A partir de ese día, todo cambió para Keira.
El oráculo había hablado. "Sólo hay una elementalista en la próxima generación." Eso no fue todo.
El oráculo dijo: "El desastre se evitará sólo si recordamos esto."
Eso significaba...
La "falsa" princesa traería el desastre. Una de ellas era una impostora que debía ser expuesta y asesinada.
La tensa cohabitación de las dos princesas continuó durante algún tiempo. Cosette era la viva imagen del gran duque, mientras que Keira no se parecía en nada a él, pero la cuestión del aspecto no era motivo suficiente para descartarla.
El poder que sólo las hijas de Parvis podían ejercer, cualquiera que mostrara pruebas de su poder ocuparía el lugar como "la verdadera." Sólo entonces saldría a la luz quién era la verdadera sangre del gran duque.
Dicho esto, era difícil ignorar lo que uno podía ver tan claro como el día: el parecido entre Cosette y el gran duque era irrefutable. Si Ludwing fuera una mujer, se habría parecido
a ella. Los sirvientes del castillo que sospechaban de Cosette al principio al principio se encontraron desarmados al ver su rostro, por no mencionar, que ella tenía una personalidad ganadora y magnética.Había pocos en el mundo que podían permanecer fríos ante una persona alegre y amistosa.
—¡Buenos días!
—¡Encantada de conocerte!
—¡Muchas gracias!
—Hola, ¿ya comiste?
Cosette saludaba a los demás con una sonrisa encantadora y siempre era la primera en tender la mano a los que la rodeaban. En muchos sentidos, era el polo opuesto y cálido de la estoica Keira, criada para ser digna como hija del gran duque. Cuando Cosette sonreía, con su rostro enmarcado por un cabello pálido como la luna, iluminaba la habitación como el sol.
Cosette encantó y desarmó a los sirvientes de Parvis en poco tiempo. Luego se acercó a Keira.
Keira estaba tomando un descanso después de una ronda de entrenamiento con espada cuando escuchó:
—Hola, ¿qué haces?
Cosette apareció con su característica sonrisa soleada. Para variar, sus criadas no estaban con ella.
—Entrenamiento. Sólo estoy tomando un descanso... —Dijo Keira con frialdad y se dio la vuelta, esperando que la dejara en paz. Pero Cosette insistió.
—¡Eh, no hace falta ser tan fría! Tenemos la misma edad. No te voy a morder. En todo caso, espero que podamos ser amigas.
¿Amigas? No me hagas reír. Una de ellas estaba destinada a ser expulsada del Gran Ducado o a perder la cabeza en cuanto la otra demostrara que era la verdadera elementalista. Ser "amigas" era una tontería que Keira no se dignaría a responder.
—No creo que seas quien dices ser, y ciertamente no nos veo siendo amigas. Ahora, por favor, vete para que pueda tomar mi descanso en paz.
Cosette miró a Keira con inocencia y perplejidad.
—¿Huh? ¿Por qué no? ¿Por qué no podemos ser amigas si tenemos la misma edad?
—¿De verdad necesitas que te lo explique?
—¿Es porque no eres la hija legítima de papá?
¿Qué? Keira se puso rígida. ¿Quién llama ilegítima a quién?
Cosette continuó, imperturbable, con su voz inocente: —Oh, no me importan esas cosas... Tú no tienes la culpa de ser fruto del adulterio de tu madre. De verdad que no me molesta. ¿Cómo podría ser culpa tuya? Tu madre era la que estaba equivocada. Así que no dejes que la culpa te retenga, ¿de acuerdo?
Esta era la definición misma de estupidez. ¿Mi madre? ¿Adulterio? La difunta madre de Keira era la última persona que merecía este insulto. Ciega de rabia, la mano de Keira alcanzó su espada.
¡Swish!
—¡AH! —Gritó Cosette mientras se tambaleaba hacia atrás y caía al suelo.
—Habla mal de mi madre una vez más y te retaré a un duelo.
La punta de la espada tembló cuando Keira apuntó a Cosette. Keira podía soportar cualquier insulto dirigido hacia ella, pero no soportaría que nadie mancillara el honor de su madre. Estaba lista para cortarle la lengua a Cosette cuando...
—¡Mi señora!
El grito de Cosette había alertado a algunas sirvientas, y un caballero se apresuraba rápidamente al patio de entrenamiento.
Parecían ser las criadas personales de Cosette y el caballero, y se horrorizaron al ver a Cosette en el suelo y a Keira apuntándola con su espada.
—¡Dios mío! ¿Qué está pasando?
—¡Paula! —Cosette la llamó llorando. Paula pertenecía a una larga estirpe de sirvientes que habían servido al Gran Ducado Parvis. Era una mujer de lealtad y afecto sin igual.
—¿Señorita, cómo..?
Ella miró incómodamente a las dos damas, dándole a Keira una mirada que parecía decir:
"¿Tenía que apuntarle con su espada?"
El aliento de Keira se quedó atrapado en la garganta cuando vio el desprecio en los ojos de una mujer que la había cuidado desde la infancia. Para empeorar las cosas, de los ojos de Cosette empezaron a caer pesadas lágrimas.
—Yo sólo... sólo la saludé esperando que pudiéramos ser amigas...
Keira estaba experimentando en carne propia lo que era quedarse boquiabierta de verdad. Cosette se encontró con los ojos incrédulos de Keira y dijo:
—Lo siento. Debería haber sabido que estabas sensible estos días. Pero créeme cuando te digo que te considero mi propia hermana, aunque no compartamos ni una gota de sangre. No pretendía contrariarte.
—Mi señorita...
Las criadas se conmovieron. Una ayudó a Cosette a levantarse del suelo. La ira de Keira aumentó cuando Cosette interpretó el papel de damisela trágica. Keira resopló a su pesar.
—¡Ja!
¿Quieres que seamos amigas y, sin embargo, insultas la memoria de mi madre?
Antes de que Keira pudiera exigir una disculpa, el caballero de Cosette le dio su brazo y le dijo:
—Permítame acompañarla al médico para asegurarme de que esté ilesa. Nos iremos, señorita.
Había un indicio de severidad en el tono formal del caballero.
Se asustó y se cayó. ¡¿Qué tenía que ver el médico?! Pero Keira era lo suficientemente consciente como para saber que señalar esto no jugaría a su favor. No pudo evitar quedarse congelada mientras Paula se llevaba a Cosette lejos.
Cosette miró hacia atrás antes de que doblaran la esquina, mostrando una mueca tan fea que Keira apenas podía creer que hacía unos instantes hubiera pronunciado las palabras "Quiero que seamos amigas."
—¡Tú..!
Keira apretó la mandíbula. Sus puños temblaban de furia. Pero no sabía que Cosette apenas estaba empezando.
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Yo soy la verdadera
FantasyUna profecía predijo que del Gran Duque sólo nacería un elementalista del agua. Aunque carece del afecto de su padre, Keira sabe que está destinada a tener esos poderes. Pero después de años de hacer lo que era correcto y propio de un noble, es ejec...