IX: Dándole paso a la oscuridad.

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Hoy no he ido a la academia, le he dicho a mi tía que me sentía un poco mal, así que me quedaría hasta la hora de cenar en mi habitación durmiendo. Fingí un poco lo de estar enferma, por ello me hizo tomar algunas pastillas y tés.

Todo sea por la causa.

Se hicieron las diez con treinta minutos de la noche, ya estaba preparada para buscar a Sam. Antes de salir me quito los tacones que van conjunto a mí vestimenta. Es un short negro de brillantina y un top de mangas largas voladas del mismo color, tiene un escote en v que hace lucir mis pechos muy firmes y redondos, con mi cabello suelto y mi maquillaje natural, y siempre con el delineado que nunca debe faltar.

Llamo un taxi cuando estoy afuera y le doy la dirección del club. Pasan los minutos y todo se me viene a la mente, escenarios donde Sam viene conmigo, otros donde me rechaza y el que no es muy probable pero depende del nivel de sobriedad de mi amigo, que me tire la bebida y me mandé a la mierda.

Yo lo haría y más si hay personas presentes.

Un gran apoyo, eso sí...

—¿Por qué una niña como tú va a salir a altas horas de la noche?–me pregunta el taxista.

Me preocupa.

—Tengo asuntos pendientes.–respondo seria.

Y tú le respondes.

—Ohh ¿Una cita?–sigue preguntando.

Que metiche es. Me agrada.

Me relajo un poco y le respondo suavizando mi tono de voz.

—No, más bien iré a arreglar las cosas con mi mejor amigo.

—Ahh, el muchacho se te declaro, ¿He?

—algo así.–una presión de asoma a mí pecho.

—Bueno, al menos, irás hasta donde esta para resolver las cosas, eso es de valientes.–me dice el hombre.

—No lo creo.–digo desanimada.

Luego de unos segundos llego a mí destino le entrego el pago al señor y este niega con la cabeza con una sonrisa brillante.

—He conocido a personas que se arrepienten de no haber arreglado las cosas con aquellos que son importantes para sus vidas, todo por miedo.–lo miró, confundida–me parece algo muy admirable que no te quedes callada a este tipo de situaciones tan cotidianas en la vida.

Bajo la mirada unos segundos, y sin saber que diré, le hago una pregunta.

—¿Y si solo no lo quiero perder porque me sentiría sola? Es algo egoísta, señor...

—Rodolfo. Soy Rodolfo y usted señorita...

—Laura.–le devuelvo la sonrisa sonrisa.

—No creo que quieras mantenerlo a tu lado en forma egoísta Laura. ¿Puedo hacerte una pregunta?–asiento, y continúa–¿Así el te diga que no quiere volver a verte después de hablar y aclarar las cosas, tú respetarías su decisión?

Sin pensarlo dos veces asiento, me dolería, demasiado, pero si es algo con lo que fuera estar tranquilo, no me opondría.

—Allí tienes tú respuesta Laura. Sólo es de valientes afrontar la realidad.

Asiento y vuelvo a ofrecerle el dinero, me termina regañando. Sujeto mejor mi bolso de mano y camino a la recepción.

—Buenas noches, señorita. Entrada por favor.–me pide la recepcionista.

Me descolocó por completo, no recordaba que para entrar aquí había que tener entrada, pienso cualquier excusa pero no me viene nada de nada, entonces como un rayo de luz, en el televisor de la recepción, arriba de la cabeza de la chica aparece la imagen de Edmong.

Obsession with danger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora