•Las rosas que nunca se marchitaron•

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Capitulo 21
                                                        
-Ethan-

Eran las seis de la mañana, un frío 8 de noviembre. Frío porque el comandante del avión acababa de anunciar que hacía 7 grados fuera. Miré por la ventanilla y me encontré con una de las ciudades más bonitas que había visto en mi vida.
Estábamos a punto de aterrizar así que me quité los cascos, cerré el portátil y me puse mi chaqueta de cuero. Al salir todo se me hizo muy extraño. Diferente, pero con ganas de ver a Kate. La única razón por la que vine.
Noah me había dado su ubicación ya que se le daban bien esas cosas. Cogí el bus y un par de taxis para llegar hasta que me encontré en la puerta de su casa. Calle Ocean Drive.
Me sonaba de mucho.
Toqué la puerta para ver si era esa y me abrió un hombre bastante viejo.

-Perdone, ¿está aquí Kate Cleawers?-Pregunté con educación.

-La de enfrente, jovencito.-Dijo amablemente.

-Muchas gracias-Dije dirigiendo una última sonrisa.

Me dirigí hasta la casa de enfrente. Era de piedra, bastante bonita, me causó una buena impresión de fuera. Estaba decorada con unas flores bastantes bonitas y coloridas en el porche. Toqué la puerta otra vez y crucé los dedos para que apareciera ahí, con esas mejillas rojas, ese pelo castaño ondulado cayendo sobre su hombro, esa sonrisa tan simpática y esos ojazos azules.

Abrió la puerta y sí, era ella. Vestía con unas mallas y con mi camiseta, no tardé nada en leer el título de mi banda favorita de rock. Solté una carcajada y al verme se avergonzó, abrió los ojos cómo si hubiera visto un fantasma, cerró de un portazo y supongo que se fué a cambiar ya que volvió después de cinco minutos peinada y vestida apropiadamente.

-Ethan…¿Qué es lo que haces aquí?-Dijo haciendo que pasara a esa casa tan acogedora y calentita.

Nada más entrar me invadió el aroma de su perfume de vainilla, pero aparte de eso, me vino un olor dulce a…¿Galletas? ¿Qué hacía a esta horas haciendo galletas? Me pregunté curioso.

-Acabo de sacarlas, ¿quieres?-Dijo ofreciéndome la bandeja.

-La verdad es que sí, tengo bastante hambre.-Dije cogiendo una. Le dí un mordisco y sabían genial, canela, con una pizca de vainilla y mantequilla.-Están deliciosas.-Dije mostrándole una sonrisa.

-Bueno, ¿me vas a explicar qué haces aquí?-Me preguntó haciendo que me pusiera cómodo en el sofá.

Lo que me gustaba de ella era que fuera tan protectora y responsable. Seguro que estaría preparando una cama si paso una hora más con ella.

-Kate, perdoname por lo que te hice…

-Ethan, somos amigos, no pasa nada.

-Vaya, nunca he llegado a pensar que dirías “amigos”.

-¿Qué quieres que diga? Han pasado dos meses y nunca me contestaste.

-Kate, todo lo que pasó tiene una explicación.

-No, te cansaste de mí, yasta.

-Que no Kate, es que...Mira, esto no se puede ir a la mierda por esa puta discusión.

-Ya se ha ido todo a la mierda.

-No digas eso...

-¿Que quieres que te diga Ethan? ¿Que después de todo lo que nos dijimos volvamos como si nada?

-Pero podemos perdonarnos. Sólo fuimos estúpidos al decir esas cosas, y sobre todo yo.

-Tu mismo dijiste que soy un maldito incordio, he hecho lo que debería hacer, volver y dejarte atrás.

Aquel viaje•inolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora