cuatro

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JUANJO

Llegamos al edificio después de lo que parecía a ver pasado una eternidad, como era de esperar, aunque llevara a Martin a cuestas no se calló ni un segundo. Le bajé de mi espalda cuando llegamos a la puerta del piso, saque las llaves y abrí la puerta.

—Muchas gracias mayordomo. — se rió y entró a casa tambaleándose un poco.

Suspiré y entre tras el, cerrando la puerta. Vaya nochecita me esperaba.

—Madre mía... — murmuré para intentar que no me oyera.

—Qué? Tienes algún problema? — me miró poniéndose a la defensiva.

—Si. Que vas más borracho que Ruslana cuando sale de fiesta, y mira que eso es complicado.

—Eso no es verdad! — segundos después de decir eso, no pudo mantenerse más tiempo de pie y cayó al suelo de culo.

—Qué no es que? Menudo idiota. — me reí en su cara y el me miró con lágrimas en los ojos.

Enserio iba a llorar por eso?

—Eres malo. — me gritó y se levantó, yendo a su habitación casi corriendo, con lágrimas ya corriendo por sus mejillas.

Dios, que te he hecho yo para que me hagas esto?

—Martin! Que era broma. — fui a la puerta de su habitación, abriendola de par en par y encontrandomelo echo una bolita en la cama. — Venga, duchate y a dormir.

Me miró limpiandose las lágrimas con la palma de su mano.

—Pídeme perdón. — se cruzó de brazos esperando mi respuesta.

—Perdón. Venga, contento? — le agarré del brazo con más fuerza de costumbre y le levanté de la cama de golpe.

—Te duchas conmigo? — me quedé helado un segundo, acababa de oír lo que acababa de oír?

—Pero tu estás loco o algo? Te han echado polvos mágicos en la bebida o que? — el se rió y deshizo mi agarre para ir al baño.

—Juanjo que era broma. — imitó mi tono de voz riendo, como si se estuviera burlando de mi, y cerró la puerta del baño.

Un día de estos iba a matarle.

Pero si estabas a punto de decirle que si.

Subconsciente, te has confundido de persona.

Me quedé acostado en mi cama hasta que Martin (por fin) salió de la ducha, con tan solo una toalla por la cintura.

—Dame un pijama Juanji. — entró en mi cuarto semidesnudo sin ningún tipo de vergüenza.

¿Juanji?

—Anda, toma. — le tiré un pijama cualquiera, y cuando vi que se iba a quitar la toalla en frente mía, le puse una mano para evitarlo. — No te cambies aquí, imbecil!

—Por? Te pones nervioso? — me miró con una sonrisa pícara.

Donde está el Martin tímido que no se atrevía ni a mirarme a los ojos?

—Qué te den. — salí de mi habitación, dejándole solo para que se pudiera cambiar.

—Dame tu! — escuché que gritó seguido de unas risitas.

Tierra tragame y no me vuelvas a escupir nunca más, porfavor.

—Ya puedes entrar. — suspiré y abrí la puerta de nuevo, encontrandomelo tirado en el suelo.

—Levanta y a la puta cama. — le agarré del brazo para levantarle pero este se negó. — Qué? Ya se te ha acabado la energía?

—Me duele la cabeza.. — este chico era bipolar o algo.

golden hour - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora