Morgan mayores.
— ¡Sueltame, no quiero! — Los gritos dentro de la sala de interrogatorios fue una mancha a su alma pura.
— Nadie sobrevive en esta central con una alegría como esa. — Le arrojo la ropa después de sacar su miembro de su interior.
Tal vez Irinia estaba experimentando lo que era el sexo forzado a pesar de ser sexualmente activa. Su cabeza decidió borrar el recuerdo y hacer como si no hubiera sucedido nada.
— ¿Qué sucedió ayer? No recuerdo absolutamente nada. — La sonrisa en su rostro no demostraba una sola mancha.
— Irinia...
— No te preocupes Rachel, soy muy fuerte.
Pero en las noches en la oscuridad y soledad de su habitación gritaba con todas sus fuerzas liberando las lágrimas de dolor, agonía y suciedad. Hasta que una traición se metió entre ellas.
— Tú. Se lo dijiste a todo el mundo, lo lanzaste sabiendo que era un lobo hambriento, lanzaste la gacela al león.
— ¡No quise hacerlo! — Sus lágrimas fueron su único medio de salir de un aprieto.
— Rachel. Sabias que no quería nada con Christopher pero mentiste diciendo que mi fantasía era ser violada y tratada de esa manera tan baja. — El sabor amargo de una amistad perdida fue lo que la llevó a irse apagando.
ESTÁS LEYENDO
Blood red
FanfictionIrinia es convocada por la FEMF quien necesita de su ayuda la cual acepta por intereses personales.