Capítulo Treina y Cuatro: La Región de Las Plumas

14 1 0
                                    

Saliendo de la pequeña villa, las bestias retornan a su reino, así ellos pueden tomar el tren, donde pasarán la noche.

El tren resuena sobre las vías, haciendo sentir la soledad y lejanía. El llano de la tierra carraspea, un lugar semejante al desierto, justo antes de la región costera de Las Plumas, donde marchan en busca de Byron, el tercer guardián. Nayla mira hacia la ventana, siendo iluminada por el sol de la mañana, logra ver el mar desde su asiento, mientras la música de rock invade sus oídos letalmente.

Mira a Kyros un momento, quien parece concentrado con uno de sus libros, su vista rota por el vagón, donde no encuentra mucho con qué entretenerse, puesto que está casi vacío y con varias caras largas, la gran mayoría aun adormecida.

-¿Desde cuando se conocen? -inquiere ella, quitándose los auriculares.
-¿Quiénes? -responde Kyros, despertando del encanto en el que lo había sumido el libro.
-Ustedes.
-Nos conocimos cuando éramos niños. Nuestros padres eran amigos, vivíamos en el mismo vecindario, hasta que a cada uno le tocó mudarse. Antes de que de tener que decirnos adiós pudimos ver en sueños como fuimos elegidos para cuidarte como tus guardianes, pero a partir de ese momento nos vimos muy poco. Caym desapareció, Byron desde ese hecho ya no contesta mis llamadas, ni mis cartas. Y tu cuarto guardián, Eloy, fue el qué...
-¿Eloy? -interrumpe Nayla.
-Si, Eloy es el nombre de tu cuarto guardián -explica Kyros.
-Nunca me lo habías mencionado -reclama ella.
-Si, lo evité. -responde-. Tu destino está marcado, así que no quiero anticiparte cosas.

Nayla piensa un segundo en el concepto de destino marcado, ese segundo engloba toda una serie de pensamientos, ¿Su victoria o derrota también estarán marcadas como pequeños puntos en una línea temporal?
¿Podrá alguna vez romper con esa marca del destino y hacer sus propias reglas?
Sin embargo, no deja que esos pensamientos se conglomeren en su cabeza por un segundo más, ahora debe estar concentrada en el mundo que la rodea.

-¿Y dónde lo encontramos? -pregunta ella.
-Tenemos que cruzar el mar para eso, debemos ir en barco. Para eso también necesitaremos a Byron. -responde Kyros.
-¿Y si Byron se niega?

Kyros hace una pausa por un segundo, manteniéndose cabizbajo.

-Buscaremos la forma -responde, levantando la cabeza para mirar a Nayla, sus ojos brillan con la luz del sol atravesando la ventana, hasta parecen claros. Ella también mira a los suyos, encontrando en mismo brillo, estableciendo una conexión, que se rompe cuando escuchan un fuerte ronquido.
-Caym -menciona Nayla volteando, pero verlo roncar como un dulce jabalí.
-Creo que duerme más que tu -le dice Kyros-. ¿Cómo es que no estás dormida?
-La verdad con todo lo que me contaste anoche, apenas pude dormir -responde Nayla, mirando al techo, luego a la ventana, para ver al pueblo donde tendrían su próxima aventura, sin poder dejar de pensar en el dolor que siente Byron, aunque no lo conoce, lo imagina destruido emocionalmente.

El tren llega hasta la estación, donde se detiene sutilmente para que bajen solo tres personas. Nayla y Kyros parecen lucidos, mientras Caym aun estira y sacude sus ojos sintiéndose adormecido. Los empleados ferroviarios los miran, es extraño tener viajeros rondando por ahí. Tan pronto caminan por la estación sienten ese fresco aire de pueblo.

Las calles están hechas de pequeños ladrillos cuadrados, grises y fabricados para ver a la gente andar entre trivialidades, sueños y romances. Las casas se ven muy coloridas, su aspecto guarda en el pueblo esa alegría ya perdida.

-¿Y saben donde está Byron? -pregunta Nayla.
-Si, lo sé -responde Kyros-. No nos tomará mucho...

Sus palabras se interrumpen al ver que los pobladores corrían a encerrarse en sus casas con desesperación, tapan las ventanas y puertas siendo presa del pánico, desprendiendo una mirada sin esperanza en sus rostros pálidos y tensos.

Nayla, Amor, Magia y AventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora