CAPÍTULO 14

258 24 0
                                    

Ya habían pasado dos semanas desde que me había alejado de Felipe, a veces solía verlo por el pasillo cuando salía a hacer la compra, o de regreso en la recepción cuando llegaba de hacer ejercicio, en todas esas ocasiones me evitaba así que no me quedaba más opción que hacerme la que no me importaba, aunque por dentro me estuviera muriendo por acercarme a él y darle un beso.

Por otra parte, aún no había tenido oportunidad de hablar con Mateo, había ido varias veces a su casa, pero en ninguna estaba. Así que hoy pensaba ir de nuevo. Naya me había pedido que no lo hiciera, más bien me lo había rogado, así que al final tuve que mentirle con que no lo haría y me quedaría en casa esa noche. La había hecho prometerme que no le diría nada Blas sobre lo que realmente sucedía ya que al parecer cada vez lo suyo iba mas enserio.

Estaba a punto de tomar el ascensor cuando escuche la puerta de Felipe abrirse, pero no era él. Vi que una chica salía del apartamento, traía el pelo desordenado y el labial corrido.

¿Escuchas eso? Es el sonido de mi corazón quebrándose en dos.

Subí rápido al ascensor y ella se subió a mi lado. Era un poco más baja que yo, pero también era pelinegra con la diferencia que el suyo le llegaba solo hasta los hombros. Tenía la cara llena de pecas y mirándola bien, era imposible negarlo, era muy bonita. En cuánto el ascensor abrió sus puertas salí casi que corriendo y me tomé el primer taxi que encontré.

Durante todo el camino estuve quemándome la cabeza pensando en esa chica y Felipe. ¿Tan rápido ya había encontrado a otra? ¿No me había dicho que yo de verdad le gustaba? ¿Se supone que acaso esta era su forma de olvidarse de mí? Me iba a volver loca, y lo peor, no tenía ningún derecho a estar molesta con él.

El taxi me dejo frente a una casa con una fachada algo descuidada y con un jardín totalmente muerto. No era precisamente el barrio más horrible del mundo, pero definitivamente tampoco era el más seguro. Le pagué al taxi y caminé hasta la puerta que toqué no tan amablemente, a decir verdad. Pasaron un par de minutos hasta que Mateo finalmente abrió. En cuánto me vio me dedicó una sonrisa tan amplia que solo me dieron ganas de borrársela de un puñetazo.

-Ya cumplí con lo que dijiste, ahora necesito que borres el video. – Le solté, sin más.

- Hola a ti también. – Respondió sin quitar la sonrisa

-No seas ridículo Mateo.

- ¿Por qué mejor no hablamos adentro? No quiero que mis vecinos vean el numerito que estás haciendo.

¿El... numerito? Le voy a borrar esa estúpida sonrisa lo juro.

Me lo pensé por un momento, pero al final acepté, de todas formas tampoco quería que me vieran hablando con este.

Por dentro la casa era exactamente como me lo esperaba, una mierda. Había un olor a cigarrillos y alcohol terrible. Tenía ropa y latas viejas de bebidas y cervezas tiradas por todas partes, me sorprendía que el lugar fuera siquiera medianamente habitable.

- ¿Y bien? – Me giré hacia él con los brazos cruzados.

- ¿Y a mi que me asegura que no volverás con él una vez borre el video?

Recordé a la chica saliendo de su apartamento y se me hizo un nudo en el estómago.

- ¿Por qué mierda te raya tanto si estoy con él o no?

- Tú sabes por qué.

- Entonces que mierda quieres Mateo. – Le solté empezando a perder la paciencia.

- Eso también lo sabes.

Suspiré intentando no perder la paciencia.

- ¿Me estás diciendo que lo único que tengo que hacer para que borres ese video es acostarme contigo?

- No es algo complicado para ti, ¿No?

Arrugué las cejas.

- ¿Qué se supone que significa eso?

El soltó una risita sarcástica.

-Nada, que ya nos conocemos, solo sería una noche más.

-Pues resulta que si es complicado porque eres tú. – Le dije apuntándolo con un dedo.

- ¿Entonces? – Me preguntó pidiendo una respuesta.

Me quede mirándolo por un momento, ¿Acaso tenía alguna otra opción que no fuera tener que ver a esta rata desnudo de nuevo?

- ¿Y cómo voy a saber yo que ya lo haz borrado de todas partes?

Él sonrió.

- Podrás borrarlo tú misma y revisar lo que quieras, de todas formas, no quiero nada más de ti.

-Todo esto solo por una revolcada. – Dije con ironía. - Estás un poco desesperado ¿No crees?

-Pasa que las demás no son iguales a ti.

-Ya. -Hice una mueca. – ¿Te puedo hacer una pregunta antes?

-Las que quieras.

- ¿Cómo es que tienes ese video? – La pregunta me estaba carcomiendo la cabeza desde que recibí el mensaje.

-Y bueno, digamos que la primera vez que te vi con tu noviecito no fue en el bar.

Fruncí el ceño, confundida.

-Los vi en el parque, tomando fotos juntos. -Continuó. – Así que cuando vi que había ido por ti al bar simplemente decidí aprovecharme un poco de la situación. Te esperé en el callejón, me aseguré de que la pelea se pusiera lo suficientemente caliente como para que alcanzara a escuchar y mi amigo nos grabó, el resto bueno, es historia.

-Así que dejaste que te golpeara a propósito. – Confirmé con ironía.

-Júzgame lo que quieras, a final de cuentas funcionó, ¿O no?

-Imbécil. -Solté dándome la vuelta para intentar pensar algún plan.

- ¿Eso es un sí? – Me preguntó y por su tono ya sabía que estaba sonriendo como el enfermo que era.

Miré hacia todas partes intentando pensar en algo, pero lo único que había era alcohol y cigarros. Los miré por un segundo, pensativa y con eso me bastó para aceptar.

-Pero invítame una cerveza primero ¿No?

[...]

Dos horas y mucho alcohol después Mateo se encontraba completamente borracho tirado en el sofá. Me las había arreglado para que tomara tanto que, si terminaba en un coma etílico bueno, efectos colaterales, supongo. La buena noticia es que ahora si podía encargarme de borrar el vídeo sin que me jodiera la existencia y lo más importante, sin haberle tocado un solo pelo.

Lo primero fue su teléfono, afortunadamente no tenía clave y encontrar el vídeo fue bastante fácil. Luego fui por la computadora y lo que encontrara que aún pudiera conservar el video. Cuando subí al segundo piso encontré un par de memorias USB que me llevé en la bolsa solo por si acaso, en un cajón encontré una computadora algo vieja pero que como sospechaba, contenía una copia del video, también la borré. Cuando la iba a poner en su lugar de nuevo me encontré con una pequeña sorpresa escondida en la parte de abajo del cajón. Droga.

Tal parece que este imbécil vendía mercancía porque buscando más, me encontré con al menos cinco escondites con cantidades de droga bastante alarmantes. Tomé evidencias de todo, y luego de asegurarme que ya no tenía el video en ningún otro lugar salí de ahí tan rápido como pude.

Mañana a primera hora este idiota iba a recibir una no tan agradable visita. 

ANTES DE TI | FELIPE OTAÑO [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora