Capítulo lV: La Noche de ayer.

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—Buenas noches.

—...

—Si, buenas noches.–insisten en la otra línea.

Su voz solo fue un detonante para que pudiera despertar, me encontraba en la cama, extendida como estrella de mar.

Me lleve la mano derecha a mí frente ya que tenía un dolor de cabeza horrible, mi garganta se encontraba seca. Doy la vuelta para hallar mi mesita de noche donde siempre se encuentra mi botella de agua, siempre la dejo allí porque me da sed en las noches.

Lo cojo y tomo de su contenido, y el agua simplemente me supo a gloria.

Tapo la botella y la dejo en su lugar, me siento en el borde de la cama y analizó cómo carajos llegue a mí habitación. Tenía la pijama, me preocupo pero no sentí nada fuera de lo normal, me levanto para ir al baño y siento ardor en mis rodillas.

Okay, me preocupa.

Monto una de mis piernas en la esquina de la cama y veo que tengo un hematoma rojizo. Guardo la calma y empiezo a caminar al cuarto de baño.

Ya estando lista, bajo las escaleras y voy hasta la cocina no sin antes asomar me a la sala de estar donde se escucha unos ronquidos.

Es Samuel.

Me acercó a él y veo que no tiene saco ni camisa. Le pincho con mi dedo la mejilla y este se remueve, murmura algo en sueños y simplemente se vuelve a dormir.

Harta lo empujó y este se sobresalta para levantarse asustado.

—¡Juro que yo no he sido!–grita alterado.

—¿Se puede saber qué has hecho para que reacciones así?

Este me mira y se relaja, estira todo si cuerpo perezosamente, luego mira la hora en su reloj y maldice entre dientes.

—Primero desayunemos, luego te cuento porque dije lo que dije.

Se levanta y va hasta la cocina como perro por su casa. Lo sigo y veo que está todo el desayuno preparado pero no veo señales de que estén acá mis tíos.

—¿En donde están Nicki y Ellie?–pregunto sentándome en la barra.

Sam hace lo mismo y empieza a comer.

—Las llevaron a sus casas. Yo me encargué de traerte, bueno, asegurarme de que si te trajeran.–dice llenándose una taza de café.

—Asegurarte... ¿De que mierda?–ahora estoy mas confundida.

—Bueno, cómo ya que insistes te lo diré– se acomoda en el banquillo y queda delante de mí, se queda en silencio, dando aire de intriga–en pocas palabras has bebido mucho, golpeaste a un tipo feo y bailaste pole dance anoche.

Termina de relatar y vuelve a lo suyo pero no puedo quedarme con solo esa poca información.

—¿Pole dance?–contraigo mi rostro por la confusión.

Sam resopla con desesperación.

—Pole dance es una actividad muy concurrida en ese lugar. Es un baile sensual que se realiza en una barra de metal, anoche te subiste al escenario y empezaste a bailarlo.

Lo miro aun más confundida, no sigue y me dispuse a comer. En ese momento llaman a la puerta, veo la hora en el reloj de la cocina y me levanto para ver de quién se trata.

Cuando llego a la entrada me asomo en el pequeño agujero con cristal que está en medio de la puerta.

Me quedo de piedra cuando veo quién es.

Obsession with danger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora