| Nuevo hogar |

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El sol poco a poco iluminaba la ciudad de Niigata, y aun doliéndole la mano por la cachetada que le dio a Haruhiko, Karen estaba mirando el camión de mudanza perderse por las calles, quedando sola finalmente con su bolso de mano gigante y su maleta de ruedas verde agua a su lado.

Mirando por última vez la casa y sin detenerse a despedirse de alguno de sus vecinos, comenzó su camino a la estación de trenes, donde tomaría el primer tren que saliera para ir a su nuevo destino.

Tokio.

Finalmente, hoy se iba ir de esta ciudad para llegar a su nuevo departamento, donde se prepararía para criar a su pequeño Izana.

Las calles estaban vacías por ser horas muy tempranas, el frío de la noche aun estaba presente en el ambiente y las personas aun no se levantaban de sus camas o salían de sus casas, haciendo que Karen fuera la única que caminaba por la calle a esas horas.

Llegando a la esquina de la calle donde estaba su antigua casa, Karen decidió fumarse un cigarrillo para entrar un poco en calor, sacando de uno de los bolsillos de su chaleco una caja.

-(Según Dolly, estos son buenos)- pensó sacando uno y poniéndolo en su boca –(Es un buen regalo)- reconoció.

Si, un regalo... tuvo que guardar varios la noche anterior.

Anoche, luego de terminar de empacar todas las cosas para el camión de la mudanza que vendría en la mañana, inesperadamente fue llevada a los barrios rojos por sus niñas.

No sabe en que momento paso a llamarlas "sus niñas" en su cabeza, pero no se quejaba, las chicas, a pesar de su profesión, siempre la habían tratado con mucho cariño, algo de cautela al principio, pero siempre saltaban a abrazarla cuando la encontraban en la calle o parecidos, disfrutando con ellas mientras arreglaba sus ropas y les daba galletas, siendo ellas las responsables de no pegar ojo toda la noche.

Sus chicas al enterarse de su partida decidieron armar una fiesta de despedida para su Abuela Ka, por lo que técnicamente la secuestraron de su casa para llevarla los barrios rojos, terminando todas en un curioso establecimiento... de hombres.

Las punzadas de dolor en su parte baja y los recuerdos de músculos con bebidas que la volvieron loca le llegaron de repente a la mente, fue una noche... para retomar la "acción" que perdió al envejecer.

No lo iba a negar, volver a tener ese tipo de encuentros después de tanto tiempo fue fascinante, placentero y exquisito, extrañaba ser tocada de esa manera, ¡Pero se cuidó!, eso sí, se cuidó muy bien, ya tenia un bebé en camino para agregar otro inesperadamente.

Cuando Izana y Emma estuvieran grandecitos pensaba conseguir un novio o algo, era mujer y tenía sus necesidades como cualquier humano, pero no planeaba recurrir a ese tipo de establecimientos cada vez que lo necesitaba, el dinero no podía ser gastado con tanta facilidad.

Dejando eso de lado, sus niñas le dieron regalos que guardo en el bolso que había llevado, siendo uno de estos la caja de cigarros que le dio Dolly, la cual, como muchas otras, tenía ya sus números registrados en su teléfono para cuando la necesitaran, incluso dándoles su nueva dirección si deseaban visitarla o iban a Tokio y necesitaban de sus servicios de costurera y repostera casera.

Teniendo ya encendido el cigarro y disfrutando de la sensación que le daba, cruzo la calle para retomar su camino a la estación de trenes, llevando en su bolso un libro con una bola de lana y palillos para entretenerse en las 4 horas de viaje que le esperaban.

Teniendo ya encendido el cigarro y disfrutando de la sensación que le daba, cruzo la calle para retomar su camino a la estación de trenes, llevando en su bolso un libro con una bola de lana y palillos para entretenerse en las 4 horas de viaje que ...

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Dejando caer el bolso al suelo y soltando un fuerte suspiro, se dio vuelta y se dejo caer en la cama que venía junto al departamento que le compraron, sintiendo la suave superficie, la cual aliviaba un poco su cuerpo de la fatiga del viaje.

Mirando el techo del departamento, sintiendo el sol que lograba escabullirse por las nubes, la mente de Karen se desconecto por un segundo, teniendo la necesidad de cerrar los ojos para recuperar las horas de sueño que había perdido la noche anterior, pero nuevos pensamientos la invadieron.

-(Tengo que recibir las cajas de la mudanza)- pensó recordando el camión de esa mañana, posiblemente llegaría en una hora –(Tengo que ir al supermercado a comprar la despensa, recorrer las calles, comprar regalos para los nuevos vecinos, limpiar el lugar, cambiar las sábanas, las cortinas, acomodar mis cosas, bañarme y comprar más muebles y más cosas para la cocina)- pensó frunciendo sus cejas.

Tantas cosas que hacer ese día y tanto sueño... y dolor de "esa" parte golpeada.

Se acomodo en la cama lo mejor que pudo, arrollándose en si misma y quedando de lado, mirando la ventana de su habitación... realmente le gustaba su nuevo hogar.

Era un complejo de apartamentos ubicado en Roppongi, cerca de un hospital infantil pero también del distrito enfocado al entretenimiento nocturno, algo esperado sin duda tomando en cuenta donde fue a parar a vivir.

Contando con 4 pisos, contaban con un elevador y unas escaleras para los residentes, un estacionamiento exclusivo, una azotea amplia que se tiene que reservar si se deseaba realizar algo arriba, siendo este administrado por una señora mayor que la recibió amablemente.

Como todo departamento japones, cuando Karen salió del elevador en el 4° piso, se topó con un largo pasillo que camino al lado de la señora, mirando de un lado las puertas de sus vecinos y del otro el paisaje ya algo vivo de la zona, mirando los autos pasar por la calle junto a las personas.

Teniendo las llaves en sus manos y despidiéndose de la señora, entro a su nuevo hogar, el cual, cabría de esperarse, tenía la estructura de un departamento japones estándar visto en los animes que había alcanzado a ver en su anterior vida.

Teniendo una zona para sacarse los zapatos y un pequeño mueble para guardarlos, tuvo delante de ella un pequeño pasillo con dos puertas a cada lado, el baño estaba dividido entre ambas habitaciones, estando uno dedicado a la ducha y el otro al retrete.

Avanzando por el pequeño pasillo se encontró con otra puerta, al abrirla le dejaba ver finalmente al resto del departamento, que se abría para darle paso a la cocina y un espacio para el comedor y la sala de estar, más adelante estaba un gran balcón perfecto para colgar la ropa de un lado, y del otro poner una silla y mesa pequeña para fumar tranquilamente, finalizando con las dos puertas que daban a las dos habitaciones que tenia el lugar, y como era el ultimo departamento del piso, ambas tenían ventanas.

Bonito, pequeño y tranquilo, era el lugar perfecto para comenzar a criar a su pequeño Izana cuando llegara a su vida y después a Emma, el precio era barato por lo que podría pagarlo cuando Haruhiko ya no le mandara el dinero, y con el dinero que tenia ahora en su cuenta, podría rápidamente amueblarlo para usarlo.

-(El menos ahora tengo techo seguro)- pensó, recordando la casa que había conseguido en su primera vida al llegar al pueblo donde nació su cuarta hija –(Bien Karen, vamos a transformar esta casa para Izana y Emma)- se dio ánimos mentalmente, levantándose de la cama.

Aunque... podía esperar a que llegaran las cajas y echarse una siesta, total, aun no era hora del nacimiento y tenia tiempo para eso después.

Si tenía hambre más tarde, iría a la tienda de conveniencia que vio mientras caminaba a la dirección del departamento.

El ramen estaba a mitad de precio por lo que recordaba.

-(Si... voy a hacer eso)- pensó Karen, abriendo las puertas corredizas del balcón para volver a fumar otro cigarro.

Tenia que aprovechar que un podía fumar abiertamente en su casa, cuando llegara Izana, iba a comenzar su periodo de abstinencia del cigarro que se iba alargar con Emma, tenia que disfrutarlo mientras podía.


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Yo seré una buena madre para ellos [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora