04.

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OMNISCIENTE

Ay boluda no sé qué tiene, me encanta. — Le contestó Roma a Clara por el teléfono. Apenas había abierto los ojos, Enzo seguía a su lado durmiendo. Por miedo a que despertara y se arrepintiera, se fue lo más rápido que pudo sin hacer nada de ruido. Ahora, se encontraba a unos pocos metros de la casa de Enzo, hablando con su amiga que todavía se encontraba de gira en Miami. — Te juro, me cuidó todo el día y nos dormimos hablando de la vida. Es re atento... — suspiró.

— ¿Y por qué te fuiste, boluda? ¿Cómo se va a arrepentir Roma, sos boluda? — preguntó desesperada.

— Ay, tenés razón, no se por qué pensé que se iba a arrepentir.

¡Roma cortá la llamada y volvé antes de que te mate, nena!

¡Voy, no me grites!

Y con una risa entre medio cortó la llamada y dirigió sus pasos, esta vez más rápidos, en la dirección contraria y con una sonrisa de oreja a oreja.

Mientras tanto, en la casa de Enzo ya había ruido. Se despertó cuando Roma se estaba yendo, pero se hizo el dormido. Pocos minutos después, su amigo Felipe ya se encontraba en su casa.

— Enzo vos no te cuidás ni a vos mismo, y me vengo a encontrar con que se quedó a dormir, la cuidaste todo el día, le hablaste de tus papás, te dormiste con ella y no te la cogiste...— Dijo Felipe, quedándose pensando por unos segundos, hasta que algo hizo clic en su cabeza. — ¡, Jeremías!

Enzo se puso colorado, nunca iba a admitir que Roma le encantaba. — Callaaate, no veía la hora de que se fuera. Es un desastre esa pendeja, todos los problemas tiene. — Negó con la cabeza.

Y ahí, en ese lugar donde Roma escuchaba todo desde la puerta, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. La primer lágrima se escapó fugazmente mientras seguía parada ahí, como tratando de procesar todo. La realidad era que lo que había dicho Enzo era totalmente mentira, pero sus palabras fueron bastante convincentes para Roma, así que no esperó más y dejó el lugar a pasos acelerados.

El camino hasta su casa se hizo eterno, a pesar de que no quedaba tan lejos. Al estar en su puerta, recordó todo lo que le esperaba desde ayer. Al ingresar, no vio nada distinto. Cruzó el palier hasta llegar al living, y comenzó a ver los cambios. Faltaban cuadros, los premios ya no estaban, sus cosas tampoco. Subió a la habitación y terminó de concluir con que su ahora ex novio se había ido.

Gracias a Dios se había ido.

Su parte del placar estaba vacía y sus cosas personales no estaban. En el baño solo quedaron las cremas, toallas y productos de higiene de Roma, junto con sus toallas. Suspiró. Un problema menos.

Se tiró en su cama king size con los ojos rojos de tanto llorar en estos últimos días, le dolía muchísimo la cabeza y se sentía mal. Pero no mal físicamente. Estaba destruida por dentro. Como si su corazón siguiera funcionando pero no bombeara sangre. Como si sus ojos estuvieran abiertos pero no pudiese ver nada. Su mente repasaba las palabras de Enzo para poder entender. Un desastre, eso es lo que soy, se dijo a sí misma.

Enzo, por su parte, le dijo a Alexis que tenía que ir a entrenar así se iba, pero en realidad hoy tenía día libre. ¿Por qué se fue? Se preguntaba. ¿Se habrá arrepentido? Era de lo que más tenía miedo. ¿Y si fue un montón? La conoce hace muy poco, ¿Se habrá dado cuenta que le gusta y por eso se alejó?

Los dos tenían el corazón roto por el otro, aún sin saberlo. Roma pensó que él se arrepentiría y se fue, Enzo pensó que Roma se fue porque se arrepintió. Muchas confusiones. Ninguno se volvió a hablar después de ese suceso. Estaban enojados, aunque la paz les duraría poco tiempo.

MIAMI  ━ enzo fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora