Mi antigua vida... bueno, no es muy diferente a la de otras mujeres latinoamericanas de mi edad, sinceramente.
Nací bajo el nombre de Karen irónicamente, siendo la hija mayor de un matrimonio en el norte del país, durante mis primeros años de vida me la pasé solo con mi madre y 3 hermanos menores, ya que mi padre fue reclutado para luchar en la guerra civil que ocurría en esos años, volviendo cuando yo tenía 8 años.
Tuve la suerte de asistir al colegio, aprendiendo a leer, escribir y un poco de matemáticas, hasta que me sacaron de la escuela al regreso de mi padre, y con ello, la llegada de más hermanos menores.
Bueno, en esos años la educación sexual no era un tema que se tocara, cada año que pasaba, un nuevo hermano o hermana llegaba a la familia... éramos la típica familia latinoamericana pobre con muchas bocas que alimentar, y yo me tenia que encargar a ser la hija mayor.
Mis dos padres trabajaban fuera de casa todo el día, los hermanos que tenían edad para trabajar salían con mi padre o trabajaban en los talleres del pueblo donde vivíamos, las hermanas con edad trabajaban con mi madre como lavanderas o costureras y yo... me dejaron en el hogar.
Tuve que volverme la señora de la casa, criando prácticamente a todos los hermanos que aún no tenían edad para trabajar, me encargaba de comprar las cosas para las comidas, hacer las 3 comidas al día sin falta, enseñarles al menos a escribir y leer, cuidarlos, lavar la ropa, limpiar la casa, reparar la ropa que se rompía, hacerlos dormir... literalmente, cuando mi mamá daba a luz, me daban al nuevo hermano o hermana aun con algo de sangre para que yo me encargara.
Mi vida siguió ese ritmo hasta mis 16 años, donde, como gran parte de las mujeres de esos años, siguiendo el mismo camino que tomo mi madre cuando se caso con mi padre, como mis abuelas, tías, primas y algunas amigas, fui seducida por un hombre mayor que yo, un forastero, me engaño con mentiras de amor y como esperaran... me abandono cuando me embarace.
Cuando mis padres se enterraron, me llamaron pecadora y me echaron de la casa, mi familia me retiro la palabra y me vieron como un paria... bueno, eran de esas familias ultracatólicas, lo peor es que a mi solo me odiaron porque no pude casarme con ese hombre, ya que el resto de mis primas estaban como yo y se casaron embarazadas.
Con un poco de suerte, logre ser la amante de un viudo rico de la zona, todo el dinero que me daba por soportar estar con él por las noches lo guarde y use para mi primera hija, finalmente me case con él un año después, siendo así la madrastra de un chico solo dos años menor que yo.
Fui maltratada por la familia de mi esposo, mirada de menos, llamadas de tantas formas despectivas, pero solo pude bajar la cabeza y soportar aquello, el dinero era más importante para mi hija... y me volví a embarazar, siendo nuevamente una niña.
A los meses que ella nació, mi marido falleció y como era de esperarse, mi hijastro me echo de la casa sin miramientos, por suerte logré tomar algo del dinero de la herencia y me fui de esa zona del pueblo, llegando a las afueras.
Encontré trabajo como empleada domestica en la casa de un hombre rico, me encargaba de servir a su esposa todos los días, ambos ya eran ancianos y con ellos vivían su hijo mayor con su mujer, los cuales tenían un chico de mi edad.
Fueron 3 años viviendo de aquella forma, siendo menospreciada por mi señora, soportando las burlas de la esposa del hijo, teniendo que dejar a mis hijas a cargo de otra de las empleadas que era lavandera, formando una especie de amistad con el nieto de mis jefes.
Y de esa amistad nació mi tercera hija... ellos solamente me dieron dinero, me echaron y me prohibieron regresar al pueblo.
Estando embarazada de mi tercera hija, y con dos niñas pequeñas a mi cargo, tomé un tren y me fui al sur del país, esperando encontrar un mejor futuro para nosotras, terminando en un pueblo perdido en el campo.
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Yo seré una buena madre para ellos [Tokyo Revengers]
FanficKaren Kurokawa, la mamá biológica de Emma Sano y la madrastra de Izana Kurokawa, tan poco que se sabe de ella y su vida, teniendo solo vagos recuerdos de ella, pero suficientes para odiarla. Abandonando a sus hijos sin piedad, solo apareciendo para...