Capitulo 4

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Carlos y Sergio no tardaron absolutamente nada en empezar a murmurar cuando divisaron a Lando ingresando a la cafetería acompañado de, nada más y nada menos que Oscar Piastri.

—¿Qué mierda les sucede a ustedes dos?, parecen viejas chismosas— Se queja George, dirigiendo su mirada hacia sus dos amigos, quienes le miraron estupefactos y después, señalaron hacia donde Lando se encontraba acompañado de Oscar por algo para almorzar. —Oh, miren, está con el niño anaconda.

Carlos soltó una carcajada.

—¿Le contaste a George?—Inquirió Sergio, mirando acusadoramente a Carlos.

—De hecho, fue Lando quien me contó. Estaba tan desesperado de que el niño anaconda lo perdonara, que nos contó a todos su... hermosa y romántica primera charla—. Respondió George con tranquilidad y sarcasmo, Sergio estuvo a punto de regañarlo.

—Hola, chicos. —Saludó Lando, sonriendo con un poco de tensión. Sabía que sus amigos podían ser algo... extraños, y a él no le importaba, solo que esta vez no quería asustar a Oscar—Eh... él es Oscar Piastri, va a ser nuestro amigo ahora.

George, Carlos y Sergio se miraron entre sí con un poco de sorpresa.

—Yo soy Carlos Sainz, encantado de conocerte.—Saluda el segundo mayor de la sala, estirando su mano hacia Oscar, este le respondió el saludo con timidez.

—Un gusto.—Susurra sonriendo.

—Mi nombre es Sergio Perez y tú... eres una ternura!— el mexicano exclamo, apretando una de las mejillas de Oscar. Éste se queja por lo bajo, pero sonríe avergonzado.

—G-gracias...

—George Rusell—. Murmura el ojiverde, sacudiendo levemente su mano, Oscar asiente en forma de saludo. —Así que... tú eres el niño anaco...

Las palabras de George fueron interrumpidas por las manos de Sergio sobre su boca y las histéricas risas de Carlos.

—No le hagas caso a George, Oscar, el no sabe lo que dice-. Le asegura el mayor de la mesa al australiano, sonriendo tranquilizadoramente.—Y dime,¿qué estudias?

Lando casi se siente morir de un infarto. Si no fuese por Sergio, George habría dicho algo verdaderamente estúpido e imprudente, lo que habría desencadenado un ataque de pánico en Oscar y de seguro habría salido huyendo.

Iba a ser un poco complicado que Oscar y sus amigos se llevasen bien, pero esos idiotas estaban advertidos: tenían que ayudarle a entrar en confianza con Oscar para conseguir su objetivo o Lando se vería obligado a hacerles pasar vergüenzas con sus novios, ya que ser consejero de todos sus amigos y su cofre de secretos tenía ventajas con aroma chantaje.

Iba a ser un poco complicado que Oscar y sus amigos se llevasen bien, pero esos idiotas estaban advertidos: tenían que ayudarle a entrar en confianza con Oscar para conseguir su objetivo o Lando se vería obligado a hacerles pasar vergüenzas con su...

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-Ah... mmh...

De nuevo Oscar empujaba en su interior, más duro, más rápido. Oh, joder, podía sentir todas y cada una de las hinchadas venas sobresaltando y palpitando por la carne caliente... o al menos, eso era lo que imaginaba.

Falofilia [Landoscar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora