uno

2K 122 12
                                    

MARTIN

Cuando Chiara llegó conmigo a su piso compartido con Ruslana, los tres empezamos a hablar de lo sucedido con Hugo. No lo pude evitar y rompí a llorar de nuevo, aunque, gracias a dios, ahora tenía a mis amigas y sus abrazos reconfortantes.

Nos pasamos toda la noche hablando, ellas intentaban hacerme reir, y vamos si lo consiguieron. Cotilleamos, criticamos a Hugo, hicimos piruetas por el salón... incluso prohibieron el nombre de mi ex novio.

Oficialmente, comenzaba una vida nueva y mejor para mí.

Mis amigas me ofrecieron ducharme, ya que estaba empapado debido a la lluvia, me dejaron un pijama, que aunque fuera de una de ellas, me quedaba perfectamente.

Decidimos dormir y hablar de donde me quedaría al día siguiente, no me podía quedar en este piso ya que solo habían dos habitaciones, y las dos pertenecían a las chicas, y a parte porque no hay hueco ni para un gato en estas pequeñas paredes.

Puedo asegurar que no había dormido tan bien y tan a gusto en mucho tiempo, dormimos los tres en la misma cama, me sentía arropado, a salvo con mis amigas. Era la primera vez que me iba a dormir sin escuchar los gritos de mi ex.

Ya está. Se acabó hablar de él.

Dormimos los tres como unos bebes, hasta que los rayos de sol entrando por la ventana nos despertaron, sobre las 10 de la mañana. Suerte que aún era sábado y no teníamos clases. Aún podiamos aprovechar el finde juntos.

Good morning, family! — exclamó Chiara con más energía de lo normal para ser un sábado a las 10 de la mañana.

Ruslana le tiró un cojin en la cara para que se callara y la dejara seguir durmiendo, yo solo rió ante la situación de las dos chicas.

—Así os despertais todas las mañanas? Creo que se me han pasado las ganas de querer vivir con vosotras. — Chiara me dio un manotazo, Ruslana se digno a despertarse y sentarse en la cama junto a sus dos amigos.

—Huye mientras puedas, Martin. — bromeó Ruslana, haciendo enfadar a la inglesa.

I hate you. — se cruzó de brazos mirando hacia otro lado que no fuéramos nosotros.

We love you! — dijimos nosotros dos al unísono, tirandonos encima de Chiara y uniendonos a los tres en un fuerte abrazo, la última mencionada no pudo evitar sonreír y abrazarnos de vuelta, vamos, el enfado había durado dos segundos.

Nos levantamos, después de por lo menos diez minutos haciendo los tontos, y fuimos a la cocina. Para entonces se me había olvidado absolutamente la razón por la que estaba aquí y solo podía centrarme en pasármelo bien con mis amigas, pero Chiara volvió a sacar el tema.

Let's see.. tenenos que buscarte un piso, Marts. Por mucho que nos duela no te puedes quedar aquí. — me acarició la espalda mientras yo hacia los cafés.

—A ver, yo tengo una idea. — los dos miramos a Ruslana en cuanto esas palabras salieron de su boca. — No me miréis así, no se lo que te va a parecer. — dirigió su mirada hacia mi.

—Me da igual, con tener un techo con el que cubrirme, comida y una cama soy feliz. Desembucha. — me mordí el labio un poco nervioso.

—Pues... un amigo nuestro necesita ayuda para pagar el piso, y me lleva pidiendo que le busque un compañero mucho tiempo. — a Chiara le cambió la expresión totalmente, como si supiera por donde iban los tiros.

—Álvaro? Paul? Me parece perfecto eh, como si tengo que dar mi riñón. — estaba más desesperado de lo normal, pero de verdad, necesitaba algún sitio donde quedarme.

—Juanjo. — bufé mirando a Ruslana y me volví a girar para seguir preparando el desayuno. — Ya se que no te cae bien! Pero escúchame, Juanjo es muy buena persona, solo que habéis empezado con mal pie.

Se acercó a mi poniéndose al lado de Chiara, la cual estaba intentando con todas sus fuerzas no echarse a reír ahí mismo.

—Qué hemos empezado con mal pie?! No me jodas Ruslana, lo primero que hizo cuando me vio fue insultarme y tirarme el kalimotxo encima.

—No seas así, estaba muy borracho. — intentó justificar Chiara esta vez. — Y si, es verdad que al principio puede parecer borde, pero en realidad nuestro Juanji es un pan de dios.

—Si, por supuesto.. — reí irónicamente — Lo acepto, pero a caso habéis hablado con el sobre esto? — termine los cafés y me gire quedando en frente de las dos.

—No, la verdad. — Ruslana jugó con sus dedos nerviosa.

—Ya, pues, no se yo si va a querer vivir conmigo. Desde que empezamos con "mal pie" no ha parado de mirarme y hablarme mal. — cada palabra que salía por mi boca hacia que odiara cada vez más a Juanjo. — Suerte intentando convencerle.

Cogí mi café y salí a la terraza a desayunar, con las miradas de mis amigas fijas en mi. Necesitaba estar solo, un rato para mí, un rato para pensar.

JUANJO

—Ni de coña Ruslana. Vete quitando esa idea de la cabeza.

Hablaba con Ruslana por el teléfono, esta me había llamado para preguntarme si Martin, su amigo rarito y bohemio, se podía ir a vivir conmigo. Era cierto que necesitaba a una persona que me ayudará a pagar el piso, pero definitivamente esa persona no quería que fuera Martin.

—Juanjo, haz el favor y razona como lo haría un adulto. El pobre se ha pasado toda la noche llorando por el imbecil de su ex y porque necesita un piso para quedarse. Empatiza un poco con el! — suspiré moviéndome de un lado para otro en mi salón.

—Y no se puede quedar a vivir con vosotras? Joder, me tengo que comer yo todo el marrón este. — me pasé una mano por el pelo, estresado, y me senté en el sofá.

—Porfavor Juanjo, sabes que aquí no cabe más gente a parte de Chiara y yo, hemos tenido que hacer malabares para que Martin duerma aquí esta noche. Como se quede definitivamente a vivir, esto va a parecer una pocilga.

—No se Ruslana... — me mordía las uñas de los nervios.

Era cierto que nos empezamos a llevar mal por mi culpa, y también era cierto que por muy mal que me cayera me daba pena toda esa situación.

Sabía lo que significaría vivir con Martin, peleas constantes, desacuerdos, desorden... ese chico era la persona más desordenada que había conocido en mi vida. Aunque, por otro lado, pasaba la mayor parte del tiempo fuera, Martin iba a la universidad a las ocho de la mañana y no llegaba a casa hasta las nueve de la noche, ya que tenía clases de baile.

Evidentemente, sabía toda esa información porque Ruslana hacía lo mismo que el, no porque me interesara la vida del chaval ni nada parecido.

—Venga, te juro que Martin es un compañero increíble, no conozco persona más amable y con tan buen corazón que el. — notaba la preocupación de mi amiga por la línea de teléfono.

No me quedaba otra opción, no era un monstruo sin corazón.

—Esta bien. — escuché los chillidos de emoción de la pelirroja, y juraría que también escuchaba a Chiara celebrarlo.

Porque tengo que ser tan blando?

Acababa de confirmarle a Ruslana que Martin podía irse a vivir conmigo y ya me estaba arrepintiendo. No se me había pasado por la cabeza lo que significaría tenerle allí, viviendo los dos juntos. Eso solo podía describirse con una palabra: caos.

Ropa tirada por allí, lavavajillas y lavadoras sin poner, platos sucios por las encimeras, camas deshechas...

Dios mío. Me quería morir y Martin ni siquiera había entrado por la puerta.

Definitivamente, esto iba a ser peor de lo que me imaginaba.

golden hour - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora