대양 3: El porque 대양

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- ¿Por qué llegas tan tarde?- la voz de su madre no se hizo esperar cuando entró a Iryoil, el bar que dirigía la familia Lee.

Minho se sacó la chaqueta al mismo tiempo que tomaba asiento frente a su madre. Sus padres no solían ir mucho por el local, ya que lo dejaban a cargo de algún empleado o hijo, por lo que se extrañó al ver a su progenitora allí.

- ¿Qué le trae por aquí, madre?

- No has respondido mi pregunta.- ataco ella, llevándose a los labios un vaso con líquido anaranjado.

- Papa me ha mandado a comprobar unas cosas, y se me ha ido el tiempo encima.- explico, ocultando la parte en la que pasaba por el puerto para ver al hijo de los Han.- Madre, tengo una duda.

- Pregunta.- murmuro ella, recorriendo su local con la mirada. Su madre era una mujer dura, de vocabulario tosco y orgullo grande. No se dejaba intimidar por nadie, ni siquiera por su marido, y menos en público.

- ¿A qué se dedica la familia Han?

Su madre sostuvo su vaso en el aire algunos segundos antes de volver a ponerlo en la mesa. Parecía tensa al mencionar ese tema, aunque realmente sus padres parecían tensos siempre que aquella familia estaba implicada. Aun así, no dio brazo a torcer.

Había preguntado aquello por el simple hecho de que nadie parecía querer hablar de la familia de su prometido. Ni siquiera lo había conocido oficialmente aún, no sabía qué estrategias tenían pensadas sus padres que implicaran a los Han, ya que el respeto que emanaban, daba miedo y obligaba a todos a no hablar de ellos.

Casar al primer hijo de una familia como los Lee, con el último hijo de cualquier otra familia, aunque esta fuera importante, era algo que no sucedía todos los días. ¿A qué se dedicaba aquella familia como para llamar tanto la atención de sus padres?

- Ellos... son dueños de todo el puerto, parte de todos los barcos y navíos que hay en la ciudad, exportan todo tipo de criaturas marinas a varias partes del mundo y cuentan con un enorme séquito de comerciantes ricos que les costean todos los movimientos.- explico ella, con un toque de amargura producto de la envidia.

- Pero hay algo más.- afirmo, sin realmente saberlo.

Su madre tardó algunos segundos en responder.- Te lo diré yo, porque sé que el necio de tu padre es reacio a ello, pero la familia Han exporta varias cosas ilegales al extranjero, y ganan sumas enormes por ello.

- No lo entiendo.- murmuro Minho, apoyándose en la palma de su mano.- ¿En qué beneficia eso a nuestra familia?

- Tienen en su poder el puerto entero, y por culpa de la inflación y los malos tiempos, todo se está encareciendo. Teniendo una relación estrecha con ellos, los precios que hay que pagar para hacer nuestras exportaciones podrían bajar, sin contar los contactos que sumariamos a nuestro negocio y la cantidad de bienes que te pertenecerían por el simple hecho de casarte con un Han.

- Ya veo.- suspiro, dándose cuenta de que era un matrimonio sumamente importante para el futuro de su familia.- Con razón ese Han siempre está vigilando el puerto...

- ¿Qué dices?

- Nada. Iré a que me sirvan un whisky.- se levantó de la mesa sin ganas.


Dos bandos // MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora