tres.

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𝖑𝖆 𝖒𝖆ñ𝖆𝖓𝖆

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𝖑𝖆 𝖒𝖆ñ𝖆𝖓𝖆. 𝖈𝖊𝖗𝖔.


Encontraron un cuerpo esa mañana. Lo encontraron bien metido en el bosque a veinte kilómetros de la escuela, del lado este de Haexinarts. Cuando Septhis despertó y salió a correr juraba haber visto unas luces de colores en el bosque, debían haber sido los policías.

Su primera clase estuvo llena de cuchicheos, ese era el nuevo chisme de la semana. Apostaba a que la siguiente nadie recordaría nada. Nakahara y Dazai no se sumaron a los escándalos, cada uno sentado en una punta distinta de salón lo más alejados uno del otro y de ella.

―Bueno, bueno jóvenes. Basta ya ―la profesora Zhang, que era china, uso sus manos para apaciguar a todo mundo―. No está bien hablar de los muertos como si fueran comidilla de peces.

Septhis sabía que ella sabía más detalles del cuerpo, al igual que el resto del profesorado. No podía imaginar la cara de la directora. El desayuno también estuvo plagado de rumores, al parecer alguien ya había oído a los profesores.

Se trataba de un chico de su edad, que no estudiaba allí, eso estaba claro, pues las únicas faltas reportadas ese día eran cinco y todos tenían justificantes. Eso no evitó que todos asomaran la cabeza como avestruces por donde pudieran cuando una patrulla se estacionó y fue hasta el edificio de dirección. Septhis suspiró, iba a ser un día intenso.

Sentada en el salón, escuchó un puñado de cosas más, rumores sobre que el chico estaba metido en cosas que no, que le habían quitado la piel, atrocidades ausentes de pruebas. Incluso escuchó su nombre por allí, que ella le había chupado la sangre. Septhis permaneció inmutable ante la burda acusación.

El rumor de que era un vampiro había surgido entre sus compañeras de piso, sobre la luz de su habitación que permanecía encendida en las noches y, como no podía ser, sus exóticos ojos rojos. Cuando las chicas empezaron a hablar, no hubo modo de pararlas, si ellas querrían la acusarían de un asesinato y el plantel se lo creería.

―¿Siempre dejas que hablen así de ti? ―murmuró Dazai, que pasaba a su lado para subir hasta su grada. Bien al fondo.

Septhis le dirigió una mirada antipática, Dazai apenas se detuvo a fruncirle el ceño y luego alejarse con su imborrable sonrisa. Podría preguntarse que lo impulsaba a actuar de ese modo, como un tonto bufón sin pies ni cabeza cuando en el fondo estaba escondido el monstruo de su verdadera naturaleza, pero no lo hacía, la comprensión llegaba a ella como olas.

Le miró irse, la chaqueta desalineada y la corbata desaparecida. El cuerpo rodeado de vendas, era uno de los misterios más interesantes alrededor de los alumnos, junto con el color de ojos de Edogawa, Dostoyevsky en sí mismo y Nakahara y de donde había salido. Todos representaban un misterio, quizá ella también, pero estaba segura de ser más una figura de la que mantenerte alejado.

Una vida para la muerte | bungou stray dogs |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora