Dos bandos // Minsung

대양 9: Hay un paso 대양

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Minho tenía la mirada fija en el vaso que estaba limpiando. Después de hablar con Jisung se había escondido bajo las faldas seguras de su familia; la taberna.

- ¿Lee Minho limpiando vasos?- pregunto una voz, y Minho noto que era uno de los compradores de sus padres.- ¿Dónde te has dejado las gafas y el bolígrafo, chico?

El hombre estaba sentado tras la barra, con un vaso de whisky que la misma familia Lee había traído desde la otra punta del mundo. Iba vestido en un intento de traje desarreglado, pero el pañuelo de seda en el bolsillo y los zapatos relucientes hablaban por sí solos.

Sonrió.- Hoy prefiero prescindir de despachos y papeles.- respondió.- ¿Le sirvo algo más?

- ¿Les ha llegado a tus padres su último pedido?- pregunto casualmente, vaciando el vaso en su garganta.

- No, aún no.- respondió, pasando al siguiente vaso.- La semana que viene.

- Ciertamente, al bufete parece gustarles mucho vuestras importaciones.- le halago, dejando en la barra varios billetes.- Quédate el cambio, chico. Nos vemos.

- Que tenga un buen día...- murmuro, desganado.

- Se te nota tan animado, que van a crecerte flores de la cabeza.- bromeo Christopher Chan, sentándose en la silla recién desocupada. Minho rodó los ojos.- ¿Por qué ese genio? ¿Acaso murió alguien?

- Por el amor de dios, Chris...- suspiro, dejando el vaso con fuerza sobre la barra, sirviendo alguna bebida extraña a su amigo.- Ayer me casé.

Chan escupió de nuevo el líquido al vaso ante la última aportación informativa.- ¿Q-Qué? Digo... ¿Enhorabuena?

- Déjate de rollos.- suspiro, apoyándose el trapo sobre el hombro y cruzándose de brazos.- Ayer fue el peor día de mi vida, Chris. Y no te exagero.

- ¿Es por Han? Ciertamente, su familia no es la mejor, pero no creo que sea tan desagradable...- comento.

- No es eso, mi problema son las malditas tradiciones piratas que se carga aquella familia.- admitió, alterado.- El honor es lo más importante para ellos, y... el señor Han me da mucho miedo.

Chan soltó una risotada.- Por Jesucristo, ¿ese era el problema? Minho, todos los suegros dan miedo...

- Nos obligaron a acostarnos mientras nuestros padres miraban.- le susurro con seriedad.

Chan pestañeó varias veces, debatiéndose interiormente en si creerle o reírse.- ¿Qué coño me estás contando?

Minho suspiro.

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Jisung cerro la puerta de su habitación con un portazo, dándole igual que fueran altas horas de la noche y que posiblemente todos estarían intentando dormir.

Lo que no se esperó fue encontrarse con las lámparas de gas encendidas y a Lee Minho, sentando en su cama con varios papeles entre sus manos y unas gafas de hierro parecidas a las de su hermano Jihoon para cuando hacía inventario.

Suspiro, recordando que ahora estaba casado. El dolor en su coxis revivió de golpe y trato de aparentar normalidad mientras se dirigía, al que ahora sería, su lado de la cama.

- ¿Puedo... preguntar por qué estás lleno de sangre?- murmuro Minho, rompiendo el silencio.

Jisung se quitó las botas de un tirón aun estando de pie.- He pillado a varios hombres echando polvos blancos en el pescado.

- ¿Todos eran trabajadores?- pregunto.

- No todos.- negó.- Pero eso no me ha impedido cargármelos, Lee. Que paguen con sus consecuencias en otra parte.

Minho no dijo nada más, simplemente se acomodó mejor en la cama y se quitó las gafas. Jisung, nervioso, dudo al momento de quitarse la camisa negra húmeda por la sangre, pero el contrario hablo antes de que siquiera pudiera posar sus dedos en los botones.

- La tradición.- nombro, y el castaño trago duro. Estaba claro que aquella conversación estaba tardando en salir.- ¿Hace cuantos años que se hace? 

Jisung dudo, pestañeando varias veces.- No lo sé... ¿Desde siempre? 

Minho se relamió los labios y se cruzó de brazos. Jisung se preparó para escuchar lo que tuviera que decir.- Sé que me dijiste que las tradiciones eran importantes, y por eso no lo he dicho delante de nuestros padres, pero ciertamente lo que ocurrió anoche me parece una monstruosidad, Jisung.

¿Acaso él creía que a Jisung le había gustado lo que había pasado? ¿Acaso Lee Minho había tenido que aguantar con las historias de la tradición desde que era pequeño? ¿Minho acaso había escuchado el llanto de las esposas de sus hermanos, o el de su propia hermana? 

Pero Jisung no dijo nada de eso, simplemente se resignó y coloco una sonrisa patética en sus labios. La primera sonrisa que le mostraba a Minho era un gesto de puro asco y vergüenza por la tradición de su familia.

- Lamento no escoger las tradiciones de mi familia.- murmuro, y decidido, comenzó a desabrocharse los botones de la camisa. Inclusive su piel estaba manchada de rojo.- Y también lamento que ayer tuvieras que violarme en la cama que fue de mis abuelos, y ahora es de mis padres. Voy a lavarme.

Y con ese último aviso, cerro la puerta de otro portazo.

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A media noche, sus ojos se abrieron solos. Una corriente de aire le provoco un escalofrío y se aferró a las sabanas. Aún no estaba acostumbrado a dormir en una casa que no era la suya, por lo que posiblemente tendría insomnio varias noches más.

Noto la potente luz de la luna a sus espaldas, por lo que decidido a mirar, se encontró con las cortinas corridas y con la ventana abierta de par a en par.

Y allí, sentado en el borde, se encontraba Jisung. Sus piernas salían hacia el exterior, seguramente balanceándose en el frío del exterior.

Resignado, se despegó de las sabanas y camino hacia él.

- Hazte a un lado.- demando con voz ronca.

El contrario no pareció sorprendido, simplemente le hizo caso y se corrió hacia un costado. Minho también se sentó en el alféizar de la ventana. Hacía muchísimo más frío cerca del mar que en el interior de la ciudad, pero decidió no decir nada.

Se mantuvieron en silencio, lo único que podía oírse era el ruido de las olas del mar a varios metros bajo ellos.

- Lo siento.- se disculpó Jisung.

- Está bien.- murmuro Minho, suspirando.- Yo también lo siento.

- Hay otra tradición.- respondió Jisung, provocando que ambos exhalaran cansados.- El primer mes del compromiso, se han de mantener relaciones los días pares.

- ¿Qué?- pregunto Minho, sin reprimir su diversión al escuchar eso.- ¿Qué clase de tradición es esa?

- Mi familia cree que los números pares en las personas fortalecen sus valores, son más felices, y que engendrar un hijo en número par lleva a su naturaleza a destacar, ser vistos, escuchados y reconocidos por los demás.- murmuro.

Minho suspiro, ya que sabía que en el contrato que se llevó a cabo especificaba que debían llevarse a cabo las tradiciones de ambas familias, y que si Jisung estaba mencionándolo era porque su familia ya le había puesto al corriente.

- ¿A qué día estamos hoy?- consulto, resignándose.

- Impar.- respondió Jisung, y pareció aliviando cuando lo dijo.

- Perfecto...- murmuro, nervioso.

- Intentemos... llevarnos bien.- dijo esta vez Jisung, y ambos se miraron por el rabillo del ojo.

"Del odio al amor, hay un paso", pensó Minho, pero, en su caso, ¿cuántos pasos habría?

대양