11.

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OMNISCIENTE.

Enzo y Roma se encontraban al lado de la enorme pileta que tenía la casa, con una vista preciosa a la enorme ciudad de Miami. Los dos estaban recostados, con sus cuerpos mojados. Roma tomaba sol y Enzo hacía de cuenta que también, aunque cada dos minutos agarraba el celular y se ponía a jugar algún jueguito.

Los últimos dos días se basaron en ayudar con la organización de la boda, irse a la cama a coger y dormirse abrazados todas las noches. No podían dejar de hacerlo. Se habían vuelto adictos a disfrutar de sus cuerpos y eso probablemente se convertiría en un problema.

Roma ladeó su cabeza para ver a Enzo, que sacaba la punta de la lengua concentrado jugando en el celular. — Todo el día jugando a los jueguitos vos, virgen. — retó Roma. Enzo la miró mal y frunció sus cejas.

— Me aburro tomando sol, no sé cómo podes estar horas así. — respondió. Definitivamente era un nene de 12 años en el cuerpo de un hombre de 23. Roma carcajeó.

— Bueno, está bien. Hace lo que quieras. —

— Cogerte quiero.

— Qué boca sucia que sos, eh.

— Perdón mi amorcita hermosa, veni dame un beso. — pidió con una sonrisita.

— No.

Porfi, porfi. Un besito. Uno solo.

— Te dije que no. — se negó a pesar de que se moría por romperle la boca de un beso.

— Dale, no seas mala conmigo. — insistió, esta vez poniendo su boca en un piquito, sabiendo que no se iba a resistir. Roma suspiró se levantó de su lugar, acercándose hasta donde estaba Enzo y agachándose para dejar un beso en sus labios. — ¿Viste que no te resistís a mis besos?— Murmuró el jugador. Roma quiso separarse, pero su contrario fue más rápido y la agarró de la cintura, sentándola encima de él y obligándola a besarlo.

Aunque muy obligada no estaba.

Siguieron besándose hasta que el aire se les acabó, teniendo que separarse pero sonriendo al instante.
— Uno solo me dijiste. Ladrón. — burló.

— Callate que te encanta que te bese toda.— murmuró sobre su boca. Roma asintió.

— Si, me encanta. — admitió en un susurro.

— Si me decís así de vuelta te cojo acá nomás, no jodas conmigo. — Roma plasmó una sonrisa y posó sus manos en la nuca del jugador.

— Me encanta que me beses toda, Enzo. — El anteriormente nombrado sonrió con maldad y volvió a capturar los labios ajenos, succionando y besándola con desesperación.

El jugador palmó una de sus piernas, invitándola a sentarse sobre él. Roma obedeció, rodeando sus caderas con sus piernas y empezando a mover su pelvis de adelante hacia atrás levemente, calentando el ambiente y provocándolo. Amaba sus suspiros, como se mordía el labio y como gemia despacio cuando el orgasmo lo arrasaba.

Enzo apretaba sus nalgas con sus manos, dejando cachetadas que la hacían saltar en su lugar.
Al estar en un lugar en el cual podía venir alguien en cualquier momento, la adrenalina de que eso pase los inundaba, y cada vez querían más.

El jugador levantó levemente su pelvis para bajarse el short, a lo que Roma bajó una de sus manos al miembro erecto de Enzo y comenzó a masturbarlo mientras el susodicho le besaba el cuello. Las manos del bonaerense tomaron lugar en las tetas de Roma todavía cubiertas por la bikini, apretando mientras seguía succionando el cuello de la castaña, dejando marcas visibles de las cuales luego Roma lo retaría.
La modelo corrió a un lado la tanga que llevaba puesta, ubicando el miembro de Enzo en su entrada y frotándolo por su intimidad ya húmeda. Buscó los labios de Enzo en un beso tosco, gimiendo sobre su boca cuando se introdujo su verga hasta el fondo con facilidad debido a lo mojada que estaba. Comenzó a dar pequeños saltitos, sosteniéndose de los hombros del jugador.

MIAMI  ━ enzo fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora