Dos bandos // Minsung

대양 1: El retorno 대양

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Corrió por las estrechas y sucias callejuelas del puerto. Ignoro el olor a inmundicia y agarro con fuerza las dos katanas colgadas en su cintura.

El corazón se le iba a salir del pecho, ya que aquellos podrían ser sus últimos momentos de libertad antes de que sus padres lo obligaran a comprometerse con otra persona. Llevaban meses diciéndolo, pero nunca lo creyó posible hasta ese día.

Pudo ver el negocio Jaem a lo lejos. El local era enorme, estaba plantado en medio del puerto. Su familia contaba con una cantidad desorbitante de barcos, al igual que miles de cajas de pescado apiladas en el puerto.

Entro al lugar azotando la puerta y su madre enseguida se giró hacia donde estaba. Había varias personas, conocidos, compradores de su padre y empleados haciendo su trabajo, pero los ignoro y abordo a su madre.

- ¿Dónde está? ¿Ya ha llegado? Madre, por...

- Jisung.- la autoritaria voz de su padre lo hizo congelarse en su lugar. Trago duro.- Deja de abordar a tu madre con palabrejas sin sentido. Sabes que no has sido truhaneado, siempre te hemos dicho cuál sería tu destino.

No supo qué responder.- ¿Entonces... no son falacias?- sonó más asqueado de lo que quiso, pero no le presto atención.- ¿De veras me vais a casar... a  casar con... con...?- ni siquiera podía salir de sus labios.

- Con el primogénito de los Lee.- afirmo su padre.

Se le secó la boca por completo.

- Pero no...

- Nada de peros, no quiero escuchar tus lamentos de lombriz.- se quejó su padre, notablemente enojado. Cuando volvía de un viaje por alta mar tenía muy mal humor.- Todos tus hermanos cumplieron con sus obligaciones en la familia, y no serás menos por ser el menor, Jisung.

- Arréglate el domingo y no hagas planes.- ordeno esta vez su madre, saliendo de detrás del mostrador.- Tenemos una reunión con la familia Lee en el Iryoil.

- ¿Ese lugar de mala muerte...?- se escandalizó.

Pero su padre le dio una fuerte bofetada antes de que pudiera terminar su frase. Y se marchó antes de que siquiera pudiera protestar. 

Jisung no entendía por qué tenía aquellos arranques de carácter a pesar de que sabía como era su familia. Una de las razones por las que sus padres estaban interesados en la familia Lee eran, las conexiones que ellos tenían por toda la ciudad. 

Y otra de ellas era, deshacerse de Jisung o al menos conseguir que tuviera menos carácter.

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- Eso es una locura.- le había aconsejado su amigo Chan cuando le explico la idea que había tenido.

Pero aun con las advertencias de uno de sus mejores amigos, Lee Minho salió aquella noche de su casa en busca de la persona que supuestamente sus padres habían encontrado para casarlo.

Abrió la ventana de su habitación y dio un salto hasta aterrizar sobre el tejado de sus vecinos. Volvió a cerrar la ventana y corrió por el tejado hasta encontrar las escaleras de madera que siempre había apoyadas al lado de la casa.

No vivía en los barrios prestigiosos de la ciudad, pero su barrio era alto y no era tan problemático como otros. Aun así, siempre estaba atento cuando iba caminando por la calle, ya que al ser hijo de una familia con un gran negocio, nunca se estaba a salvo.

Coloco su mano sobre el arma que llevaba en la cintura, y corrió por las oscuras calles que llevaban al puerto.

Cuando el olor a pescado, meado y suciedad se hizo más presente, comenzó a asomar su cabeza por las esquinas para tratar de localizar el local Jaem. Hasta que finalmente encontró un montón de cajas de pescado con el nombre del negocio.

Minho paseo su mirada por la calle hasta que encontró unas hendiduras en las piedras de una pared. Y utilizando esto, pudo escalar el muro hasta el tejado. Este estaba bastante sucio, pero eso no le impidió encontrar a la persona que había estado buscando.

Han Jisung, el hijo menor del matrimonio Han. No era precisamente conocido por su popularidad, ya que apenas había cumplido la mayoría de edad. A diferencia de sus hermanos, él aún era bastante joven y no tenía muchos logros que cargar. Además, de su mal carácter.

Y sin poder evitar la sorpresa, se le escapó una risa al notar que llevaba dos katanas. Estas dos armas se unían por el extremo del mango y creaban una katana más larga de lo usual. Y parecía ser bastante hábil con ella.

El puerto estaba prácticamente vacío, y que el hijo menor de los Han estuviera allí, armado y a esas horas solo implicaba a que no era casualidad.

El Han menor jugo con la katana entre sus manos hasta que la desarmó y lanzo una de las armas hacia un punto lejano. Y un lamento se escuchó cuando la afilada katana se clavó en una de las cajas.

Allí estaba, un hombre encapuchado escondido entre la mercancía de Jaem. La katana se le había clavado en uno de los brazos y no podía moverse. La bolsa tela de negra que traía en su mano cayó al suelo y varios polvos blancos se desperdigaron por todo el suelo. Minho trato de ocultarse y ser silencioso para no terminar con un cuchillo entre ceja y ceja.

- ¿Quién cojones eres y porque andas merodeando en nuestra zona del puerto a altas horas?- pregunto Han Jisung con un notable lenguaje vulgar propio de los barrios bajos. 

El hombre dudó, tartamudo.- E-Esto... yo..

- ¿Tú...?- incito Jisung, pero claramente el hombre no iba a hablar. Se agachó para recoger la bolsita y olio los polvos blancos que había en el suelo. Subió su mirada hasta el contrario.- ¿Esparces drogas en la mercancía de todo el puerto o solo es a mi familia?- pregunto con seriedad.

- Yo...

- Era una pregunta retórica.- suspiro, levantándose y lanzándole la bolsa a la cara. Agarro el mango de la katana y retorció la afilada hoja en el brazo del hombre, que grito de dolor.- Te vuelvo a ver por aquí y te cortaré los huevos sin dudarlo. Y dile al Corsario que el barco que mando al sur no volverá a su puerto. Largo.

Arranco la hoja de un tirón, y a trompicones, el hombre salió corriendo.

Han limpio el filo contra sus pantalones y la volvió a guardar en la saya.

Minho lo observo merodear por el puerto hasta que desapareció de su vista.

대양