Capítulo 90

150 19 1
                                    

Mis uñas se clavan en la piel de mi antebrazos sin poder evitarlo mientras contemplo una vez mas la escena que hay ante mis ojos.

La misma tortura que he visualizado las últimos tres días, nada ha cambiado desde entonces, sus gritos siguen resonando por estas cuatro paredes tan fuertes como el primer día que los escuché.

Me remuevo nerviosa en la esquina donde estoy mientras paseo mi mirada por todo el lugar haciendo que ella enfoque su atención en mi.

—Si lo esperas, es mejor que dejes de hacerlo—dice cortamente haciendo que mi mirada se cruce con la suya por un segundo.

Ambas sabemos a quién se refiere, a la misma persona que he esperado que entrara por esa puerta desde que entre en el crucero.

Trago saliva mientras que me alejo un poco de ella y camino hacia la pequeña ventana que da vista al inmenso océano.

Estamos en la parte subterránea de este lugar, la única que no vi cuando me lo enseñó hace ya demasiado tiempo, el lugar donde ellos se están divirtiendo con sus enemigos, con la persona que más me daño y me separo de él.

Cuando Freya me propuso volver aquí por un momento dude , sin el nada es igual, este lugar se siente tan vacío como mi alma, aún así debo cerrar esta etapa para seguir hacia adelante.

Mis ojos se desplazan nuevamente a la puerta, a pesar de que sepa que debo seguir, hay algo en mi que me dice que no pierda la esperanza.

Un nuevo grito resuena a mis espaldas haciendo que mi mirada se desplace hacia la mesa donde el esta, rodeado por varias especies diferentes de serpientes ademas de la favorita de la mujer de mis espaldas.

Veo como le muerden una y otra vez bajo la mirada intensa del líder sueco, el tiene el antídoto en su mano, el cual le pondrá antes de que su corazón falle.

He visto la misma repetición una y otra vez, al igual que también he observado como lo proporcionan una versión nueva de la droga que el me inyecto en su día.

Mis brazos se cruzan protectoramente sobre mi barriga observando como está lleno del mismo dolor que yo obtuve, aunque el lo vive triplicado por el daño que le provocó a mí pequeña.

—Necesitas volver a descansar, te hará bien—vuelve a decir ella a mis espaldas haciendo que mis ojos vuelvan a su rostro.

Sigue siendo frío como siempre, pero aún así tiene ese brillo de cariño hacia mi, el cual poco a poco ha recuperado después de todo lo que ocurrió.

Asiento lentamente pasando mi mano por el lugar donde habita mi hija, avanzo unos pasos hacia adelante, justamente para quedar enfrente de la mesa donde el esta crucificado.

Por un momento se me remueve el estómago al ver cómo de los hierros que le cruzan las rodillas y los codos le salen gusanos, los cuales se comen su carne con bastante rapidez.

Mi mirada se pasea por su cuerpo destrozado, viendo como la sangre corre por el, observando desde los muñones de sus manos cortadas hasta sus ojos totalmente blancos debido a la perdida de visión que le ha provocado.

Solamente es un cascarón del hombre que se pasó por el salvador de mi padre cuando era su asesino, la misma persona que me mantuvo en una mentira durante años, el miserable que me vio sufrir y luego fingió ayudarme mientras que era el causante de mi sufrimiento.

No queda nada de él, el ha cumplido su promesa con creces, ha vengado a mí padre y a mí, y se que lo seguirá haciendo.

Solamente han pasado cuatro meses desde su captura, y estoy seguro de que esto no será nada para lo que le espera, su sufrimiento seguirá hasta que el lo decida.

Sometida ante el pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora