Capítulo 55

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Hago una mueca con la cara cuando siento el viento mover un mechón de mi pelo y hacer que caiga sobre ella ocasionado cosquillas que me hacen removerme sobre la cama.

Gimo ante la sensación que producen las pequeñas heridas que hay en mis muslos presionados contra la cama mientras que un pinchazo vuelve a recorrerme cuando me vuelvo a mover.

Mi mano por instinto va hacia ellos sintiendo la capa de crema que todavía se mantiene aceitosa sobre mi piel apesar de que deben haber pasado más de siete horas desde que el mismo la aplicó.

Todavía recuerdo con la furia con la que entró en la habitación anoche y la cual descargo sobre mi ocasionandome una vez mas varios de los orgasmos más potentes que he tenido a su lado.

Como el había pedido estaba desnuda en la cama esperando por el, obviamente sabía que me iba a follar de todas las maneras posibles pero no había contemplado la idea de que iba a ser mucho más bestial y intenso.

Todavía puedo lograr sentir el dolor que me produjo cuando me puso de rodillas sobre la cama y me ato las manos a ambas piernas, exponiendo mi parte frontal solamente para el.

No hubo ninguna preparación previa, solamente hubo dolor a causa de su cinturón sobre mis muslos y mi abdomen, gritaba de dolor queriéndo pararlo pero aun así mi cuerpo reaccionaba ante el encontrándose absolutamente mojado.

Solamente duró un par de minutos hasta que se bajó la cremallera y ingreso en mi de una sola estocada, sin ni siquiera quitarse la ropa haciendo que todo el dolor se convirtiera en una llama de placer que nos alcanzó a ambos.

Después de ese momento me follo una y otra vez, no hubo más dolor, solamente me llevo a su infierno las veces que quiso hasta que mi cuerpo quedó exhausto.

Sonrió contra las sábanas mientras que recuerdo como me cuido delicadamente cuando ya no pude más, ni siquiera logro terminar una vez mas en mi interior, el captó la señal enseguida y salió inmediatamente de mi interior para proceder a curarme cada una de mis heridas.

Como siempre no fueron graves, se curaran en un par de días aunque no me molestaría conservarlas en mi, aunque debo de decir que en mi piel siempre hay algún rastro de él, es como si fuera su propósito, mantenerme marcada siempre.

La mano que tengo estirada hacia el otro lado de la cama tantea el colchón hasta que doy con su piel, la cual acaricio mientras que no me muevo todavía, solamente necesito un minuto mas para acostumbrarme al leve dolor que hay en mi.

Al final de la noche acabe acostada sobre su pecho como todas las anteriores semanas, nuestras manos unidas y solamente el sonido del mar colándose por las ventanas, haciendo que me siente totalmente en paz.

Me logro mover un poco más acercándome a él, seguramente a mitad de la noche de todas las vueltas que doy acabe boca abajo, lo cual ahora maldigo antes de darme la vuelta y abrir al fin los ojos.

Se encuentra ocupado casi toda la amplitud de la cama, lo cual hace que mis ojos recorran toda su piel desnuda hasta su rostro, el cual se encuentra relajado y en lo que parece ser un sueño profundo.

Me acerco más a él quedando de lado hasta presionar mi cuerpo con el suyo, sin ni siquiera hacer que se inmute, lo cual me parece extraño en el, aunque esté durmiendo se da cuenta cuando me despierto, nunca lo pillo desprevenido pero en esta ocasión parece no ser así.

Mis ojos bajan hacia cada centímetro de su piel, pudiendo tener la oportunidad de detallarlo mas a fondo en estos momentos, nunca he logrado contemplar tan de cerca sus tatuajes, por eso paso mi mirada por cada uno de ellos.

Forman un patrón bastante interesante, aunque lleva prácticamente toda la piel cubierta por ellos deja pequeños surcos de su color natural, complementa a la perfección la tinta con su cuerpo sin ser excesiva pero a la vez llamativa.

Sometida ante el pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora