Capítulo 2

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La tarde siguiente Luke vino a buscarme a casa. Yo estaba repantingada en el sofá de la sala leyendo "Pesadilla Sangrienta"— una novela sobre vampiros— cuando los ligeros golpecitos contra la ventana me sorprendieron. Corrí las cortinas y vi a Luke de pie en la acera. Alzó su skate en el aire mostrándomelo con una sonrisa y de inmediato supe a qué se refería con ello. Tomé mis llaves y salí corriendo hacia él.

El skate park no estaba muy lejos de mi casa —apenas cuatro cuadras— y el camino se hizo demasiado corto. Luke estaba empeñado en ser mi profesor de skate y por lo visto no iba a rendirse tan fácilmente. Tomó mis manos entre las suyas una vez más y me ayudó a subir a la patineta. El contacto de nuestras manos envió una chispa eléctrica agradable a través de mi cuerpo, sonreí como boba ante la sensación.

—Bien Maddy. Ya estás sobre él. ¡No, no pongas los pies así! Las puntas son las que ejercen el equilibrio. Apoya las puntas.

Le hice caso de inmediato apoyándome en él para no caer.

—¿Así?

—Perfecto. Ahora voy a empujarte ¿Si?

Moví la cabeza de arriba a abajo para indicarle que estaba lista. Me dio un ligero empujoncito mientras soltaba mis manos dejándome rodar libremente. Se sintió tan extraño librarme de su agarre lentamente, sentí que lo perdía que se alejaba de mí, un vacío en mi interior apareció en ese momento. Mi cuerpo torpe perdió el control de la tabla, resbalé y esta se fue a toda velocidad por una rampa parque abajo y yo caí pesadamente de trasero.

Luke vino de inmediato a ayudarme entre risas. Debería molestarme con él por reírse de mi dolor pero su risa era tan maravillosa que la sentí como música para mis oídos. Me levantó del piso con cuidado.

—¿Seguro que esto no necesita un mínimo de precaución? Digo, un casco rodilleras, ¿un seguro de vida tal vez?

Luke rió con ganas mostrando dos hileras de perfectos dientes blancos.

—Lo único seguro es que caerás, tal vez te rompas unos cuantos huesos pero aprenderás, te lo aseguro.

—¿Cuántos te rompiste tú?

—Los suficientes para que puedas llamarme Frankenskate, creo que todas mis piezas están reparadas o cosidas— se levantó la manga de la camisa a cuadros y me dejó ver varias cicatrices largas sobre su piel.

Tragué en seco.

—Oh, ya veo a qué atenerme.

—No es tan malo como parece, son heridas de guerra— comentó orgulloso.

Dejamos la práctica del día ahí y nos sentamos en las escaleras a conversar. Luke sacó de una mochila que había estado llevando en la espalda un par de refrescos en lata, me invitó uno mientras conversábamos.

—Cuéntame de ti— le dije.

—Ya sabes. Soy Luke, tengo 18 años, recién me gradué de la escuela pública de Blastville, no tengo intenciones de ir a la universidad...

—¿Entonces qué harás con tu vida? —pregunté antes de tomar un poco más de refresco.

—Quiero ser patinador profesional.

—Y sí que tienes futuro.

Sonrió complacido por el cumplido.

—¿Qué hay de ti Maddy?

—Tendré que ir a la universidad y por ahora no me decido qué carrera escoger.

Se quedó pensando mientras presionaba sus labios, como si intentara reprimir algo. Luego se pasó una mano sobre la gorra de lana gris que llevaba en la cabeza.

—¿Pasa algo? —pregunté.

—No es nada.

Luego de una corta charla regresamos a mi casa. Le invité a pasar pero dijo que tenía algo que hacer, sería para otra vez. Me puse triste, quería pasar más tiempo con él pero tengo que comprender que Luke tiene una vida y no puedo absorberlo por completo.

Durante la cena me sorprendí a mí misma pensando en él y en las cosas que le diría mañana, la ropa que me pondría y todo. Es demasiado rápido, apenas dos días que nos conocemos y ya empiezo a sentirle un apego tremendo. Me da miedo. No quiero salir herida, tengo miedo de enamorarme otra vez. Recuerdos innecesarios vinieron a mi mente.

El primer y único novio que tuve en la escuela— Jeremiah— lo amaba con toda la fuerza que los dieciséis años pueden tener al amar y creí que estaríamos juntos por siempre, algo que no se cumplió porque lo encontré haciéndolo con mi mejor amiga—Kate— en el gimnasio de la escuela. No hace falta mencionar que me sentí destrozada, no quería volver a la escuela, perdí a mi novio, a mi mejor amiga y mi orgullo. Desde entonces empecé a alejarme de la gente para que no me lastimaran más y así pasé mi último año en solitario.

No quiero volver a sufrir, no quiero tener un amor no correspondido pero, me ilusiono fácilmente y me es difícil no sentir mariposas en el estómago cada vez que estoy cerca de Luke. Él es tan seguro de sí mismo, tan guapo, tan talentoso... ¡Basta! ¡Tengo que tomarme todo con calma!

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Luke     -by   Mayte GutiérrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora