Ya había pasado una semana y algo desde que Harry vivía con los Malfoy, con Lucius y Narcissa iba todo bien, el señor Malfoy se involucraba poco en lo que hacía o no en la casa y pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa atendiendo asuntos con el ministerio de magia, Narcissa por otro lado se encargaba de que él siempre se sintiera a gusto, le dejaba su tiempo a solas, le preguntaba si necesitaba algo, se encargó de mostrarle los primeros días toda la mansión, Harry comenzaba a tomarle cariño a la madre de Draco. Pero muy al contrario, con Draco la situación iba de mal en peor, eran incapaces de estar en la misma habitación, solo lograban llevarse cortés durante las comidas, pues ninguno quería repetir el show del otro día.
Peleaban por cualquier tontera, incluso un día casi se hechizan el uno al otro por quién entraba antes al baño para ducharse, por suerte Narcissa había aparecido justo a tiempo para detenerlos, los regañó por querer usar el mismo baño cuando habían otros tres en la casa, ambos alegaron que era el más cercano, pero poco los escuchó Cissa, de nuevo habían quedado castigados en su habitación sin poder salir hasta la cena.
Ese día Harry estaba aburrido, había ido a la biblioteca a buscar algún libro pero no encontró nada interesante, además ni siquiera disfrutaba el leer por diversión, así que decidió dar un paseo por el patio de los pavos reales, quizás lograba que se acercancen a él y poder acariciarlos.
-Oh no Potter, yo quiero estar acá-Tenía que ser Draco, no podía ir a ningún lado, entendía que era su casa, pero siempre se lo tenía que encontrar, con lo grande que era la mansión.
-¿No puedes ir a otro lado?- preguntó saliendo al patio bajo la mirada insistente de Draco, que mirase lo que quisiese, él no se iba a ir de ese patio.
-Te recuerdo que la casa es mia- Respondió Draco saliendo también al patio. Harry sabía que jugaría esa carta, una carta muy sucia a su parecer, porque sabía las circunstancias en las que estaba el azabache.
-No me importa, ahora también vivo aquí- respondió y se sentó en una de las bancas que había cerca de los pavos, ignorando completamente a Malfoy.
-Que gusto me daría que no fuera así- Dijo entre dientes el rubio, Harry se levantó y lo miró serio.
-A mi también me daría gusto que no fuera así- se cruzó de brazos frente a él, no se iba a dejar molestar por un engreido idiota.
-Entonces andate, hazme el favor- Respondió, Harry busco su varita pero no estaba, que mal momento para haberla dejado en su habitación.
-Jamás te haría un favor, antes muerto, tendrás que soportarme- Le dijo acercandose más Harry -Te guste o no- añadió enterrando uno de sus dedos varias veces en el pecho del más alto, este con un golpe en el brazo lo separó empujándolo levemente.
-No me vuelvas a tocar- Amenazó Draco, esté también hizo el amago de sacar su varita, pero tampoco la traía con él.
-Si lo hago ¿qué pasa? no me das miedo Malfoy- Vaciló Harry y nuevamente le enterró un dedo, esta vez lo dejo puesto en su pecho, Draco lo volvió a empujar esta vez mucho más fuerte, tan así que casi derriba al azabache -Imbécil- dijo Harry antes de tirarse sobre Draco para botarlo al suelo con él encima, empezaron a forcejear dando vueltas por el patio, aunque ninguno daba ningún golpe contundente.
-Suficiente- Gritó Narcissa, ambos pararon en seco, Draco jamás había escuchado gritar a su madre, ella creía que eso lo hacían los de baja clase, una mujer distinguida como ella jamás levantaba la voz, pero es que esta vez habían colmado su paciencia -Un segundo los dejo solos y miren como los encuentro, me dan verguenza ¡levántense!- ordenó, ambos jovenes, sucios por la tierra y despeinados, se levantaron casi al segundo, se pararon uno al lado del otro rígidos, temiendo mover un solo músculo.
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Hermanastros |Drarry|
Hayran KurguCuando Harry Potter cumple once años y finalmente entra a la escuela de magia y hechizería, Howgarts, queda en evidencia los maltratos físicos y psicologicos causados por su familia muggle, por eso, Severus Snape decide adoptarlo y lo cuida por larg...