Se supone que Karen tendría que estar feliz... y digo supone porque tiene una cara de amargada muy visible, caminando con los brazos cruzados mientras fuma un cigarro por los nervios que tenía ahora mismo.
Ya habían pasado unos dos meses desde su reunión con su abogado, y tras unas 2 semanas pensando sus peticiones, cedieron a gran parte de ellas, solo que en la venta de la casa Karen iba a recibir solo el 35% del dinero de la venta.
Le dolió eso, pero lo aceptaba, ya que ellos se tomarían la molestia de buscarle un departamento y pagar la mudanza.
Tras firmar los papeles de divorcio y de los acuerdos, el abogado le informo que él se encargaría de buscarle un nuevo apartamento, por lo que ella pidió que este fuera de dos habitaciones, con estacionamiento incluido, y que estuviera cerca de un hospital con especialidad en infantes, algo que fue aceptado.
Con eso aclarado, y siendo informada de que su ahora exmarido no quería ninguno de los muebles de la casa, Karen comenzó su nueva venta, guardando en su habitación todo lo que si quería en su nueva casa y guardándolo bajo llave, para luego poner a todas las cosas un precio barato y abrir las puertas de su casa de par en par para los clientes.
Clientes que fueron atraídos por sus nuevas... ¿Amigas? prostitutas.
Aunque la primera noche donde vendía las cosas que no usaba no vinieron muchas chicas, al día siguiente, y durante la mañana como por la tarde, vinieron muchas prostitutas a comprar sus cosas, incluso hicieron una subasta al ver que muchas se estaban peleando, algo chistoso mientras Karen le servía galletas caseras.
Bueno, gracias al dinero recaudado, Karen pudo comprarse nueva ropa en tiendas de segunda mano y en mercadillos, aclaro que no se compro ropa de anciana, ella estaba gozando de su juventud así que se dio el lujo de comprarse ropa algo juvenil, pero no un top que parecían más sostenes que otra cosa ni pantalones cortos que parecieran ropa íntima.
Pero también, con el dinero que le sobro se compro un kit de costura muy completo, costumbre de abuela reencarnada, no se sentía segura sin tener uno a la mano, además, con sus habilidades adquiridas en su primera y segunda vida y con sus nuevas amigas, comenzó a ganar más dinero.
A pesar de no tener una maquina y grandes telas, trabajaba arreglando las ropas de las prostitutas, las cuales comenzaron a llamarla "Abuela Ka", esto por su actitud hacia ellas para nada acorde a su edad (Por su apariencia), aunque sonaba como un insulto o burla, en realidad era de cariño.
En pocos días fue común verla por los barrios rojos entrando a burdeles para arreglar las ropas de las mujeres de la noche, o recibiéndolas en su casa, donde le servía dulces caseros con una taza de té.
Así que, cuando les dijo que iba a vender los muebles de su casa, ellas ayudaron atrayendo clientela, corriendo la voz, y de hecho, algunas fueron a comprar muebles, ya sea para los burdeles o sus humildes hogares, recibiendo Karen un buen dinero que planeaba usar para comprarse una maquina de coser a futuro.
Bien, volviendo al tema de su divorcio y la aceptación de sus pedidos, faltando unas semanas para su mudanza definitivamente a Tokio, ya que el abogado encontró un departamento perfecto para ella, y con el nuevo dinero en su cuenta bancaria, decidió salir a comprar todo lo necesario de una vez para tenerlo todo instalado en su nuevo hogar.
¡Pero su nuevo acompañante no la dejaba disfrutar del momento!
-¿Por qué no pedimos que el chofer nos lleve a las tiendas?- pregunto el hombre a su lado, fastidiado por caminar.
Karen casi rompe su cigarro con sus dientes al escucharlo... ¡¿Por qué tuvo que acompañarla?!
-Porque venir con un auto de lujo, completamente negro por estos lares es demasiado llamativo, además que no le hace mal a nadie caminar un día- dijo ella sacando el cigarro de su boca -Mizuki- le nombro, mirándolo de reojo.
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Yo seré una buena madre para ellos [Tokyo Revengers]
FanfictionKaren Kurokawa, la mamá biológica de Emma Sano y la madrastra de Izana Kurokawa, tan poco que se sabe de ella y su vida, teniendo solo vagos recuerdos de ella, pero suficientes para odiarla. Abandonando a sus hijos sin piedad, solo apareciendo para...