Capítulo 1 ¿Te gustaría ayudarme, Derek?

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En una habitación ambientada con dos aros de luces y una tira LED en el techo, se escuchaban los gemidos de un chico que se complacía con uno de sus tantos juguetes. Todo esto dándole la espalda a una cámara conectada a un setup, transmitiendo en vivo y en directo todo lo que hacía.

Sus manos adquieren velocidad y el dildo producía un sonido de chapoteo por el lubricante que se había aplicado antes. En un momento dejó de moverlo y soltó un potente grito por su corrida.

Manchando la manta que puso debajo suyo para no ensuciar la sábana de la cama. Las piernas le temblaban y el dildo comenzó a salir lentamente de su interior, dejándole al descubierto su agüero que se abría y cerraba.

Tratando de controlar su respiración se acostó un momento en la cama y ya cuando estuvo calmado se sentó de forma lenta en la cama, mirando el chat en una de las pantallas que tenía en su escritorio.

—Espero que fuera de su gustó el show que les hice el día de hoy —pasó una de sus manos sensualmente por su pecho—. Saben que me gusta complacerlos.

En eso más donaciones llegaban así que sonriendo a la cámara comenzó a pellizcar sus ya erectos y duros pezones. Nuevamente comenzó a gemir por la propia estimulación que se estaba dando y un chorro de semen salió de su pene.

Su cuerpo brillaba por todo el sudor que le produjeron hacer todas las cosas en su transmisión. Levantándose de la cama vio el lente.

—Nos vemos en un próximo directo, mis cachondos de corazón.

Lanzando un beso al aire dando por terminado todo. Apagó las luces, desconectó la cámara y se quitó el pasamontañas.

Fue directo al baño y preparó la tina, tenía que darse un baño luego de quedar todo sudado y lleno de su corrida. Al meterse no pudo evitar sonreír y morder sus labios.

—Mañana será un excelente día.

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Un hombre de piel morena salía del baño, se secó y tiró la toalla en el piso. Caminando completamente desnudo por su apartamento fue hasta su cuarto, viendo el uniforme que había puesto en su cama.

No es que odiaba su trabajo, no. Era lo que se decía todas las mañanas en su mente luego de salir de darse su ducha y alistarse para ir a trabajar. Mirándose en el espejo se sonrió así mismo para darse ánimos, una sonrisa completamente falsa. 

Tomó sus cosas y salió del departamento. Ya estando en las calles paso por uno de los puestos de comida, tal como hacía todas las mañanas y así poder desayunar.

—Buenos días, Marta —sonrió a la mujer—. Por favor dame.

—Aquí tienes cariño —le acercó un plato desechable con un jugo.

—Muchas gracias Marta —agradeció y pagó enseguida.

—No hay de que.

Se despidió con una sonrisa de la mujer, caminando directo a las escaleras que llevaban al metro. Mientras iba esperaba a que el tren llegará había terminado de comerse su desayuno y justo cuando éste llegó salió corriendo para así no tener que esperar a otro.

Daba gracias a que la estación donde se tenía que bajar no estaba tan lejos de su casa, no podría soportar tener que durar más tiempo metido con ese montón de personas que al igual que él, iban a sus trabajos.

Apenas el tren se detuvo justo en su parada se fue corriendo de allí. No quería llegar tarde otra vez y que su jefe le llamará la atención, aunque la vez pasada nada más se demoró en llegar unos cuatro minutos.

Repartidor ~ SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora