Capítulo 3

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Felix miró a su esposo de pie frente a ellos con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre su pecho, Yuna se encontraba a su lado, por primera vez se fijó en sus delicados rasgos, su pelo negro en una trenza alrededor de su cabeza, su piel blanca y sin manchas, sus ojos azules fríos como el hielo, observaban con desdén la escena sin mostrar compasión alguna por el muchacho, sus nariz pequeña y respingona, sus labios rosados y sonrientes, era bellísima, dulce y serena, nada de lo que él presumiría nunca. Mingi era un hombre alto, corpulento, su cabello negro caía sobre sus hombros, sus profundos ojos azules brillaban con tal intensidad, que inquietaban a Felix cuando se posaban en él, aunque no le agradaba la forma en que lo miraba, recorriendo su cuerpo, no tenía nada contra éste. 

Hasta ese día había sido correcto en su trato, sorprendiéndolo con su falta de respeto y sujetando de aquella manera tan cruel a aquel muchacho de unos 7 años que temblaba de miedo. 

-He hecho una pregunta –recalcó Changbin sin cambiar un ápice su postura, mientras miraba al niño y a Mingi. 

-He atrapado a este mocoso robando en la cocina -apretó los dedos sobre la oreja provocando que el pequeño se retorciera de dolor. 

-¿Es eso cierto? -preguntó Changbin acercándose. 

-No señor -susurró entre sollozos. 

-¡Yo lo vi! -gritó Mingi-. Maldito granuja embustero. 

-¡Soltadlo! -exclamó Felix agarrándole del brazo-. Es cierto, no estaba robando nada, yo lo envié a por algunas cosas. 

-¿Vos? -Mingi lo miró entrecerrando los ojos-. ¿Acaso no erais vos el que ibais camino de las puertas del castillo? 

-¿Me estáis llamando mentiroso? -cruzó los brazos sobre el pecho y alzó la barbilla desafiándolo-,¿estáis dudando de mi palabra? 

-¡Ya basta! -gritó Changbin-. Soltadlo Mingi. Muchacho, la próxima vez no permanezcáis callado como si no tuvierais lengua. 

Mingi soltó al muchacho con tal ímpetu que se estrelló contra Felix, cayendo los dos al suelo, se oyeron algunos murmullos de disgusto provenientes de los hombres allí reunidos, pero él permaneció sentado estrechando al muchacho que lloraba contra su pecho, alzó la vista, su esposo lo miraba con un brillo burlón en los ojos, sin decir una palabra se dio la vuelta y se alejó seguido por su inseparable Yuna. Mingi le lanzó una mirada furiosa antes de desaparecer, él siguió acunando al pequeño. Notó que alguien se paraba ante él, levantó la cabeza y vio que los hombres que antes se ejercitaban con su marido habían ido acercándose hasta él, uno de ellos le tendió una mano grande y encallecida. Felix dejó al niño de pie y la tomó, les miró y vislumbró algo en sus rostros que no supo definir, permanecían en silencio, sin dejar de observarlo. 

-No es más que una criatura -murmuró con los ojos cuajados de lágrimas-, no consentiré que se le haga daño a uno de mis niños. 

-Señor -los hombres postraron su rodilla y fueron ofreciéndole sus espadas con la empuñadura hacia él, Felix se sorprendió con aquel gesto, le estaban ofreciendo su lealtad y su protección.  

Changbin meditaba en sus aposentos sobre los acontecimientos acaecidos aquella tarde, se sentó y estiró las piernas, juraría por su vida, que su esposo mintió para salvar a aquel pilluelo de los azotes que recibiría por robar, le sorprendió su gesto al defender al niño con tanta valentía, pero pensándolo fríamente se daba cuenta de la verdadera intención de Felix, era muy astuto, sigiloso como una serpiente, iba ganando terreno y lo que era peor, conquistando a su gente, los hombres eran más civilizados en su presencia, las mujeres lo respetaban por su sencillez, y cuando corriera la noticia de lo sucedido, todos le rendirían pleitesía. Sí, era muy hábil, tal vez no lo sería tanto si tuviera que sacrificar algo más que unas pocas lágrimas. Sonrió satisfecho, iba a demostrar a todos que ese hombrecito era un redomado mentiroso y pagaría por ello. 

THE WOLF // CHANGLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora