Capítulo 5

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Felix se paseaba nervioso retorciéndose las manos, mientras miraba continuamente la puerta de su alcoba, él iba a entrar de un momento a otro, estaba seguro, se lo advirtió y por la furia que reflejaba su cara, no dudó de ello. El miedo le atenazó el estómago y la angustia por lo que él podría hacerle lo hizo temblar de pánico, ¿Qué le haría esta vez ese salvaje sin escrúpulos?, ¿lo golpearía?, ¿lo encerraría?, un sollozo escapó de sus labios pensando en toda clase de torturas, él podría hacerle cualquier cosa, incluso matarlo y estaría en su derecho. 

La puerta se abrió de un empellón, él alzó los ojos llenos de terror y los clavó en los de su marido, un extraño brillo violeta refulgía en ellos. 

Aunque trató de calmarse, Changbin entró en el cuarto furioso, iba dispuesto a exigirle una explicación, pero se detuvo al ver el terror y la palidez de su rostro, cerró la puerta tras de sí y le recorrió el cuerpo con la vista, se retorcía las manos nervioso. Advirtió como su miembro se alzaba al recordar lo que se ocultaba debajo de aquel recatado atuendo. 

-Señor -murmuró suavemente mientras daba un paso atrás-, lo que visteis... 

-Callad -dijo acercándose a él hasta que apenas los separaban unos centímetros-, de eso hablaremos después. 

Alzó una mano para acariciar aquella pálida piel, pretendía borrar el miedo de su hermoso semblante, pero él se encogió y trató de cubrirse la cara con las manos, Changbin se detuvo incrédulo ¿creía que iba a golpearlo?, ¿Qué clase de hombre pensaba ese muchacho que era él? 

-Maldita sea -exclamó agarrándolo por las muñecas y atrayéndolo hacia él, bajó la cabeza y buscó sus labios con violencia. 

Felix ahogó un gritó cuando lo vio alzar la mano hacia su rostro, cerró los ojos y se cubrió esperando el golpe que nunca llegó, sus grandes manos lo atraparon y lo acercaron hasta su duro cuerpo, sintió sus labios presionar sobre los suyos, su lengua tanteando su comisura, sus manos acariciando su nuca y su cintura. El calor fue llenando cada una de sus células poco a poco y entreabrió los labios dándole un total acceso a su boca, gimió cuando le acarició el paladar, cuando su lengua rozó la suya, y lo buscó, tímidamente imitó los movimientos que él hacía, enlazándolo, rozándolo, lamiéndolo. Sus pezones se endurecieron al instante y el roce con la tela del atuendo le resultó insoportable, se frotó contra él tratando de aliviar el ansia que lo consumía. Changbin lo sujetó por las nalgas con ambas manos mientras profundizaba el beso, haciéndole sentir contra su vientre su gruesa e hinchada verga, fue subiendo la mano lentamente por su costado hasta aprisionar su pecho en ella, Felix abrió los ojos cuando lo apretó suavemente, pero volvió a abandonarse al beso aferrándose a su espalda, jadeó cuando el pulgar de él rozó su dolorido pezón por encima de la tela y se arqueó buscando más. 

Changbin se estaba volviendo loco, él lo estaba volviendo loco, esperaba su rechazo, pero no aquella apasionada respuesta por su parte, cuando sintió su suaves labios abrirse bajo los suyos y sus tímidas caricias, creyó que se iba a verter como un muchacho inexperto. Lo llenó de satisfacción que Felix no supiese besar, que fuera tan inocente como un recién nacido y que temblase en sus brazos como una hoja. Su deseo aumentó varios grados cuando lo sintió frotarse contra él, con sólo tocarlo por encima había conseguido prácticamente llevarlo al límite, pero él era un guerrero y se aferraba a su autocontrol con uñas y dientes. Lo quería desnudo entre sus brazos, retorciéndose debajo de su cuerpo, quería hundirse en él hasta el fondo, oírlo gemir su nombre y entonces, sólo entonces derramaría su simiente. Lo separó de su cuerpo, los ojos de Felix estaban turbios, velados por el deseo que a él también lo consumía. 

Changbin acarició sus suaves mechones y los peinó. Volvió a besarlo con codicia, él le respondió con más decisión, sus ardientes labios recorrieron su mandíbula y descendieron por su terso cuello. Le bajó la tela de sus hombros y depositó cálidos besos en ellos, lamió sus clavículas y con las manos fue apartando la tela de su camisa, depositando abrasadores besos en cada porción de piel que quedaba al descubierto. Felix gimió cuando él rodeó con la lengua uno de sus pezones, alzó el torso buscando su boca, sus huesos estaban blandos y en su mente no había más que la necesidad de que él siguiera haciéndole aquello, su universo se centraba en el placer que él le estaba proporcionando, era lo único que importaba.

THE WOLF // CHANGLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora