Capítulo III: Desire.

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Mientras que ellos disfrutaban y bebían yo me encontraba en la barra, bebiendo más de una copa.

Litros de alcohol estaba circulando por mi sistema, quería borrar todo lo que me atravesaba el pecho, quería algo que me hiciera olvidar. El alcohol ayudaba un poco.

—¿Que haces acá tan solita, pequeña?–escucho una voz rasposa.

Lo miro sobre mi hombro y ruedo los ojos y sigo con la mirada perdida entre las botellas de buena calidad en la estantería del bar.

—¿Eres ciega o que?–habla de nuevo el hombre calvo con un barrigón que podría llegar hasta el piso.

—Si te ignoro es por algo.–me limito a decir.

—¿Que has dicho puta?–me coge del brazo haciendo que girará para verle.

Le estalló el vaso de vidrio el la frente y los que estaban junto a la barra se asustan.

—Eh, camarero. ¿Me podrías dar una servilleta, por favor?–la educación ante todo.

El chico con la boca abierta se acerca y me entrega una servilleta, le pido otro trago y me siento en otro lugar, un poco lejos del maldito gordo que no ha parado de chillar.

—Si sigues así posiblemente no recuerdes nada de lo que has hecho esta noche.–comenta aquella voz.

—Una de mis virtudes es que cuando me emborracho no olvido absolutamente nada.–respondo con indiferencia.

—¿Que tienes?–pregunta Zadiel sentado a mi lado.

Me encojo de hombros y bebo una vez más.

—Beber de esa forma no...

—Zadiel se lo que pasa si bebo demasiado, no es la primera vez que lo hago. Así que agarrate el huevo y las bolas para irte a molestar con tu existencia a alguien más.–le espeto enfurecida.

Me mira con un deje de asombro, asiente y se va. Quedo sola y me preguntó por qué suelo ser de esta forma cuando me enojo.

Quiero olvidar que siempre hay algo que me enfurece, quiero olvidar que algo martilla mi cabeza por las noches. Quiero olvidar...

Me terminó el vaso de un solo trago, sigo sentada y me llegan los recuerdos de golpe.

Unas horas antes de que empezara a beber como una verdadera alcohólica me llegan unas notificaciones, en ese momento estábamos por entrar al club, miró sonriente el teléfono pero todo rastro de felicidad se va al caño con lo que veo.

«Mi padre».

Pero no solo es una foto que me llega al celular, es una foto donde está con una mujer y un bebé, un niño.

En la foto veo que está feliz, veo que sus ojos brillan, veo todo lo que una vez quise...

Aparto aquellos recuerdos rápidamente, me siento mareada, es mejor que vaya a decirle a los chicos que me voy a casa.

Me levanto del asiento y camino a la zona VIP y allí los veo sentados todos, el primero en verme es Zadiel, al parecer seguía viéndome desde su lugar. Cuando estoy por llegar a la escaleras suena una canción y no es cualquier canción, Shameless.

El solo del bajo resuena pero en ese momento todo queda a oscuras, luces led en laser van por todas partes, las personas gritan y silvan, emocionadas.

Todo es iluminado por una luz roja oscura, sigo la dirección a donde van los laser y me encuentro con un escenario que no había visto antes.

«Lo que hace el alcohol».

Del escenario salen unas mujeres con conjuntos de color negro y una en blanco, todo de encaje.

Obsession with danger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora