Capítulo 9

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Estaba ahí en el salón de clases de mi infancia. Las paredes de color celeste empapeladas con los dibujitos que mis compañeros y yo hacíamos. Angela pinta un pollo de color rosa con crayones a mi lado. La maestra le había dicho que en el mundo real no existen pollos rosas pero ella continuó.

Está sucediendo, otra vez. El sujeto enmascarado irrumpe en el salón, está armado. Soy tan pequeña que no sé lo que lleva en las manos ¿Es una pistola? ¿Una metralleta? Sólo sé que es un arma letal. Los niños gritan y el primer impacto del proyectil se oye. Corro en medio del pánico al armario metálico de los libros y me escondo dentro de él con el cuerpo temblando. Angela está petrificada del susto en su asiento. Grito su nombre, ella reacciona a medias. Abro la puertecilla del armario para dejarla entrar, nuestras manos están a milímetros. Sus ojos negros llenos de pavor me miran como si fuera su única salvación y realmente lo soy. Se acerca y entonces... ¡Bang! Los ojos de Angela pierden dirección y brillo, su cuerpecito de niña se desmorona y en su pecho una mancha de sangre tiñe el uniforme escolar. Estoy horrorizada, no puedo ni llorar. Entonces un segundo ¡Bang! Y siento algo húmedo llegar hasta mi cara. Tardo un par de segundos en comprender que Angela recibió un segundo disparo. ¡Es sangre, su sangre, sus restos, están en mí, en todas partes...

—¡Noo! ¡Angela! — despierto gritando a todo pulmón. Mi cuerpo tembloroso, mi frente estaba cubierta de una capa de sudor, el flequillo se me pegó a la frente. Me costó varios parpadeos retornar a mi habitación de paredes moradas.

Luke se acercó a mí rápidamente y me tomó entre sus brazos, llevando mi cabeza contra su pecho firme.

—Tranquila Maddy, ya pasó. Solo fue un sueño.

—¡Oh Dios, Angela, estaba ahí...!

—Lo sé — acarició mi cabeza lentamente—. Estás a salvo, estoy contigo.

—¡Había sangre por todas partes... fue tan real otra vez!

Shhhh. Ya pasó, no estás más ahí. Voy a cuidarte siempre Maddy, no dudes de ello. Nada va a pasarte mientras estés conmigo.

Pasaron unos largos minutos en los que necesité de la fuerza y el calor de Luke para regresar a la realidad. Me calmé por completo luego de aferrarme a su espalda y llorar como una niña. Él se limitó a abrazarme muy fuerte descansando su mentón sobre mi cabeza. Su respiración lenta y profunda me contagió y poco a poco fui volviendo a la normalidad.

Las últimas noches Luke vino a dormir a mi casa—A mi habitación para ser precisos—y por efectos del estrés que conlleva la mentira blanca que le inventé a mi madre, las pesadillas de aquel funesto incidente de mi infancia volvieron.

Luke ya estaba al tanto de todo y se ocupaba de tratarme con delicadeza y ayudarme a volver a la realidad. Por lo general me recuperaba luego de pasar unos largos minutos abrazada a él. Pero la sensación persistía, estar tan cerca a la muerte me dejó marcada de por vida. Ver cómo en segundos fulminaban a mi amiguita, mancharme con sus restos. ¡Por dios! De sólo recordarlo me retuerzo del terror, la piel se me eriza y tiemblo. Desearía encontrar una forma de olvidar todo lo que me atormenta, necesito escapar de mi propia realidad.

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Volví a enfrentarme a mi madre. No podía seguir mintiendo, estaba bajo presión y no tenía intención de alargar la situación. Mientras más pronto comprendiera todo tendría mayor tiempo para prepararme para la facultad de arte.

—¿¡Estás jugando conmigo Madeleine!? ¿Quién te has creído?— gritó mi madre a la vez que me tomaba del cabello y me obligaba a sentarme frente a ella en el sofá.

Grité por el dolor y por el susto. ¿Cuánto más tendría que soportar esto?

—Te di una oportunidad. Quise creer que recapacitarías ¡Pero tú y tu amiguito se estaban burlando de mí! ¿Cuánto tiempo más pensabas mantener esta mentira, eh?

Luke     -by   Mayte GutiérrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora