Iron Walls. La cárcel de máxima seguridad, la mejor cárcel de la FEMF y del mundo estaba recibiendo por primera vez a alguien que marcaría sus muros para siempre.
Irinia camina con unas esposas en sus manos con su semblante completamente serio. Todos los presos se asomaban por las rejas con una sonrisa comenzado a chiflarle a la mujer diciéndole todo tipo de alagos.
— Camina bestia. — El guardia desde atrás le dio una fuerte nalgada a la mujer ocasionando que suelte un gruñido haciendo reír a todos los que presenciaron la escena. — No entiendo que hace una ricura como tú aquí dentro.
— Déjame demostrarlo. — La voz de Irinia salio completamente ronca haciendo que todos guarden silencio.
Irinia golpeó con su codo a los dos guardias, se agacho esquivando un golpe barriendo los pies del tercero. Con ayuda de las esposas lo comenzó a ahorcar hasta que sus ojos divisaron las llaves del metal en sus manos.
Con sus dientes arranco la oreja del guardia masticandola como un chicle para horror de algunos, mientras ella se deleitaba con los gritos y sabor del guardia. Las esposas calleron y justo sonó la alarma de la cárcel.
Todos corrían por los pasillos con sus armas creando una barricada con máscara de gas, con su arma aniquilo sin problemas a más de veinte guardias llevándose como a cinco presos por gusto.
— Vengan todos juntos. — Masculla Irinia trotando su cuello soltando una risa — Es mucha comida para mí pero no puedo negarme. — Se burla hasta que los tubos son activados comenzando a soltar un gas.
Irinia fue más rápida en quitarse a algunos de encima colocándose la máscara, varios calleron inconscientes pues ella perforaba una a una las máscaras.
— Baja esa maldita arma. — Christopher Morgan había llegado con su equipo táctico y máscara de gas negra. — Tienes las de perder.
— ¿De verdad? — Se burló y arremetió contra Christopher quien de inmediato retrocedió cuando vio las intenciones de romper su máscara.
— Rindete. Ahora. — Ordenó.
— Bien. Le quitas la diversión a la vida, siéntete libre de hundirte en mi estando dormida, no es la primera vez. — Se río quitándose la máscara inhalando el gas para caer desmayada encima de los cuerpos y charco de sangre.
Pensaron que se había terminado, pero esto fue solo el comienzo. Siempre había gritos dentro de la celda de Irinia, sus risas maniaticas por horas junto a los azotes a los barrotes por su propio cuerpo.
Los presos estaban hartos de escucharla pero a la vez tenían miedo, los guardias fueron desmembrados uno a uno cada que le llevanan comida que por el miedo dejaron de hacerlo sin saber que Irinia se comía extremidades crudas de los mismos guardias.
— Es demasiado peligrosa, todos tienen miedo para alimentarla es como un animal rabioso. — Informa el guardia — cada día que pasa se pone aún peor, hemos separado al resto de ella es como si cada que las jaulas se abren para ir al patio ella está lista para devorar a los demás.
— Es solo una mujer loca. Hagan lo necesario, deben someterla para que no salga nunca de Iron Walls. — Alex golpea el escritorio con violencia.
— Ministro. Todos le tenemos miedo, matarla de hambre no funciona e incluso intentamos que uno se haga amigo de ella para que al menos esté vigilada pero no funciona.
— Entonces tiren un gas, avienten la comida, ¡Lo que sea!
— Ministro el gas no funciona, tiene una máscara de gas que le quitó al guardia que atacó por última vez. Intentamos entrar para quitársela y mi compañero perdió un brazo apenas pudimos sacarlo de ahí.
— Incompetentes. — Masculla Alex — ¡Larguense!
La diversión que me provoca haberme comido a esos dos bastardos, los gritos de James cuando se los saque y me vio comerlos con tanto deleite.
Las ganas de explotar este lugar, de asesinar a todos los de afuera por aburrimiento como hice en Tailandia después de dar a luz.
Las rejas se abren y levanto la mirada para ver a mi nueva comida. — Levántate con lentitud o disparo. El ministro ha ordenado que te mudamos de habitación.
— Oh — Me pongo de pié — Que amabilidad. — Me acerco al guardia quien tiembla con su arma en mano, beso su mejilla y espero a que me guíe.
Miro a todos los presos quienes no soportan mi contacto visual pues retroceden conforme camino a mi nuevo destino, la habitación es pequeña, sin ventanas pero iluminada. La única ventana es la de la puerta donde va la comida.
— Parece un manicomio.
Entro y escucho la puerta cerrarse a mis espaldas, la ventilación comienza a soltar un leve olor familiar. Mi cuerpo se relaja tanto que solo siento los grilletes en mis cuerpo.
Bajo la cabeza y un guardia se acerca colocandome una cadena en mi cuello asegurandola con los ganchos del suelo y techo. Mis manos y pies tienen cadenas el aburrimiento me llega pero se que es por el gas que transmitía mi respirador negro que deje en el casillero de la FEMF.
Me siento en el suelo cerrando los ojos aspirando el gas de la habitación observando en la esquina un baño limpio por lo que silvo llendo hacia él.
Las luces se apagan después de unas horas por lo que solo me acuesto en la cama sin ningún pensamiento en mi cabeza, me sumergo en un sueño profundo que me provoca la habitación.
— ¿Funcionó? — La voz del guardia me hace abrir los ojos por lo que me acerco a la puerta.
— Así es. El coronel Recce Morgan fue muy inteligente.
— Recce — Saboreo el nombre grabandolo en mi memoria — El me quito mi diversión de todos días. Él volvió mis días aburridos entonces debo devolverle el favor en un futuro no muy lejano. — Susurro volviendo a la cama.
Inconscientemente pongo mi mano en el vientre, acaricio con movimientos circulares y por curiosidad toco mi vagina la cual está perfecta. Pensé que uno de estos se había aprovechado como el difunto guardia anterior había intentado conmigo. Hice que se atregantara con su propia polla, fue divertido.
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Blood red
FanficIrinia es convocada por la FEMF quien necesita de su ayuda la cual acepta por intereses personales.