FORBIDDEN, jintae.

일곱

🌊

Cuando TaeHyung se retiró a la seguridad del refugio, descubrió que le temblaban las manos. Prestando atención, escuchó a SeokJin irse, la puerta exterior de la casa cerrándose. Bien, el lobo se había ido.

YeonTan se quejó, recogiendo su angustia. TaeHyung se dejó caer al suelo y se sentó con las piernas cruzadas. YeonTan le dio un codazo en la mano y le puso las patas en la pierna. TaeHyung lo abrazó, reconfortándose con su suave pelaje.

—Estaremos bien, niño.

No podía decidir si SeokJin era tan inconsciente como parecía o si estaba jugando con TaeHyung. ¿Se sabía que los hombres lobo jugaban con sus presas? De cualquier manera, sabía que estaba en problemas. Una manada completa acababa de montar el campamento al lado y, por lo que había dicho SeokJin, no estaban simplemente de paso como había sugerido NamJoon.

Cuando dejó de temblar, se tomó el tiempo para calmar a YeonTan y a los otros animales, acariciando a uno de los gatitos que intentaba trepar por su pierna.

—Está bien, chicos. Tengo trabajo que hacer. Regreso más tarde.

YeonTan lo siguió obedientemente de regreso a la casa. TaeHyung tomó la ruta exterior en lugar de atravesar la casa, cauteloso y atento a SeokJin o la presencia de otro lobo.

Llegó a la casa sano y salvo, deslizándose por la puerta lateral. La taza de café de SeokJin estaba intacta sobre la mesa. La bolsa de galletas que SeokJin había traído estaba a su lado. Garabateada en la bolsa de papel estaba la palabra "Lo siento". TaeHyung lo recogió y lo miró confundido. ¿A qué estaba jugando exactamente SeokJin?

Tirando las galletas a la basura, sacó su teléfono y llamó a NamJoon. Recibió su buzón de voz, por supuesto, pero dejó un mensaje que esperaba que sonara lo suficientemente urgente.

Lo que sea que dijo debe haber funcionado, porque NamJoon lo llamó no diez minutos después.

—¿Has visto a los lobos otra vez?

—Solo a uno, al mismo. Está actuando de manera extraña.

—¿Sabe lo que eres?

Esa no fue una pregunta fácil de responder.

—No lo creo. —Hizo una mueca, pero se obligó a ser honesto—. Parecía estar coqueteando conmigo.

Hubo un sonido ahogado en el otro extremo del teléfono; NamJoon tratando de reprimir su risa, supuso TaeHyung.

—¿Estás seguro de que es un lobo? —dijo NamJoon. TaeHyung pudo percibir su sonrisa—. ¿Y no solo un chico que está interesado en ti?

TaeHyung gimió por dentro. No debería habérselo dicho.

—No, NamJoon. No estoy confundiendo a un idiota con más encanto que sentido con un hombre lobo de la vida real. A diferencia de ti, puedo notar la diferencia.