Capítulo 10

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Se incorporó de golpe con el cuerpo bañado en sudor y temblando violentamente, apenas podía respirar, todo había sido un mal sueño, pero tan malditamente real que si cerraba los ojos, podía ver a Yeonjun y Felix juntos haciendo el amor. 

Luchó contra sí mismo para no salir de la cama y asegurarse de que sólo fue una pesadilla, pero la incertidumbre le roía por dentro, retiró las pieles que le cubrían, agarró el kilt junto con la espada y salió con pasos largos hacia los aposentos de su esposo, con pulso tembloroso abrió despacio la puerta, un nudo le oprimía la garganta ante el temor de encontrarla vacía. La alcoba estaba tenuemente iluminada, la vela que se consumía en la palmatoria le mostró a un Felix plácidamente dormido y solo, expulsó poco a poco el aire que retuvo en sus pulmones. Se acercó pausadamente y lo observó con el corazón encogido y repleto de pensamientos extraños y contradictorios. 

No comprendía que le ocurría con su esposo, el ansia de posesión y destrucción que lo invadía cuando lo tenía cerca, el deseo de tenerlo y alejarlo..., algo extraño estaba sucediendo en su interior y no encontraba explicación, aquel muchacho era capaz de sacar lo mejor y lo peor de sí mismo con sólo pestañear. Eso lo asustaba y lo debilitaba, porque desde pequeño aprendió a controlar las situaciones y a mantener sus sentimientos y emociones a raya, convirtiéndolo en el hombre fuerte y poderoso que era ahora, pero aquel hombrecito que dormía ajeno, estaba trastocando su vida sin proponérselo. 

Acercó una mano y retiró un mechón de su hermoso pelo que ocultaba parte de su rostro. 

Felix despertó al sentir un ligero roce en su cara, parpadeó soñoliento, abriendo los ojos de golpe cuando vio a su esposo junto a él, sujetó firmemente las pieles contra su pecho. 

-¿Qué estáis haciendo aquí? 

Changbin se sentó en la cama, tomó su cabeza entre las manos y acercó su cara hasta que sólo un leve aliento separaba sus bocas. 

-Sois mío, Felix -sus ojos desprendían una extraña luz-, hoy puedo tener vuestro cuerpo, pero algún día... - dijo con voz ronca, sorprendiéndose a sí mismo por las palabras que estuvieron a punto de escapar de su boca. 

Aunque Felix hubiese podido replicar no tuvo tiempo, lo besó con tanta ternura como aquella primera vez en el estanque, sus labios eran tan cálidos y su lengua lo exploraba con tanta dulzura, que una abrasadora necesidad se instaló en su cuerpo, quiso tocarlo pero antes de que hubiera separado los dedos de las pieles que lo cubrían, Changbin se apartó levemente interrumpiendo el beso y lo que Felix vio reflejado en esas pupilas le erizaron la piel, haciéndole recordar por un momento las palabras de Yeonjun. 

-No lo olvidéis Felix, sois mío -murmuró con voz áspera y profunda. 

Recostado sobre los almohadones y desconcertado por su extraña actitud, le vio levantarse y marcharse sin mirar atrás, lo que ya no pudo ver fue como Changbin, tan pronto abandonó la estancia, se apoyó en el muro para evitar caer al suelo, tenía el cuerpo en tensión y duro como una piedra, el esfuerzo para no abalanzarse sobre Felix y devorarlo fue el más agotador de su vida. Había querido y necesitado profundizar ese beso, arrancar las pieles que tan firmemente aprisionaba contra su esbelta figura, clavarse en él y no apartarse de su calor jamás. Hubiese podido hacerlo, estaba en su derecho y Felix lo consentiría, estaría dispuesto a acogerlo todas las veces que él quisiera tomarlo, pero sin su pasión desbordada y Changbin quería su total rendición, que lo buscara, que lo deseara tanto como él lo deseaba. Estaba cayendo bajo su influjo y apenas le quedaban fuerzas para resistirse. Tenía que poseer a Felix en cuerpo y alma, se llevó la mano al pecho y movió la cabeza desconcertado por sus pensamientos. 

Cuando las primeras luces del alba iban rompiendo la oscuridad, Momo entró en su habitación portando una gran bandeja que depositó sobre la mesa con cuidado para no molestarlo, mas llevaba tiempo despierto, apenas concilió el sueño tras la inesperada visita de su esposo, cada vez que trataba de dormir oía la voz profunda de Changbin reclamándolo, al cerrar los ojos aparecían los de su marido, intensos y resplandecientes como la luz del sol, cargados de deseo y con un raro destello de desesperación en sus profundidades. Lanzó un suspiro llamando la atención de la sirvienta que se volvió presta.

THE WOLF // CHANGLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora