𝙐𝙈𝘼𝙍𝙀𝙒𝘼𝙆𝘼𝙍𝙄 ˢᵃᵗᶻᵘ

𝘾¹ - "𝙄𝙣𝙞𝙘𝙞𝙤"

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— ¡Zhou Tzuyu!

Esa voz...

Di media vuelta para encontrarme con ella...Minatozaki Sana, mi compañera. Una especializada casa recompesas, perteneciente al clan de los "Gatos demonio" y valga la rebundancia un demonio.

Y yo, Zhou Tzuyu. Una guerrera que pertenece al escuadrón del Rey Celestial. Soy una Mayor de la Legión Celestial, somos poderosos guerreros arcángeles que sirven al Reino.

Te preguntarás...¿Cómo dos individuos de diferentes razas, acabaron juntos en una misma misión?

Te lo explicaré, pero debemos remontarnos a semanas atrás.

...

...

...

Estába sentada frente a todos los miembros de la Legión Celestial.

La Legión Celestial es la organización de los altos mandos del ejército. Somos los protectores del cielo y en nosotros cae la responsabilidad de la sacra población.

— Comandante.— Hice una reverencia al verlo llegar.

— ¿Te lo han explicado ya? — Preguntó con seriedad.

— No.— Negué — Aún no entiendo qué hago aquí.

— Comandante en Jefe, es un honor.— Habló uno de los demonios — Ahora que ha llegado podemos comenzar.— Explicó.

Días atrás su Majestad fue invitado al inframundo para reunirse con la Brigada Demoníaca y la Divinidad oscura, pero luego de ello no regresó. Cada vez que la Legión intentó conseguir una respuesta solo fueron ignorados.

Algo estába ocurriendo.

— Señorita Zhou Tzuyu.— Me levanté de mi asiento al oír mi nombre.

— Dígame general.— Centré mi atención a mi superior.

— El consejo decidió que usted será la que irá al Inframundo en representación de la Legión Celestial. Sus habilidades extraordinarias y carisma la hacen la candidata indicada para hacer ésto.— Explicó — ¿Está de acuerdo?

— Sí, mi señor.— Asentí — ¿Cuándo debo partir?

— Ahora mismo.

Estiró su dedo índice y dibujó un círculo. Un cararruaje dirigido por caballos alados pareció frente a la puerta que había sido abierta de par en par.

— Escúchame.— Tragué pesadamente ansiosa de las palabras que diría — En caso de no recibir una respuesta positiva...Tienes el permiso de atacar.— Su expresión llena de frialdad indicaban que hablaba muy en serio — Extermina a todos si así lo deseas, necesitamos respuestas. Un tratado de paz cualquiera no pasará por sobre nuestro Rey. ¿Entendido?

— Sí.

— Bien.— Sonrió cálidamente — Ve.

Hice una reverencia y me dirigí a mi trasporte. Subí algo nerviosa, dejando escapar un profundo suspiro.

— Buena suerte.— Me sonrió levantándome el puldar con confianza.

— Gracias.— Sonreí.

El conductor silbó con fuerza y los caballos salieron del Palacio para comezar a volar sobre el cielo y luego, comenzar a descender.

Debo conseguir respuestas...

...

No estoy segura de cuánto tiempo pasó, pero ya habíamos llegado al Reino del Inframundo.