05.

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AEROPUERTO INTERNACIONAL DE LONDRES.

Roma presentó su pasaporte en la puerta de embarque, para así poder subirse al avión. unos pasajeros adelante de ella, se encontraba Enzo, también embarcando en el mismo avión. Casualidad ¿no?

La respuesta era no.

Enzo sabía perfectamente en qué avión viajaría Roma.

Asomó su cabeza para escuchar lo que la azafata le decía a la susodicha.
73 F, to the bottom. Good trip, miss. — indicó la mujer, a lo que Roma le respondió un 'thank you' por lo bajo y se dirigió hacia el fondo del avión, donde estaba su asiento.

Enzo hizo lo mismo, dejando sus pertenencias en los compartimentos de arriba y esperando el momento correcto para encararla. Había pasado una semana desde que se reencontraron en el bar, y a Enzo no se le fue ni un minuto de la cabeza. Durante los seis meses que no supo nada de ella, Enzo se concentró únicamente en él y en su carrera. Por más raro que suene, no quiso salir a boliches ni buscarse una mina para pasar una noche.

Roma se sentó y conectó sus auriculares, dispuesta a escuchar algunos temas que la hagan dormir, hasta que vio que la persona que no quería ver ni en figurita se acercaba hasta donde ella estaba.

— ¿Y, Romita? Qué casualidad que estemos en el mismo avión, ¿no? Parece que el destino nos quiere juntos. — jodió burlón Enzo, a lo que Roma rodó los ojos.

— ¿Qué querés? — respondió seca, mirándolo desde abajo.

— Bueeeno pero no me trates así tampoco, eh.

— Con pitos cortos no me relaciono mucho, ¿sabés?

— No hay nada corto acá. Igual si te querés fijar...

— No, gracias. — lo interrumpió rápidamente. Odiaba ver la sonrisa de atorrante que tenía. Parecía que no se le borraba con nada. — Si viniste a hacerme enojar, ya te podes ir tranquilo.

Sonrió sarcástica y colocó los audífonos en sus orejas, dejando de escuchar todo a su alrededor. Enzo le tiró un beso y se fue, aún con su sonrisita divertida en su cara.

El vuelo transcurrió de lo más normal, por suerte para Roma había sido tranquilo. Luego de casi diez horas de vuelo, habían llegado a Miami. Enzo esperó a que Roma baje del avión, ya que Alexis los buscaría desde el aeropuerto para ir a la mansión que habían alquilado para su boda. Allí convivirían todos los invitados. Los dos buscaron sus valijas sin decir ni una palabra, hasta que vieron a Mac Allister acercarse hacia ellos, raramente con unos globos en la mano.

— Bueeenas, ¿cómo andan los novios? — se ganó una mala mirada de Roma. — Perdón, no digo más nada. — Dio la vuelta para acercarse a unas personas y darles los globos, intercambiando un par de palabras de las cuales Enzo no pudo entender ni una sola, a lo que Roma apretó sus labios aguantando la risa.

— ¿De qué te reís, estúpida?

— Nada, tarado. Dale, vamos.

Volvió a tomar su valija y caminó delante de Enzo, siguiendo a Alexis hasta el auto que los llevaría a la mansión.

Ya en el auto, los grandes edificios de Miami se hacían ver, aunque Roma ya los conocía de memoria. Alexis manejaba y hablaba con Enzo mientras Roma ponía un poco de música para hacer menos tedioso el traslado hasta la mansión que habían alquilado los novios.
— Ya queda poco igual, unos kilómetros y ya llegamos a la casa. — explicó entusiasmado Alexis.

— ¿Qué, nos vamos a quedar todos en el mismo lugar? — preguntó Roma, temiendo por la respuesta.

— Sí, alquilamos una mansión para tener a todos los invitados juntos. Creo que fue idea de tus papás.

Enzo rió levemente. — ¿Qué? ¿Me tenés miedo Romita? — susurró acercándose a ella. Los dos estaban en el asiento de atrás. No podía evitar sentir un escalofrío al escucharlo tan cerca.

— A un gil como vos, lo que menos le tengo es miedo.

Enzo chasqueó la lengua y festejó internamente. Después de todo, aún quería recuperar eso que tenían.
Pocos minutos después, ya habían llegado a la enorme casa quinta.

Roma, apenas bajó del auto pudo visualizar a su hermana bajando las escaleras de la entrada para recibirlos. Rosario abrió sus brazos y envolvió a su hermanita en un abrazo que Roma lo disfrutó como si fuese el último. Estaba muy feliz por su hermana, prácticamente a Alexis lo conocía desde siempre, desde su adolescencia. Siete años de relación y por fin se casaban.

Al separarse, Rosario fue a saludar al resto y Roma saludó a sus papás que se encontraban adentro de la casa. Luego, se tomó su tiempo para recorrer el inmenso lugar. Muy moderno, con tonos blancos y grises, muchísimos cuadros de la playa, habitaciones enormes y casi todas con camas matrimoniales.

Pudo notar una presencia detrás suyo mientras desarmaba su valija en lo que iba a ser su habitación, pero como sabía perfectamente quién era, decidió ignorarla y ver qué haría.

Enzo se sentó en la punta de la cama, observando atentamente cada movimiento de Roma. Ella chasqueó la lengua y lo miró esperando a que diga algo.

— Escuchame. No quiero que nos mandemos ninguna cagada ¿sabes? Es el casamiento de mi amigo y no se lo quiero cagar.

— ¿Y qué pretendes? ¿Que nos llevemos bien?

— Por lo menos intentarlo...

— Bueno...

Y el silencio llenó cada rincón de la habitación. La tensión entre ellos dos se sentía muy fuerte, cualquiera podría darse cuenta que entre ellos dos pasa algo. Sintieron unos pasos acercándose, así que Enzo disimuló usando su celular y Roma siguió con su actividad anterior. Una figura femenina se asomó por la puerta. Era Lucía, la mamá de las hermanas Díaz.

— Bueno chicos, ¿ya les dijeron? van a compartir habitación. — expresó entusiasmada, y Roma se quiso matar. — ¿Por qué tanta ropa, hija? Son dos semanas nomás.

— Nunca es suficiente, ma.

El grito del papá de Roma llamando a su esposa se hizo presente, a lo que los tres rieron y Lucía se retiró de la habitación, cerrando la puerta. Había algo que a Roma no le cuadraba. ¿Por qué le habían dado la habitación compartida con Enzo si tranquilamente podría haberse quedado con su hermana?

Algo raro habían hablado sus familiares y ella no se había enterado, pero pronto lo iba a descubrir.

— Y el destino nos volvió a juntar, ¿viste?

— Callate. — ordenó mirándolo mal.

— Perdón. — Enzo rodó los ojos y se acostó boca abajo con su celular en el poco espacio que la valija de Roma le dejaba. La susodicha murmuró por lo bajo un "pillo" seguido de una risita y terminó con la última prenda, para luego imitar a Enzo y acostarse a su lado, pero bastante alejada. Todavía lo odiaba un poco.

Sólo un poco.














































































































faaa loco 😍😍😍aparecía de la nada nobueno muchachas voten y comenten!!!pronto se viene el próximo cap, nos vemos las amo 💋💋

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faaa loco 😍😍😍
aparecía de la nada no
bueno muchachas voten y comenten!!!
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MIAMI  ━ enzo fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora